Después de 70 horas de incertidumbre, finalmente Felipe Calderón llegó al recinto de San Lázaro para tomar protesta. Los mexicanos fuimos testigos por más de dos días de un Big Brother legislativo, donde los diputados lo mismo se pelearon que comieron tamales y cantaron canciones de José Alfredo Jiménez.
El espectáculo, por demás bochornoso, finalmente terminó. Es hora de que los políticos se pongan a trabajar. El discurso del presidente Felipe Calderón en el Auditorio Nacional, dejó entrever que el panista no es un político improvisado y está consciente de la polarización que se vive en el país.
Calderón Hinojosa llamó al diálogo a las diferentes fuerzas políticas, hizo el compromiso de ganarse la confianza de aquellos que no votaron por él, anunció un programa de austeridad para el Gobierno Federal. Además de hacer un llamado para que finalmente se concreten las reformas electorales.
El combate a la pobreza debe ser una prioridad del nuevo Gobierno, Calderón se definió en campaña y refrendó en su discurso de ayer que pretende ser el presidente del empleo, aquí es donde los empresarios tienen que arroparlo invirtiendo como nunca.
Ha llegado la hora de que Felipe Calderón demuestre que es el presidente de todos los mexicanos, pero también ha llegado la hora de la conciliación, la hora de que los partidos políticos se olviden de sus diferencias y se pongan a trabajar. La sociedad quiere vivir en un ambiente de paz, donde el reto sea lograr el desarrollo del país y no ser testigo de rabietas partidistas que poco aportan a la vida democrática.
