MUESTRAN EL DRAMA DE INFANTES MUERTOS POR PRESIONES DE EU.
Cuenta la cinta el cambio de vida de cuatro familias para una tragedia.
EL UNIVERSAL
MÉXICO, D.F.- Alfred Hitchcock decía que nunca en la pantalla grande se tenía que matar a un niño, pero Alejandro González Iñárritu decidió hacerlo para "Babel", su cinta que hoy se estrena.
La decisión, dice en entrevista, fue tomada con el objetivo de mostrar que los medios estadounidenses no han mostrado a los infantes muertos en la llamada persecución contra el terrorismo. En "Babel", un niño marroquí muere a causa de las balas empujadas por presión de las autoridades estadounidenses.
"En el mundo no se muestran las imágenes de los miles de niños muertos a causa de las balas, que son consecuencia de una sobrerreacción contra el terrorismo. En aras de buscar a unos cuantos terroristas han matado, digamos, a 600 mil personas, incluyendo quizá a 80 mil niños... si no se ha expuesto esa verdad tan avergonzante, la muerte de niños inocentes, para mí era importante ponerlo en pantalla, este niño representa metafóricamente a esos niños", comenta.
"Babel", con guión de Guillermo Arriaga, cuenta tres historias que se entrelazan: la de unos niños marroquíes que usan un arma de fuego; la de una nana que atraviesa el desierto con un par de infantes a su cuidado y la de una estudiante japonesa con problemas de seguridad.
El filme, que se rodó en locaciones de México, Japón y Marruecos, asegura el realizador, está dedicado a sus dos hijos, María Eladia y Eliseo.
"Los niños están pagando ahora las consecuencias de los adultos que no hemos podido encontrar una solución a los conflictos, a las barreras, a nuestras formas necias de lidear con los problemas".
"Están sufriendo grandes tragedias, quizá a través de ellos podamos encontrar una solución, donde para los demás hay pobreza y miseria, para ellos es colorido y gracia. En Marruecos mis hijos jugaban con otros niños, eso es maravilloso", recuerda. Precisamente para la historia de Marruecos, el director batalló para encontrar a los protagonistas.
Faltaban 17 días y, a excepción de Brad Pitt y Cate Blanchet, no contaba con ningún actor para la historia. A uno de los niños lo encontró jugando futbol en una plaza marroquí.
"Todo lo expresaba con su mirada, era un niño que en su vida ha sufrido mucho, vive con su tía, su madre murió hace siete años, y a su padre, la única que lo vi, fue cuando me pidió una carta de recomendación, nada más", recuerda.
Para la parte filmada en México, se fueron al desierto y la protagonista Adriana Barraza tuvo que subir 15 kilos con el objetivo de dar una imagen de mujer tierna.
"Caminar en tacones, en el desierto, con un vestido muy apretado, era una dificultad terrible", menciona la actriz. "Pero si yo sufría cargando a la niña (Elle Fanning), Rodrigo (Prieto, el director de fotografía) sufrió más, porque la cargaba todo el tiempo", añade.
Y en Japón, ante la inexistencia de una Comisión de Filmaciones que les ayudara a rodar en Tokio, el equipo de la película prácticamente filmó al estilo guerrilla.
No es antiestadounidense
Aunque en las tres historias la paranoia estadounidense está presente, González Iñárritu afirma que no es una crítica al gobierno del país en que vive desde hace unos cinco años.
"Vivir en EU me ha creado mucha ansiedad y disparado muchas preguntas. Así como hay 50% (de pobladores) está de acuerdo conmigo y con todo el mundo de que tienen un régimen fascista que está dominando, creando miedo en el mundo, hay 50% que está obsesionado y cegado por un gobierno que lo está haciendo pedazos.
"Más que hacer un cine de propaganda o hacer un discurso político, porque no me interesa hablar de la política o los políticos, me gusta hablar sobre cómo los seres humanos estamos siendo afectados por estas decisiones", explica.