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Los futuros de nuestro comercio exterior

Julio Faesler

El tema del futuro de nuestro comercio exterior en los años por venir, no sólo implica lo que queremos lograr, sino qué decisiones hay que tomar para alcanzar las metas.

En un escenario cada vez más comprometido en la mundialización, no podemos dejar al garete nuestras decisiones o a las resultas de lo que dispongan las leyes del mercado. Éstas están para ayudarnos a impulsar nuestro bienestar y no para determinar si hemos de lograrlo o no. Hay que decidir a dónde queremos que estas leyes nos lleven.

En primer lugar, queremos un comercio exterior que desarrolle nuestros recursos humanos y naturales y que al hacerlo, no nos lastre financieramente. Seguir con déficit recurrentes, drena recursos que deberíamos emplear en reinversiones o en programas sociales. Tampoco debemos financiar nuestros déficit de comercio exterior con inversiones extranjeras.

Ante una intensa competencia internacional se es más eficiente cuando se tienen mayores ventajas comparativas, tenemos que aprovechar al máximo nuestra posición geográfica, nuestra mano de obra que ya es reconocida como altamente competente y nuestros recursos naturales.

Existe una íntima relación entre comercio exterior y desarrollo regional. Ambos se apoyan recíprocamente. Al hacerlo, se fomenta en cada localidad del país las actividades micro, pequeñas y medianas, así como el desarrollo comunitario y de cada familia motiva el ahorro. Se crea así la oferta que, al ser exportable, también es competitiva en el mercado interno frente a los rivales de importación.

La capacitación que se requiere para mejorar los niveles internacionales de calidad es uno de los beneficios que se obtiene con una exportación activa. La formación de capital humano que esto significa se logra con programas que se retroalimentan produciendo un fortalecimiento cada vez mayor de la capacidad productora del país.

La atracción de inversiones nacionales y del exterior se vuelve más efectiva si los inversionistas saben que existe un programa de desarrollo sustentable que propone prioridades regionales, que señala recursos explotables, da facilidades administrativas, ofrece condiciones de seguridad personal y jurídica.

Conjuntadas las energías de los sectores productivos y de inversionistas, el país se encuentra en mejores condiciones de aprovechar los acuerdos que tenemos con más de 40 países dentro y fuera de nuestros compromisos regionales dentro del TLCAN, del acuerdo marco con la Unión Europea, los arreglos con el Caribe y pronto como miembros del Mercosur.

Al hacerlo, los empresarios mexicanos deberán saber cómo tejer sus asociaciones en el marco de la mundialización a manera de asegurar la consolidación de cadenas productivas completas superando la situación actual de maquila bajo dirección extranjera.

El proceso de integración de cadenas productivas que enlacen nuestra planta agrícola e industrial debe ser coordinado por comités locales de comercio exterior que reúnan al sector público, empresarios, agentes financieros, productores y al sector laboral a los niveles estatal y municipal, con las coordinaciones zonales que se requieran. Se realiza el enlace entre el comercio exterior y los polos locales de desarrollo.

La consolidación económica del país da un comercio exterior vigoroso, y respalda nuestra intención de contribuir a la prosperidad mundial mediante la cooperación en todos los ámbitos posibles. Al hacerlo afirmamos nuestra identidad cultural y nuestra soberanía. México puede y debe participar en los esfuerzos internacionales para solucionar asuntos de preocupación mundial, como son la lucha contra la pobreza, la defensa de los derechos humanos, la promoción del trabajo digno, el medio ambiente, la eliminación del narcotráfico y el apoyo a los países en sus programas de desarrollo económico y social.

Entre las consideraciones que se recogen en el marco de los Foros 2030 organizados para aportar elementos al Presidente Electo Felipe Calderón se detectan tres opciones claras en materia de comercio exterior:

1. Seguir por el sendero que nos reduce a ser un engrane más de una maquinaria globalizada compuesta por empresas internacionales que absorben progresivamente nuestra planta industrial y agrícola y determinan en qué habremos de ocupar nuestros trabajadores.

2. Rechazar radicalmente la fórmula anterior y entregarnos a las promesas populistas imposibles de cumplirse, para acabar aceptando los mismos parámetros de sumisión inicialmente condenados.

3. El camino del desarrollo de una economía que se basa en decisiones consensuadas a pequeño y mediano nivel en cada una de las regiones o polos de desarrollo que, al articularse entre sí, forman un proyecto integral que responde con eficiencia económica los esquemas que la mundialización y cumple las aspiraciones populares.

Correo electrónico:

juliofelipefaesler@yahoo.com

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