El Tribunal Electoral ha terminado, en tiempo y forma, con la etapa de resolución de las inconformidades presentadas por los partidos políticos respecto de las elecciones del pasado dos de julio.
Como resultado de las 375 sentencias dictadas, se confirma la limpieza del proceso electoral. En pocas palabras, que no hubo fraude ni dolo.
El único fraude fue el inventar y alimentar sin pruebas la idea de un supuesto fraude electoral y con ello, acrecentar la división de la sociedad mexicana ya de por sí dividida por lo cerrado de la contienda electoral; consecuencia natural del propio proceso democrático.
Por ello, al confirmarse la legitimidad del proceso, al final de esta larguísima y sin precedente jornada electoral que en estricto sentido se prolongó por dos meses.
Cabe un nuevo reconocimiento a los ciudadanos que hicieron posible una jornada electoral limpia, participativa y competida: 41 millones de electores respondieron al llamado eminentemente cívico y de responsabilidad democrática para acudir a las urnas.
Y qué decir del casi millón de ciudadanos, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, de todas las clases sociales, que participó en la organización y conducción de la jornada electoral.
Esto sin descontar a los miles de observadores nacionales y extranjeros, además de las delegaciones observadoras de la ONU, la OEA, la Unión Europea y el Parlamento Europeo.
El propio Tribunal Electoral, a través de un boletín de prensa emitido el pasado 28 de agosto, informó que al concluir el recuento ordenado en las 11 mil 839 casillas y de la anulación de algunas de ellas, se observó que a todos los partidos políticos y alianzas les restaron votos; a todos se les juzgó de la misma manera.
Al PAN se le quitaron 81 mil 080 votos y a la coalición denominada ?Por el Bien de Todos? que encabezó el PRD con Andrés Manuel López Obrador, le restaron 76 mil 897; al final, se confirma que la diferencia porcentual entre el primero y el segundo lugar no cambió respecto de lo que había reportado inicialmente el Instituto Federal Electoral.
Felipe Calderón obtuvo un 35.90 por ciento del total de votos y López Obrador el 35.32 por ciento; una diferencia de apenas el 0.58 por ciento que representan 239 mil 751 votos.
Sin duda se trata de una mínima diferencia a la luz del número total de votos válidos que fue de 41 millones 553 mil 586. Sin embargo, la diferencia es suficiente para distinguir, nombrar y reconocer a un ganador.
Así estaban puestas las reglas desde un inicio y así las aceptaron en su momento todos los partidos políticos y candidatos.
Con todo ello, la duda se despeja y el mito del fraude se extingue, pese a que AMLO y su equipo cercano se afanen y desgasten por mantenerlo vivo.
Además de la sumatoria de votos, el Tribunal Electoral revisará y dará respuesta final a un aspecto independiente a la jornada electoral.
Éste se refiere a valorar los hechos y argumentos presentados por la coalición por el Bien de Todos en el llamado ?juicio madre?, en los que señalan que la elección presidencial, según ellos, no se ajustó al cumplimiento de los principios constitucionales de legalidad, certeza, objetividad, imparcialidad, independencia, equidad, libertad en la emisión del sufragio y otros más.
Cuando el Tribunal Electoral considere que la elección ha sido válida y de que se cumplen todos los requisitos legales, declarará al Presidente Electo. Para esto, el Tribunal tiene de plazo hasta el 6 de septiembre ya muy próximo.
Ahora sólo resta esperar con tranquilidad la etapa final de este proceso. Mientras ello ocurre, todos los mexicanos que nos preciemos de querer lo mejor para nuestro país, para nuestros hijos y para nosotros mismos, habremos de ser absolutamente respetuosos de las resoluciones que adopte el Tribunal Electoral, porque a fin de cuentas México está primero. Llegó la hora.
