Los mexicanos llegan en oleadas a la estación de trenes de Leipzig con sombreros, matracas y trompetas, para animar a su selección en el partido contra Argentina de los octavos de final del Mundial de Alemania 2006.
Son menos aficionados de los que acompañaron a México por la primera fase de Alemania, pero con un ánimo de fiesta y igual y una esperanza reflejada en el "sí se puede" que corean en grupos, rumbo al estadio de Leipzig.
LEIPZIG, ALEMANIA
EFE
Una vez más, parece que los mexicanos serán mayoría en el Zentralstadium de Leipzig, o tal vez los aficionados argentinos son más discretos a su llegada, aunque la albiceleste se nota por toda la estación.
El mexicano Manuel Rodríguez ha llegado desde Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos, a esta ciudad alemana, sin un lugar donde pasar la noche y sin un boleto del partido, aunque dijo tener confianza de resolverlo todo.
"Ahorita lo arreglamos, vamos a ver qué pasa en la noche", comentó mientras esperaba en una larga fila para guardar sus maletas en la estación por una tarifa de cinco euros.
La mayoría de los aficionados apenas rescata de su equipaje un mínimo equipo de emergencia: el sombrero, la matraca, el silbato y la camiseta verde de la selección, sea con el nombre de Márquez, de Pardo, de Borgetti o el suyo mismo.
Largas filas en los cajeros automáticos de los bancos para sacar algunos euros o esperar el depósito que la familia les ha hecho desde México, para enseguida buscar el boleto.
La reventa es más discreta en la estación que en las calles cercanas, afuera de los grandes hoteles, donde los boletos se cotizan a precios de entre 400 y 700 euros.
