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Los días aciagos

Gilberto Serna

El anuncio es lúgubre, tenebroso y desagradable, por cualquier lado que se le vea. En 1847 el Ejército de Estados Unidos de América llegó a las goteras de la Ciudad de México, amenazante. El Gobierno mexicano dobló las manos y aceptó las condiciones que se le impusieron. Desde entonces estamos amenazados de manera tal que ahora que enviarán milicias a la frontera con el pretexto de controlar la línea divisoria de lo que podemos deducir que algo gordo está por suceder o cuando menos así lo dan a entender. Impedir el paso de indocumentados con las armas embrazadas, metralletas, cañones y demás armamento que utiliza la Guardia Nacional, como que se me antoja no es el comportamiento adecuado de un país que se dice amigo. El Ejército, del que es parte la fuerza que apostarán en la frontera, está para hacer la guerra. Los migrantes que se arriesgan a cruzar la línea fronteriza no representan un peligro de tal naturaleza que haya necesidad de usar en su contra las armas de destrucción masiva para lo que están entrenados sus elementos. Es posible que lo primero que se les ocurriría, ya entrando en esta verdadera paranoia, es minar los campos que para internarse a territorio utilizan las personas que van en busca de mejores condiciones de vida. Debemos entender que es un Ejército preparado para destruir al enemigo. ¿El enemigo serían, en este caso, nuestros trabajadores que atraviesan la frontera en busca de mejores oportunidades de vida?

Lo que no sabemos es qué se esconde detrás de esa medida. ¿Por qué sólo al sur de su territorio? Si fuera uno mal pensado, dado que vienen las elecciones en México, yendo a la cabeza un hombre de ideas nacionalistas a pesar de las encuestas ¿tratarán de amedrentar a nuestros votantes para que permanezcan en sus domicilios con el propósito de reventar el resultado? Hasta ahora voces autorizadas han expresado su beneplácito para recibir cómodamente al que salga electo. La verdad es que nadie lo cree. Somos un vecino que puede convertirse en un dolor de cabeza tal como han resultado los de Cuba, Venezuela, Brasil, Bolivia y en menor medida Argentina. Lo más seguro es que se pregunten “qué necesidad tenemos de esperarnos a ver que resulta ¿por qué no metemos nuestra cuchara desde ahora? Y nos evitamos berrinches organizando golpes de Estado”. De ahí que nuestro Gobierno no proteste por que al fin y al cabo sus temores son los mismos de ese grupo aunque por diferentes razones.

A menos que se trate de otra cosa, que no quisiera ni imaginar que tenga que ver con planes de expansión territorial. Esto debo desecharlo por que no necesitan engullir nuestro país puesto que quienes manejan el comercio, la industria y el petróleo están supeditados a los intereses de los banqueros de allá. Aunque uno nunca sabe qué pasa por la cabeza de los halcones del Pentágono, por lo que deberíamos soplarle a cualquier actividad fuera de lo normal dado que ya en el pasado nos hemos quemado con la mala leche de los gobiernos de allá y la poca de los entreguistas de por acá. No lo pensaría dos veces para darnos cuenta que al paso de las centurias se van complicando los espacios con la necesidad de competir con otros países del orbe. Esto sucederá tarde o temprano. Los analistas de aquel lado están pensando, nos dicen, en mutilar el país anexándose los estados del norte así como los ricos en oro negro. Sus tropas están prestas para avanzar según convengan las circunstancias.

El pretexto es la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo internacional. Se aprovechan de la debilidad manifiesta de nuestro Gobierno que no se atreve a protestar o que francamente aplaude la medida. Los encargados de cuidar la imagen de imbatible se están volviendo quisquillosos por lo que no es raro verlos con sus linternas y rifles salir a cazar indocumentados. Lo cierto es que a los hijos del Tío Sam le dan tirria las incursiones de nuestros compatriotas. Levantan muros injuriosos, patrullan a lo largo de la frontera contando con modernos aparatos que durante las noches detectan el movimiento de personas que tratan de aprovechar los refugios que le proporcionan las sombras y la vegetación, contando con prismáticos que captan la presencia de los “invasores” con rayos infrarrojos. En caso de atraparlos es tal su inverecundia que no dudan en apretarse las narices utilizando el pulgar y el índice de su mano derecha. Cual si hubieran declarado un conflicto bélico, con la presencia de tropas, que serán empleadas para apoyar operaciones de la Patrulla Fronteriza no participando, dice Bush, directamente en las actividades policiacas realizadas por la Border, se preparan para infundir el miedo. En fin, a menos que se trate de una baladronada de George W. Bush dirigida a reposicionarse en su muy menguada popularidad, a nuestros paisanos les esperan días aciagos.

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