El Universal-AEE
MÉXICO, DF.- Le han aplicado llaves, se ha arriesgado y arrojado desde la tercera cuerda sufriendo a veces los golpes de la poca distribución y creación; pero la producción de cine de lucha libre mexicana, cuya afición, además, siempre ha estado ahí, se desenmascara en un resurgimiento con Los Pajarracos; El Ángel, la Muerte y el Cazador, La Mil Traumas y Oro, el hijo de El Calavera.
Estas películas que serán filmadas o lanzadas este año coinciden en tocar ese mundo del pancracio que en México surgió en 1952 con el estreno de La Bestia Magnífica (lucha libre), de Chano Urueta; El Enmascarado de Plata, de René Cardona; Huracán Ramírez, de Joselito Rodríguez; y El Luchador Fenómeno (con Resortes), de Fernando Cortés.
Los Pajarracos; de Héctor Hernández y Horacio Rivera, es una comedia negra que relata la fábula de un luchador en Tijuana; El Ángel, la Muerte y el Cazador, de Óscar Blancarte, retrata a un superhéroe contratado para aniquilar a la Muerte. La Mil Traumas, de Julián Antuñano, narra la historia de una luchadora que quita el estrés a golpes. Y Oro, el Hijo de El Calavera, de Humberto Hernández, será un filme inspirado en la vida de este luchador.
?Lo que he visto es que hay toda una moda-movimiento que pretende retomar ciertas cosas de la cultura popular de hace treinta años; y la diferencia es que a la gente ya no le da tanta pena y se acepta como es, reconoce su afición a un deporte rudo como es la lucha, ahora hasta tiene un status de gente ?cool?.
?La lucha va tomando distintas caras; en México, como la violencia es cotidiana, viene a llenar un hueco de entretenimiento en el que la gente tiene esta tendencia. También, como a este país le faltan héroes, retoma a la mexicana y crea personajes tipo Superman adaptados al contexto, que se vuelven los superheroes de la gente?, comenta Horacio Rivera.
Para Julián Antuñano no sólo se retoma el tema de la lucha libre sino el de las películas de terror que nadie tomaba en cuenta: ?todas eran increíbles; están hechas de una manera que tiene gran atractivo. No sé si por hacerse de un estilo muy personal marcó un estilo con los años.
?La lucha empezó con el pueblo y poco a poco el luchador se fue iconizando; también tiene que ver que siempre maneja el bueno y el malo, rudo y técnico, los modelos a seguir o a rechazar; no sólo es la postura sino la personalidad, los valores, la responsabilidad cívica?.
Este ?resurgimiento? de producción, tiene que ver, agrega Humberto Hernández, con el hecho de que el cine mexicano tiene una necesidad de mirar a sus propias raíces: ?el cine de luchadores es una muestra muy clara de nuestra identidad; y hay géneros y estilos que a su debido momento deberán resurgir, eso tiene que ver con definir nuestra identidad y marcar nuestra distancia con respecto a Hollywood?.
