La verdad, la verdad, yo desconfío mucho de esa entelequia que se da en llamar ?la sabiduría popular?. En primer lugar, porque abarca demasiados ámbitos, en todos los cuales dudo mucho que campee por sus fueros la inteligencia genética de las masas. Así, se supone que ?la sabiduría popular? es capaz de recetarnos menjurjes para el cólico; darnos consejos sobre cómo curar mal de amores y ofrecer remedios para saber qué hacer con ciudades coloniales gobernadas por chimpancés y tomadas por orangutanes. Me parece un espectro excesivamente amplio de conocimientos.
Además, si ?la sabiduría popular? es tan sabia, ¿por qué tanta gente se halla tan mal? Si a ésas vamos, el sabio pueblo debería tener resueltas sus necesidades básicas de comida, vivienda, educación, empleo, salud y preferencias deportivas a punta de puro sentido común. Algo me dice que las cosas no funcionan así.
Y para acabarla, en muchos casos ?la sabiduría popular? apela a mitos y leyendas que de alguna manera se han perpetuado, a pesar de ser notoriamente falsas, pero que ya se han incorporado a ese fantasmal núcleo de conocimientos? como veremos más delante. Adiós, calle de ladrillo amarillo. Adiós, método científico.
Además, buena parte de ?la sabiduría popular? tiene la cochina costumbre de eternizarse de manera gráfica. Así, Simon & Garfunkel dicen (en ?Sounds of silence?) que ?Las letras de las palabras de los profetas están escritas en una pared del Metro?. Y los tumbaburros de nuestros camiones urbanos están repletos de mensajes nada esotéricos que le transmiten al lector gozosas gotitas de ?la sabiduría popular?.
Uno de los más mentados y conocidos es ése que dice: ?Y todo por no estudiar?. Esto es, que el autor de tan lacrimógena queja trabaja de chofer porque anduvo de vago en lugar de aprendiéndose las tablas de multiplicar y memorizando las capitales de países de África que, a estas alturas, están catalogados como ?No-Estados?, dado que no cuentan con Gobierno, Ley ni orden perceptibles. Sí, como Oaxaca.
Por supuesto, el lamento tiene que ver con eso que llamamos ?la sabiduría popular?: si no estudias, no progresas. Pero si estudias, ?serás alguien en la vida? (whatever that means). Lo raro es que nos estamos encontrando licenciados en derecho conduciendo radiotaxis, y másters en administración volteando hamburguesas en no pocos de los carritos que pululan para alimentar apresurados. Lejos estoy de insinuar siquiera que esas nobles tareas no sean significativas ?para ser alguien en la vida? (whatever life that is). Pero supongo que para dedicarse a esos menesteres no había necesidad de pasarse algunos años en una Facultad o Escuela Superior. Algo anda mal en este mundo cuando uno empieza a dudar de ?la sabiduría popular? de los tumbaburros de los camiones urbanos.
El caso es que, gracias a la colosal ineptitud de nuestra clase política, la educación ha dejado de ser una poderosa herramienta de movilidad social. Antiguamente (me refiero a hace unos veinte o treinta años) el ingresar a preparatoria y cuantimás el egresar de una carrera profesional, eran garantía de acceder a niveles de bienestar (y clase social) superiores a los de los progenitores.
Pero ya no es así, dado que nuestros políticos han hecho todo lo posible porque en México no haya inversión, creación de riqueza ni generación de empleos. En vista de que la jaula de simios que es la actual LX Legislatura no pinta mejor que las anteriores, mucho me temo que las cosas seguirán igual. Y la educación no será salvaguarda alguna para vivir mejor que la anterior generación. Sorry, pero así son las cosas.
Todo hay que decirlo: más o menos lo mismo ocurre en buena parte del mundo. En Latinoamérica, la educación superior resulta una palanca de progreso social cada vez más endeble y chafona. En Europa también resulta común encontrarse candidatos al doctorado jalando de meseros o guías de turista.
