Los problemas del estado de Oaxaca deberían ser atendidos de inmediato. A pesar de los más de cien días que han durado las protestas de la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación contra Ulises Ruiz y la violencia que genera la paralización de una entidad merecedora de mejor suerte, el conflicto permanece sin solución y agravado por diferentes complejidades.
El domingo anterior surgió otro motivo de angustia social: la asamblea de redundante nombre (Asamblea Popular del Pueblo -APPO-) tomará en sus manos las facultades de imperio jurídico que por ahora no ejerce el Gobierno del Estado. La primera medida de la APPO es la emisión de distintos bandos de Gobierno que rijan no sólo en la capital de Oaxaca, sitio del conflicto, sino en todos sus municipios. Es una suplantación de autoridad desde su clandestinidad de guerrilla rural y urbana.
Los bandos -publicación de medidas de Gobierno para su inmediato y obligatorio acatamiento- crearán nuevos puntos de conflicto entre las autoridades jurídicamente acreditadas y las de facto que suplantan a las primeras. Muchas rijosidades son previsibles entre mandos que van a coincidir en la ejecución de idénticos actos de autoridad; ello va a estimular una mayor anarquía social y legal ante la mirada indiferente de las administraciones federal y estatal.
Suplantar al Gobierno establecido es, de acuerdo con las leyes vigentes, un ilícito punible que constituye, en los días en curso, una poderosa tentación para los grupos políticos que sólo aceptan la normatividad constitucional vigente en los aspectos y en la medida en que beneficien sus intenciones anarquizantes.
El propio candidato del PRD, derrotado en las últimas elecciones presidenciales, predica desde hace varias semanas su intención de formar un Gobierno nacional fuera de toda norma jurídica y asumir, en consecuencia, el título de presidente de la República.
Dentro de esta idea central, y seguramente con el ánimo de otorgar un cariz de legalidad a su autoproclamación presidencial, no es descartable que López Obrador y sus aliados, al igual que los guerrilleros de la APPO, proyecten usar el sistema mediático de bandos que sirvió al ex cura de Dolores en la insurgencia contra la dependencia española: don Miguel Hidalgo y Costilla expidió varios bandos como cabeza del movimiento de independencia; entre otros, algunos para designar autoridades en los municipios y estados que se rendían a su paso, otros para convocar a elecciones, uno más para constituir una casa de moneda, varios para nombrar jefes militares, etc.
Pero Hidalgo no resistió la seducción de los bandos para hacer su propia exaltación: el 20 de septiembre de 1810 en la capital de Jalisco fue reconocido por los altos jefes insurgentes como “Capitán General de América” lo cual fue publicado en bando solemne; poco después, el seis de diciembre del mismo año promulgó en Guadalajara el decreto conocido como Bando de Hidalgo, el cual suscribió con su carácter de “Generalísimo de América” al dar a conocer un esbozo de su programa social que sostenía el propósito de “dictar leyes suaves, benéficas y acomodadas a las circunstancias de cada pueblo”. De capitán general a generalísimo en poco más de un mes...¡caray, que no se dé cuenta el excéntrico mandatario de Venezuela!...
El populismo de los caudillos no es pues de ahora; vale aclarar que los propósitos de Hidalgo no cristalizaron dado el curso que tomó la lucha insurgente. Antes de los citados de decretos había hecho lanzar un primer bando, publicado por el intendente de Valladolid, José María Ansorena “en puntual cumplimiento de las sabias y piadosas disposiciones del Excelentísimo señor capitán general de la Nación Americana, doctor don Miguel Hidalgo y Costilla” según narra el Diccionario Jurídico Mexicano.
El mismo diccionario ofrece, por cierto, los significados de Bando y Banda, buenos referentes para lo que sucede hoy por hoy en la política mexicana. Entre varias acepciones ofrece una general para Banda: “...grupo de sujetos que aún cuando restringidos se presenta frente a la sociedad de manera marginal y desvía a sus integrantes de la vida normal”.
Sirve a nuestra curiosidad ésta otra definición: “Observado el concepto con amplitud sociológica, se caracteriza (la banda) como grupo primario que se desarrolla espontáneamente, formándose y solidarizándose como resultado de la lucha y antagonismo existente el medio social; en ocasiones actúa como multitud y difiere de ésta, porque la banda se configura por tradición y tiene cohesión, en tanto que la multitud es cambiante y dispersa con falta de unidad. La banda en su origen es inestable, integrándose paulatinamente hasta llegar a linderos de disciplina con un jefe o cabecilla que controla y domina por su carácter, fuerza, poder económico o prestigio (¿...?).”
Bandos y bandas...¿Usted qué opina?...