¿Porqué el nombre de esta columna? Nos preguntan dos de nuestros tres lectores, y fue sencillo escogerlo. Pablo Neruda en sus memorias de ?Confieso que he vivido? habla de su infancia que transcurrió en Temuco, al sur de Chile. Ahí la lluvia estaba presente siempre, de día de noche, siempre.
Así parece estar por estos días el futbol, abarcando no una región sino todo el mundo. Los partidos, con nuestro horario, ocurren por las mañanas. Los vemos y todo el día los comentamos y esperamos siempre las grandes acciones, los grandes partidos, los mejores protagonistas, y ayer España dejó caer su lluvia de goles ante Ucrania.
Cuatro tantos, dos del Xabi Alonso, uno de David Villa y otro más de Fernando Torres anegaron la cabaña ucraniana de la que es figura estelar Andry Shevchenko, el titán del Milán.
Así, España y la República Checa se perfilan hasta hoy como dos de los grandes favoritos, mientras que los subcampeones alemanes, anfitriones de esta justa, aparecen no sin ciertas dificultades como los primeros en pasar a la siguiente ronda después de vencer, con gol de Oliver Neuville en tiempo de compensación, a una Polonia que salió decidida a no perder, y que parecía confirmarlo con las grandes atajadas de su arquero Artur Boruc.
Pero la insistencia germánica al final fue definitiva y los cambios hechos por Jürgen Klismann surtieron efecto, pues fue Odonkor, recién ingresado quien dio el pase al otro relevo, Neuville, para que anotara al fin.
Buen partido fue también el Túnez y Arabia Saudita, que terminó con cartones igualados a dos. Si los coreanos al salir de la cancha saludaban con su clásico estilo asiático, juntando las palmas de las manos e inclinando su cuerpo, los árabes, al anotarle a los tunecinos se ponían de rodillas, dirigían su cabeza hacia la Meca para orar.