(Anécdota personal Opus 564: por mera rutina, nos hicimos amigos del recepcionista del hotel de Granada en donde nos quedamos un mes. En una de ésas nos soltó una muy erudita conferencia sobre las dinastías nazaríes, las etapas de construcción de la Alhambra y por qué hace gorgoritos la Fuente de los Leones. Asombrado, le pregunté cómo era que sabía tanto. Sí, lo adivinaron: era Doctor en Historia del Arte, y aquélla era la mejor chamba que había encontrado? por el momento).
Además, y a propósito de la LX Legislatura: muchos de sus integrantes prueban que se puede ser analfabeto funcional, una perfecta acémila y ganar 140,000 pesos al mes. Por no decir nada del dinero ajeno que esos bellacos gastan a puños sin orden ni límite. No sé si eso clasifica como ?ser alguien en la vida?.
En todo caso, el tabú de ?la sabiduría popular? permanece: si no estudias, te espera un futuro profundo y negro como tu suerte. Todo lo cual tiene que ver con el chismarajo político más importante de la semana en Estados Unidos.
Como quizá ya lo sepan, en un par de días habrá elecciones legislativas en el vecino país. Y se ven interesantes, dado que según las encuestas los republicanos corren el riesgo real de perder el control de ambas Cámaras del Congreso. Así, luego de doce años (y ni un momento demasiado temprano), podría darse por concluida la llamada Revolución Conservadora que puso en los controles a la derecha neandertal norteamericana.
Lo que ocurre en Irak, y que el electorado se diera cuenta que la cara de tonto que veían en sus televisores no era un promocional de Los Simpsons sino el presidente de su país, hacían posible concebir la esperanza de que los demócratas volvieran a dominar el Poder Legislativo? esto era, hasta que procedieron a practicar su deporte favorito: dispararse en el pie.
En un discurso frente a un auditorio estudiantil, el senador y ex candidato presidencial John Kerry se puso a criticar a Bush, de quien todo el mundo sabe fue un estudiante peor que mediocre. Para remachar, Kerry salió con que ?ya saben: a echarle ganas, a estudiar, si no quieren terminar atascados en Irak?. Traducción: sólo los burros, los reprobados y los ignorantes están en el ejército, jugándose el pellejo y peleando una guerra sin sentido.
Los republicanos, que para esto se pintan solos, aprovecharon la coyuntura para acusar a Kerry de denigrar a los patriotas y heroicos chicos que están defendiendo la democracia, la libertad y la comida chatarra en el pantanal iraquí. Kerry se apresuró a aclarar que él no había querido decir lo que había dicho (¿Les suena conocido?), sino que había contado mal un chiste. Había querido decir algo como ?estudien o terminarán enviando a alguien a pudrirse en Irak?. O sea que el burro era Bush, no los soldados. Pero con el carisma de torta-de-aguacate-de- hace-una-semana que le caracteriza, Kerry se cuatropeó todo ante la necesidad de desplegar tan agudo ingenio. Total, que a ver cuántos votos les cuesta a los demócratas un chiste tan furris y mal contado, además.
Pero que, ojo, tocó una fibra muy sensible: es vox pópuli que el ejército norteamericano se ha convertido, como nunca antes, en el refugio de inempleables, indeseables y simples inútiles. Dado que a caballo suicida no se le ve el diente, ni quién le ponga peros a las limitaciones intelectuales y morales de los nuevos reclutas. En ese sentido, como que Kerry dio en el clavo? por no saber contar un chiste. Y de ahí la reacción desmesurada que hemos visto.
Por lo pronto, pónganse a rezar de aquí al martes. No es por nada, pero a esas elecciones deberíamos seguirlas con tanta atención como a las de acá.
Consejo no pedido para ser bien educado con la APPO: vea ?El Graduado? (The Graduate, 1967) con Dustin Hoffman y la recién departida Anne Bancroft, que no tiene nada que ver con lo tratado hoy, pero que sigue estando divina e incluye un soundtrack de pelos? que incluye ?Sounds of silence?. Provecho.
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