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Los mercaderes de la mentira

Fidencio Treviño Maldonado

“Quien dice una mentira mil veces, la puede convertir en una verdad…”

“¿Quién quiere comprar políticos a muy elevado costo? -El pueblo de México-”.

Sí, parece mentira, pero somos especialistas en la adquisición de gobernantes y cada vez los escogemos de pésima calidad, cada día la política nacional nos oferta una mercancía más corriente.

Son los mismos, el monopolio político también se apropió del mercado, cuando algunos ciudadanos pensaron que el caciquismo estaba desterrado, pues en pleno siglo XX1 con el modernismo galopante en la ciencia, la medicina y otros rubros, el caciquismo gansteril y la obediencia ciega en la política nacional se da.

Es verdad, no es parecido al de Maximino Ávila Camacho en Puebla, al de Gonzalo (“El Alazán”) Santos en San Luis Potosí o Terrazas en Chihuahua, etcétera, sin embargo, en Tabasco impera el de Madrazo y en Oaxaca Murat; Elba Esther Gordillo otro caso caciquil en el gremio magisterial, que el pasado 15 de mayo salta a la palestra nacional con uno de los sindicatos más charros y corporativistas de México el SNTE.

Un nefasto Napoleón Gómez Urrutia heredero del trono minero que es seguido por sus lacayos que son capaces de masticar la comida por él (el síndrome de Estocolmo en todo su esplendor), sin faltar pequeños reycitos con un feudo regional o aldeano como los hay en algunas comarcas el caso de La Laguna por el lado de Durango que no queda exenta, en el Bajío aún hay rezagos y uno que otro “Jalisquillo”.

Y no son los partidos políticos los que hacen la corrupción ¡No! Son los hombres y mujeres que manejan a su antojo el partido y bajo las siglas hacer usufructo y seguir con ese arquetipo.

Desde el año 1936 hasta 1987 el PRI y las siglas anteriores de este partido no necesitaron propaganda o mercadotecnia, inclusive José López Portillo no tuvo contrincante, es decir con el voto de su familia podía haber ganado en ese tiempo.

Sin embargo, la campaña foxista nos mostró que la política nacional es mercancía y se gana con dinero y propaganda, esto, la mercadotecnia bien dirigida y un pueblo cansado del régimen autoritario, de un partido único, con el Congreso controlado, los gobernadores de un solo lado, el aparato de justicia impuesto por el partido hegemónico, el control del Estado dentro de los organismos electorales, los líderes prostituidos, en fin, un PRI-Partido como instrumento de manipulación y represivo en muchas de las veces, más las promesas cargadas de mensajes subliminales que Fox vendió al pueblo eran muy simples y desde luego incumplidas desde cualquier ángulo que se les viera.

Sin embargo, en los jóvenes logró levantar expectativas, también lo hizo con los empresarios y obreros, con las ofertas llenas de fantasías -elevar a un ocho por ciento el PIB en un año; arreglar a los zapatistas de Chiapas en 15 minutos y generar un millón de empleos en un año- amén de otras promesas como castigar a los bandidos de “cuello blanco” y abrir la lista del IPAB (Robaproa); impulsar la educación y reactivar el campo, sembrar changarros hasta en las calles, todas fueron y son mentiras ofrecidas en la mitomanía que impera en el lenguaje político y el oficial.

Ahora que los políticos tienen la urgencia de llegar al poder, la mercadotecnia es quien sin duda los sacará adelante, poco importa venderle el alma al diablo o seguir la sentencia maquiavélica.

El fin justifica los medios, donde la astucia para el engaño no conoce límites y una habilidad heladamente calculada en un lenguaje redentor y lleno de candor cuya única pretensión es encaramarse en el carrusel de fantasía del mundo feliz.

Para desgracia de los mexicanos esa misma oferta y demanda que nos brinda la mercadotecnia política es sufragada por nuestro propio dinero, donde muchas plumas alquiladas también participan en estas obras representadas por la desfachatez y sin asomo del mínimo decoro ético, ya que esta mercancía política es una exhibición de delirio tétrico por parte de los políticos que en la mayoría de los ciudadanos provoca escalofríos por la brutalidad y ferocidad incontrolada con que se maneja y hacia quien va dirigida.

Los vendedores profesionales de mentiras están a la vuelta del oscuro callejón acechando como viles vendedores piratas, por una despensa, por 50 o 100 pesos y otras ofertas, con juegos de palabras empezarán a jugar con el dolor humano y la miseria, explotarán el analfabetismo de la población, nacerán los candidatos mesiánicos, los carismáticos, los de los proyectos irrealizables, los idealistas y la venta de promesas de vivir en el mundo feliz sin compromisos y sin sacrificios; sólo que en todo esto hay un pequeño problema, muy simple y se llama el Voto, ese que sin duda llevará a la cumbre al que diga la mentira más grande.

En fin, los modos de gastar nuestro dinero en propaganda política es igual a tirarlo en un pantano y mientras en nuestro cerebro no le pongamos algo de rigor mental y sigamos indiferentes y benévolos con los “mercaderes de la mentira” entiéndase “políticos” y presuntos vividores de las arcas del pueblo, las mentiras cada día tendrán un mayor costo y el precio social será incalculable y si no es verdad, sólo basta ver lo que se engulle un senador/a o un diputado/a federal al mes o cómo vive un simple presidente municipal de cualquiera de los dos mil 487 rascuaches municipios que componen nuestro pobre país que se cae a pedazos y todo por seguir comprando mentiras.

kinotre@hotmail.com

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