En el futbol mundial de todos los tiempos han existido jugadores cuya ausencia le cambia la cara a un equipo, a una selección, a todo un continente, incluso al balompié universal.
Son los insustituibles, título que no significa que alguien ocupe su lugar sino que venga el guapo que llene sus zapatos, para lo que se ocupa una poca de gracia y otra cosita.
El primero en la lista es Edson Arantes Do Nascimento, conocido en el mundo como el ?Rey Pelé?; este brasileño que ganó su primera de tres Copas del Mundo a los 17 años, es el jugador emblemático del deporte con mayor poder de convocatoria en el orbe.
Por decenas se pueden contar los brasileños que al arribar al combinado verde-amarelho son bautizados como ?el sucesor de Pelé? pero el trono sigue vacante ocupado sólo por la imagen legendaria de este embajador del futbol y de la buena voluntad.
Diego Armando Maradona es otro que trascendió la historia para dar paso a la leyenda. Al margen de sus desórdenes personales y excesos, es innegable la magia que Dios le confirió a este bienamado del pasado reciente.
Con condiciones extraordinarios e incluso poco creíbles en un cuerpo chaparro y contrahecho, el ?Pelusa? asombró al mundo desde su aparición con el modesto club de Argentinos Juniors.
Ganó la Copa del Mundo de México 1986 guiando al equipo argentino por la senda del ensueño y vio forzado el retiro por la vía del doping.
Su caída y asombrosa rehabilitación nos hablan de un guerrero con toda la barba. México también ha tenido su estandarte y es Hugo Sánchez Márquez.
Poseedor de un carácter decidido y un blindaje mental a toda prueba fue a España a mostrar cómo se meten goles de toda manufactura; todavía no aparece nadie como él y menos en esta época de avaricia ofensiva.
Existieron los Cruyff, los Di Stéfano, los Charlton, los Müller, los Platini y otros muchos más pero a esta terna no la mata pókar. En México, aunque a muchos les disguste, la categoría de insustituible la posee sólo un jugador: Cuauhtémoc Blanco.
Dueño de un talento inconmensurable, de una técnica individual muy por encima del resto, de una vagancia mental que lo invita a retar a todos y de una afición a la pelota que le lleva a quererla siempre dentro de la cancha, el ?Cuau? vuelve por enésima ocasión por sus fueros.
El América y la Selección son otros sin él; la millonaria inversión de las Águilas sólo puede dar frutos con Temo en la cancha. Para prueba, los minutos jugados en esta semana de ensueño. En contrapartida con los insustituibles, hay equipos donde al dueño le deben asaltar unos enormes deseos de correrlos a todos; Ese es el caso de los mininos apodados Tigres de la Universidad de Nuevo León.
Con una temporada bastante malita el cuadro norteño se comió una goleada histórica en Toluca con una actuación tan mala que hasta hizo ver ofensivo al cuadro del ?Tolo? Gallego. Una verdadera vergüenza de la que nadie, desde el presidente hasta el utilero, se salva.
