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Los hongos

Gilberto Serna

Estos tiempos no son más los de antes, cuando los grupos eran correteados por las fuerzas policiales que usaban las cachiporras para ablandar a los revoltosos, dispersando a la muchedumbre mediante el uso de morteros lanzagranadas de gases lacrimógenos, cuando dirigentes de los movimientos eran rudamente llevados a la cárcel sin que nadie se atreviera a responder al uso de la fuerza bruta. Eran días aquellos en que los disidentes eran sometidos con el aplauso de los sectores sociales porque alteraban el orden público. Eso quedó atrás. Las escenas nos muestran a los elementos policiacos saliendo en plena desbandada con su equipo a rastras y el orgullo deshecho, mientras agudos proyectiles los persiguen sin ningún respeto, cayendo como una lluvia de meteoritos sobre la humanidad de los que han sido obligados a poner tierra de por medio ante el arrebato de los que antaño eran sus víctimas. Lo peor es el ridículo al que son expuestos los elementos de las fuerzas del orden, al ser despojados de sus equipos siendo golpeados y desnudados. Los cuerpos de seguridad no lo son más. Hay una línea muy angosta entre una gresca donde nadie es capaz de encontrar una salida negociada y un movimiento de desobediencia total que pone al Gobierno contra la pared.

No sé si el gremio de maestros tenga la razón para realizar el enfrentamiento con el poder público, no sé si el gobernador Ulises Ruiz haya tomado correctamente la decisión de desalojar por la fuerza a los maestros, lo que sí me queda claro es que el principio de autoridad ha quedado hecho añicos, ¿es la estulticia de quienes gobiernan o es el sistema político que no da para más? Se ha venido incubando una inconformidad social de consecuencias incalculables. ¿Qué seguirá después? es lo que se preguntan los mexicanos de allá y de acá. Los comicios federales están a la vuelta de la esquina. A menos que una cabeza fría tome las riendas del asunto, poniendo a cada quien en su lugar, las cosas pueden tomar un rumbo insospechado. Lo peor es que la escalada de violencia ha ido creciendo al paso de los días construyéndose un abismo entre las partes que en estos días parece insalvable. Los maestros piden la caída del mandatario estatal que demudado no ve la hora en que la tempestad acabe y venga la calma. Al contrario la tormenta arrecia y nuestros políticos, que son buenos para atizarle a los periodistas cerrando un periódico con demandas de falsos trabajadores, no saben qué hacer, cómo responder cuando hay relámpagos, rayos y centellas.

Los maestros realizan un paro de labores en las 14 mil escuelas del estado, afectando a un millón 300 estudiantes. Además efectúan un plantón en pleno centro histórico de la ciudad de Oaxaca, considerada desde 1987 como patrimonio cultural de la humanidad dada su importancia arqueológica donde se hallan las míticas ciudades de Mitla y Monte Alban. Sus ríos más caudalosos son el Papaloapan y el Coatzacoalcos. Es una entidad agreste cuyos habitantes suelen ser amables con el turismo. Tienen un gobernador del que lo menos que puede decirse es que goza de una torpeza descomunal que lo llevó a querer desalojar a los pedagogos mediante el uso de la fuerza policiaca en una acción que lo único que demostró es que no tiene las neuronas en su lugar. Lo que produjo, al no calcular el alcance de su bélica acción, fue radicalizar a los educadores que al grito de la oportunidad la pintan calva se han atrincherado en el lugar del que quiso moverlos el gobernador con espíritu fascistoide.

Es una tierra considerada mágica, en la que predominan las distancias derivado de que la entidad se encuentra en abruptos terrenos; es allí en la montaña de pueblos casi inaccesibles donde se dan los hongos alucinógenos que hicieron famosa a María Sabina. Los hongos son capaces de provocar trastornos mentales transitorios en los individuos que los ingieren, logrando crearles sensaciones o percepciones imaginarias. Esto le pasa a algunos políticos, especialmente a los que ocupan un cargo de elección popular. Una vez que se sientan en el sillón de su despacho, donde reciben los halagos de una claque que los adula, los elogia y les prodiga cuanta zalamería se les antoja, ante una crisis le distorsionan la realidad haciéndole creer que es una conjura de sus enemigos, nunca un error en sus decisiones, por lo que no hay nada que corregir. Creo que eso le pasa al gobernador Ulises Ruiz. No es que sea fungófago aunque sí dudaría en negar que, agregando nitro a una mezcla macerada de ciertos hongos, esté elaborando una materia altamente inflamable.

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