El desafuero, su trato con el EZLN y la boda con Marta Sahagún, son algunos de los momentos que marcaron el sexenio.
EL UNIVERSAL
MÉXICO, DF.- Aquella mañana de abril del año 2001, a bordo del avión presidencial TP-01, el vuelo rumbo a La Paz, Baja California Sur, Vicente Fox Quesada se veía y se le escuchaba muy seguro, firme en sus expresiones.
Desayunaba, mordió un bolillo y bromeó: ?!Este pan sí que está duro¡?. Luego escuchó a quien le preguntaba su opinión sobre la actitud del entonces jefe del Gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador, quien por aquellos días, mencionaba la posibilidad de acudir ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación para que en el Distrito Federal no se aplicara la medida del cambio de horario que implica adelantar una hora los relojes.
Sonriente, el jefe del Ejecutivo dijo: ?Andrés anda queriendo hacer ruido, pero no va a poder, nos hará los mandados?.
Una de las personas que acompañaba a Fox intervino: le dijo que parecía evidente que López Obrador iniciaba ya entonces, su carrera hacia la candidatura para la Presidencia de la República y que lo quería hacer enfrentándose con Fox.
?Miren, la pelea que yo tenía que ganar, la gané, fue la de las elecciones del año pasado. Ahora lo mío es gobernar, promover el cambio. Andrés Manuel se quiere subir al ring pero al menos conmigo no se va a poder. Tendrá que hacer rounds de sombra. Ciertamente sería un gran error de mi parte hacerle el juego, se colocaría como víctima, yo lo haría crecer. No, no lo haré?.
Pasaron los días, se hicieron semanas, meses, años. Una noche, en Los Pinos, hubo una reunión muy especial. De ella platicó hace poco uno de los principales integrantes del primer círculo foxista:
?Estuvieron con el señor presidente, el ministro Azuela y quienes eran secretario de Gobernación, Santiago Creel y procurador general de la República, Rafael Macedo de la Concha. Lamentablemente no estuvimos, no supimos del encuentro ni Ramón Muñoz ni yo. Y fue entonces cuando le informaron al presidente del desacato en que había incurrido López Obrador por el caso del predio El Encino. Le expusieron sus argumentos, le convencieron que procedía el desafuero. Y de ahí se desataron las cosas. Eso sí, en todas las reuniones posteriores que tuvimos para hablar del asunto, para empezar, como una letanía, un mantra, el presidente Fox nos repetía: ?Ni cárcel ni inhabilitarlo como candidato. Que en todo momento quede claro que nos interesa preservar el Estado de Derecho?. Ésa era su firme posición. Ya después pasó lo que pasó, lo que en conjunto significó un gran error, un desastre por la forma en que se llevaron las cosas y como concluyeron?.
Y ocurrió que ese asunto, el del desafuero, se convirtió en uno de los hechos, uno de los capítulos, quizá el que más, que marcó el sexenio que está por concluir. Andrés Manuel López Obrador no quiso rounds de sombra.
El enfrentamiento fue inocultable. El que fue jefe de Gobierno y luego candidato, de una y varias maneras, se convirtió en la sombra de aquél que al principio aseguraba que no le haría el juego.
Vicente Fox, a punto de retirarse a la vida privada. Ha dicho que hará labor social. Se sabe que dará charlas, conferencias. Al cumplir dos años de su Gobierno, aseguraba que se retiraría de la política, que posiblemente escribiría un libro y pasaría la mayor parte del tiempo en su rancho, pero también caminaría por las calles de las ciudades e iría a restaurantes.
El todavía jefe del Ejecutivo, en una entrevista en el año 2004, manifestó que entre las decisiones más difíciles que había tomado, las cruciales, estaban la de haber dado ?luz verde? para que el subcomandante Marcos e integrantes del EZLN salieran de Chiapas, recorrieran el país y llegaran hasta el Zócalo de la Ciudad de México y a la Cámara de Diputados. Otras decisiones: determinar que ante las protestas de los macheteros de San Salvador Atenco no se construyera el nuevo aeropuerto y estar de acuerdo con que se llevara adelante las investigaciones del llamado Pemexgate.
Vicente Fox y los hechos que marcaron los recientes seis años de su vida y en gran parte, de la del país. Acontecimientos públicos y otros, tras los muros de Los Pinos, que ahí están, ahí quedarán:
Tanto en su campaña, como al protestar en el Palacio Legislativo de San Lázaro como presidente de la República y en varias declaraciones más, aseguró que como parte fundamental del cambio en el país, la regla sería: ?El presidente propone y el Congreso dispone?.
Sin embargo, desde el primer día de su mandato se produjeron enfrentamientos con el Poder Legislativo. Los representantes de la Oposición se molestaron, se inconformaron porque Fox hizo algunos cambios en el texto constitucional que establece los términos de la protesta y al iniciar el mensaje, antes que dirigirse al Congreso de la Unión, saludó a sus hijos.
Después, en dos ocasiones, la negativa del permiso para que realizara viajes a Estados Unidos y Canadá y posteriormente, hace poco, a Vietnam y Australia.
El mandatario le respondió, les recriminó en sendos mensajes a la nación. Y ahí queda el conflicto por el presupuesto de Egresos para el año 2004. Los legisladores del PRD y el PRI transformaron radicalmente la propuesta que había enviado Fox. Ya el año anterior le habían rechazado la iniciativa para aplicar el IVA a alimentos y medicinas. El presidente de la República vetó de hecho el presupuesto y acudió a la Suprema Corte de Justicia. Y junto a ello, una y varias declaraciones acusatorias contra priistas y perredistas quienes, según él, frenaron las transformaciones que necesita México al oponerse a los proyectos de reforma energética y fiscal.
Fox y su estilo. Tuteó a Fidel Castro en una conversación telefónica, intentó convencerlo de que en la cumbre de Monterrey sobre financiamiento para el desarrollo, interviniera, participara en la comida y se marchara. Poco después, Castro dio a conocer la grabación de esa charla.
Vicente Fox y su vida que debería ser privada, que desde Los Pinos se hizo pública. Así, el dos de julio del año 2001, poco después de las nueve de la mañana se conocieron imágenes de video, fotografías de la ceremonia de su boda con Marta Sahagún, y el beso. Hubo otro que ellos hicieron famoso, la autodenominada pareja presidencial, de espaldas a la catedral de San Pedro, en El Vaticano, cariñosamente daban sus labios para las cámaras. El Papa Juan Pablo II había recibido por separado, no juntos como a otros jefes de Estado y sus esposas.
Él, un hombre amoroso, que primero dijo que sería cuestión de Marta Sahagún decidir si buscaba ser candidata y después tuvo que retractarse.
Y esa sombra, ese capítulo del desafuero. ?Ésa una cuestión judicial, de ninguna manera política?, insistía cuando hablaba del tema.
Más adelante él mismo propuso una solución.
Y aquella mañana, en el aire, firme, seguro, dijo que no cometería el error de enfrentarse, de subirse al ring.