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Llega a Indonesia el primer avión con ayuda humanitaria

EL UNIVERSAL-AEE

YAKARTA, INDONESIA.- El primer avión de las Naciones Unidas llegó ayer lunes a la zona donde ocurrió el sismo en Indonesia con un cargamento de agua, tiendas, estufas y baterías de cocina, al tiempo que la cifra de muertos por el desastre se incrementó a más de cinco mil.

Los sobrevivientes buscaban alimentos entre los restos de sus casas, y miles de heridos aún estaban siendo atendidos en hospitales que rebosaban de pacientes ensangrentados. Otros miles esperaban por asistencia médica.

?Hasta ahora nadie del gobierno nos ha brindado ayuda?, afirmó Brojo Sukardi. ?Por favor, díganle a la gente que nos ayude?.

Las lluvias torrenciales del domingo complicaron la situación de unos 200 mil damnificados luego del terremoto de 6.3 grados de la madrugada del sábado. La mayoría de las personas se encuentran en refugios improvisados construidos de plástico, lona e incluso cartón.

El número de víctimas fatales fue calculado ayer en cuatro mil 983, según el Ministerio Social, aunque autoridades locales de la zona afectada por el sismo hablaron de cuatro mil 380 muertos; sin embargo, los cuerpos de socorro afirman que se superaban ya los cinco mil.

El sismo se produjo en el corazón de la poblada isla de Java. Ese es el desastre más grave que sufre Indonesia desde el tsunami de 2004. También causó temores de que un volcán cercano entre en erupción, y dañó la estructura del famoso templo de Prambanan, que data del siglo IX.

La zona de desastre abarcó cientos de miles de kilómetros cuadrados de la provincia de Yogyakarta, predominantemente rural. La población de Bantul resultó la más afectada, con dos mil 700 muertos y el 80 por ciento de las viviendas destruidas.

?Debo iniciar mi vida otra vez a partir de cero?, dijo el vecino Poniran, cuya hija Ellie, de cinco años, murió en el sismo.

Poniran rescató a su hija con vida entre los escombros, pero la niña murió en el hospital donde aguardaba tratamiento entre cientos de víctimas.

La electricidad y los teléfonos estaban interrumpidos en buena parte de la región, estremecida por réplicas del sismo de hasta 5.2 de magnitud.

Los sobrevivientes removían los escombros de sus casas en busca de objetos de valor o utilidad, y se quejaban de la falta de ayuda. ?Nos falta todo, ropa, alimentos, agua, de todo. Somos pobres, pero nuestras vidas importan?, dijo Budi Wiyana, de 63 años, que perdió su casa.

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