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Los migrantes mexicanos y EU

Juan de la Borbolla

Los migrantes mexicanos en Estados Unidos constituyen un fenómeno económico, social, cultural y político de enorme importancia tanto en lo que se refiere al desarrollo de aquel importantísimo país vecino al nuestro, como para el propio México, dado el enorme flujo de capital que suponen las remesas que envían nuestros paisanos a sus familias de este lado de la frontera. Pero sobre todo para aquellos que se ven en la necesidad de abandonar su propio terruño, para emigrar en busca de mejores oportunidades a veces a costa de su vida.

Estados Unidos a lo largo de toda su historia, ha sido un país receptor de inmigrantes, constante ésta que le ha permitido asumir en muchas ocasiones con verdadero orgullo, su característica de ser crisol de razas y culturas.

Aunque por otra parte resulta triste el hecho de que un país tan abierto a la inmigración muestre tanto recelo contra nuestros paisanos, obstaculizándoles procesos de legalización de su estancia que en cambio a inmigrantes europeos o incluso asiáticos se les facilitan.

Existe en ciertos sectores norteamericanos una actitud soberbia que considera que el problema de la inmigración de los hispanos en general y los mexicanos en particular se debe exclusivamente a los factores de pobreza, de pereza y de limitación de oportunidades para el desarrollo que existe al sur del río Bravo, por lo que ellos son especie de redentores que están beneficiando a dichos “espaldas mojadas”, sus familiares en México y en general a este país y los demás del área que están solamente para exportar dicha mano de obra poco calificada.

Sin embargo, en su soberbia no quieren contemplar una realidad incontrovertible: Estados Unidos simplemente no podría trabajar sin la labor de los inmigrantes, buena parte de los cuales son de origen hispano.

El 34 por ciento del trabajo doméstico contratado en los hogares que disponen de esa posibilidad, lo hacen inmigrantes de primera generación es decir recién llegados a Estados Unidos, en tanto que trabajos agrícolas, ganaderos y pesqueros son desarrollados en un 23 por ciento por los inmigrantes. 21 por ciento de la planta industrial en ensamble es de inmigrantes, los cuales en otras áreas como albañilería, jardinería, etc., están ocupados en una proporción del 18 por ciento respecto de los nacidos en Estados Unidos.

La estadística puede tener la relatividad derivada de que buena parte de dichos inmigrantes son indocumentados, pero manifiesta que en este momento el desarrollo norteamericano no podría prescindir de ese trabajo arduo, pesado, agobiante y despreciado por los blancos y los afroamericanos, por lo mismo derivan esta clase de labores en los recién llegados.

La migración es un fenómeno de nuestros tiempos y tiene su origen no solamente en el desfase entre las economías nacionales tercermundistas, respecto de las de los países más desarrollados, sino que obedece también a la negativa existente en los mismos países ricos, de emplear a sus ciudadanos en actividades que requieren de mayor esfuerzo y sacrificio. Y eso nuestros vecinos del norte debieran cuando menos de reconocerlo.

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