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Los científicos

Gilberto Serna

En un sobrio edificio de cantera despachaba don Guillermo de Landa y Escandón, gobernador del Distrito Federal, a principios del siglo XX, del que había salido sombrero de copa en mano, atusándose el profuso bigote, para asistir a la protesta que le tomarían al general Porfirio Díaz, reelegido a la Presidencia de la República. El presidente del Congreso lo requirió y el milite contestó con la consabida fórmula de desempeñar el cargo con lealtad y patriotismo. Era la séptima vez que lo hacía. Desde el año de 1876, en periodos de cuatro años, fue reelecto para el cargo, con una única excepción. Duró haciéndolo hasta 1910, cuando ya frisaba en los ochenta años de edad.

Ese día un violento temporal se desató como un funesto vaticinio de que sería la última vez que ocuparía la silla presidencial. Durante el lapso es obvio que hubo opositores que fueron apaciguados enviándolos al destierro, encerrándolos en las tinajas de San Juan de Ulúa o en las bartolinas de la prisión de Belén. Para darle, en esta ocasión, un sesgo democrático, junto al general Díaz se registraron como aspirantes José Ives Limantour, B. Reyes e Ignacio Mariscal.

De esa época aparece una foto del general Díaz vestido con uniforme de gala, luciendo una casaca cuajada de condecoraciones. Creo que los caricaturistas lo tomaron como modelo para dibujar a los dictadores del cono sur, estrafalariamente cargados de medallas. No se crea que todo fue miel sobre hojuelas pues en su larga permanencia hubo varias sublevaciones que no tuvieron éxito. Muertos, encerrados o desterrados. El grupo científico, en el último tramo de Gobierno porfirista, llevó al poder como vicepresidente a Ramón Corral, preparando la sucesión para seguir conservando sus privilegios, en el caso de que el presidente no terminara su periodo. El grupo en el poder no quería soltar lo que consideraba suyo, sólo suyo. Se fundó el primer club anti-reeleccionista en San Luis Potosí, cuya primera sesión fue reprimida llamando sediciosos a los presentes e incendiando el local. Los asistentes fueron hechos prisioneros. Eran los liberales de esos tiempos. Fundaron varios periódicos destacando El Hijo del Ahuizote, sufriendo persecuciones y clausuras. En 1905 constituyeron la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano. Y durante los siguientes años, considerados subversivos, muchos se refugiaron al otro lado de la frontera.

Un general porfirista a quien se mencionó como aspirante a la vicepresidencia, en elecciones que se practicarían en el segundo domingo de julio de 1910, tuvo gran aceptación popular por lo que fue comisionado por la secretaría de Guerra a estudiar en Europa, a lo que se disciplinó como militar que era. Hablando en plata pura lo que hicieron fue quitárselo de encima. Luego vendría el coahuilense Francisco I. Madero, muy conocida su trayectoria, autor de La Sucesión Presidencial, había formado parte del recién fundado Partido Anti-reeleccionista. En gira por el país instaló en varias ciudades clubes antireeleccionistas e hizo una campaña que le atrajo adictos a su causa. Los gobiernistas entre tanto de nueva cuenta plantearon la reelección. Madero es aprehendido en Monterrey acusado de pronunciar discursos subversivos, injurias al primer magistrado, faltas a la autoridad local. Aclaro que aún no había Instituto Federal Electoral. Se le trasladó a la cárcel de San Luis Potosí de donde tras diversas gestiones fue puesto en libertad bajo caución. Está por demás decir que el grupo reeleccionista obtuvo el triunfo. Por enésima vez jugó el único candidato opositor del general Díaz, don Nicolás de Zúñiga y Miranda, eterno contrincante que fijaba, en alguna pared en el exterior del Palacio de los Virreyes, su propaganda, pegatinas en que daba cuenta de su candidatura, causando el hazmerreír de los paseantes. El tres de julio de 1910 un grupo de banqueros, comerciantes, industriales y agricultores ofreció un banquete al presidente Díaz, con motivo de su triunfo.

Estará usted enterado someramente de lo ocurrido que provocó levantamientos armados en gran parte de la República. Por supuesto no había libertad cívica. A algunos rebeldes detenidos por el Gobierno se les aplicó la ley fuga. Luego vendría la renuncia del general Porfirio Díaz.

Toma posesión Francisco León de la Barra. Se abre un proceso electoral. Es candidato Francisco I. Madero. Había llegado la hora de planes y manifiestos. Madero declara que el voto es un arma más poderosa que el fusil. Se forma el Partido Constitucional Progresista. Se lanza a José María Pino Suárez candidato a vicepresidente. Son asesinados el presidente y el vicepresidente. Mediante una rotación manipulada asciende a la presidencia el general Victoriano Huerta. La democracia, desde entonces, no ha logrado consolidarse. En veces parecería que entramos de lleno en ella y en otras, se muestra veleidosa y esquiva. En fin, es bueno recordar pasajes históricos donde los defectos y las virtudes se muestran tal cual, sin que las triquiñuelas logren su cometido de engañar a los ciudadanos.

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