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Los otros mexicanos/Diálogo

Yamil Darwich

Las manifestaciones de los inmigrantes latinoamericanos, efectuadas el primero de mayo en distintas ciudades de los Estados Unidos, nos dejan la responsabilidad, pasada la primer tormenta, de analizar los ¿por qué? de estos acontecimientos. Reunieron, al menos, a dos millones de mexicanos, cifra impresionante si tomamos en cuenta las declaraciones hechas por el canciller Luis Ernesto Derbez, que calcula en cuatro millones los compatriotas indocumentados.

Previo al acontecimiento, algunos medios publicaron sus pronósticos en cuestión del daño en los intereses de los empresarios del país del norte: pérdidas cuantificadas en aproximadamente 400 mil millones de pesos, sólo por caída de las ventas en el territorio nacional, siendo McDonald’s los más afectados con 190.5 millones, Coca Cola con aproximadamente 133.5 millones; Pepsi Cola con 71 millones, Grupo ELSA –Burger King, Starbuks y Domino’s Pizza, entre otros– con 13.5 millones, etc.

Sin embargo, el dinero no es lo más importante; con el acto, los norteamericanos pueden medir la fuerza de un grupo étnico hasta ahora “dormido”, que con base al acoso y abuso empiezan a despertarlo. ¿Qué sucedería si todos los latinos de algunos estados, como California, votaran? Ahora todos dimensionan esa repercusión política, problema considerado del futuro.

Las acusaciones de radicales norteamericanos tampoco se hicieron esperar; así, Sensenbrenner, congresista republicano, promotor de la Ley repudiada internacionalmente, declaró: “El Gobierno de México exporta gente y se beneficia con las remesas que envían sus emigrantes, al tiempo que Estados Unidos paga los costos por mantenerlos”. Visión parcial, aunque nos beneficiamos con los envíos –aproximadamente 20 mil millones de dólares, contra 26 mil millones por venta de petróleo– también el trabajo de los inmigrados es importante para la economía de aquel país.

Por cierto, Sensenbrenner, es el congresista más gastador en viajes, habiéndose reelegido 14 veces, es conocido por su acervado sentimiento xenofóbico, criticado por el pastor presbiteriano Garrett Kamerlins, quien dijo una gran verdad: “Le toca el distrito más rico de la sociedad, que no se ocupa de los necesitados”, definiendo con esa frase su egoísmo y miserable visión humana.

Pero si el republicano es radical, el locutor de Arizona, Brian James, simplemente es un enfermo mental. Se atrevió a sugerir ante sus radioescuchas que la Guardia Nacional participara en el asesinato de indocumentados y los miembros de la Reserva del Ejército Estatal recibieran un bono de 100 dólares por cada asesinato; además, dijo se sentiría feliz de sentarse en la frontera con México, usando un rifle de alto poder y mira telescópica nocturna, para disparar a indocumentados de manera indistinta. El presidente Bush simplemente está perdido en la toma de decisión y decide ir por el único camino que conoce: la fuerza militar.

Es justo mencionar que muchas agrupaciones norteamericanas reconocen las graves injusticias cometidas contra los indocumentados, entre ellas están: AFL-CIO -la confederación sindical más fuerte de aquel país-, la AFIN -Unión de Campesinos de EUA-, grandes trasnacionales como Tyson Foodline; Cargill Inc; el Consejo Nacional de Cadenas Restauranteras, la Cámara de Comercio Hispana y distintas organizaciones de inmigrados europeos y orientales.

Ahora repasemos lo nuestro: la Agencia Reforma informó del 81 por ciento de los mexicanos estuvimos de acuerdo con las protestas; 85 por ciento enterados de las manifestaciones; 58 por ciento conocíamos a detalle las demandas y 61 por ciento aceptábamos se sumaran migrantes centroamericanos. Por distintos medios supimos de la propuesta de no comprar el día primero de mayo, artículos comerciales de aquel país. Los datos estadísticos de lo acontecido aún no los conocemos, pero fue evidente la poca solidaridad de muchos de nosotros; somos tan insensatos que creemos no estar incluidos en el problema.

Si existen migrantes nacionales es por la sencilla razón de no haberles ofrecido alternativas de empleo y formas dignas de supervivencia en México; ésa es una responsabilidad nuestra, ineludible. Imagine la bonanza económica que representa toda esa mano de obra calificada que no podemos aprovechar.

También debemos considerar que ellos mismos se sienten defraudados; se llaman a sí mismos emigrados ilegales y quienes han podido legalizar su estancia o son descendientes de mexicanos, se autodefinen como méxico-norteamericanos y aseguran estar desarrollando una cultura diferente a la nuestra y la de los anglosajones. De nosotros toman parte de nuestras tradiciones, incluida la religión; de ellos la entrega apasionada al trabajo con calidad. Insistentemente honran a las banderas nacionales de ambos países, conservando sus gustos por la música mexicana sin negarse a participar en las expresiones artísticas de los representantes de las otras etnias influyentes. También piense en el trato que damos a esos “paisanos” cuando vienen a vacacionar?

¿Ya reflexionó que muchos de ellos se fueron a sabiendas de que no volverían?; prácticamente son expatriados, pues de regresar perderían la oportunidad de trabajar para enviar dinero a sus familiares, quienes a su vez, con el paso del tiempo, tienen menores posibilidades de valerse por sí mismos. Y, ¿qué sucedería en México si todos regresaran a buscar cómo ganarse la vida? Sin duda estaríamos en problemas, ¿no le parece?

Son bestias quienes los tratan de etiquetar de criminales, lo más desconcertante es que algunos de ellos, como el fortachón Schwarzenegger, gobernador de California es igualmente inmigrante y los trata con marcada repulsión por el color de su piel; pero seremos necios si tratamos de evadir la nuestra, cargando toda la responsabilidad a esos locos xenofóbicos.

El problema de la emigración de mexicanos a los Estados Unidos es mucho más complejo que simple “injusticia yanqui”. Atendamos las estadísticas: hablan de 400 millones de habitantes en el país del norte; de ellos, 35 millones son latinos y aproximadamente 12 millones son indocumentados. Uno de cada quince emigrados son de origen centro y sudamericano. Con eso podrá usted cuantificar las implicaciones económicas, sociales, laborales, culturales, educativas y hasta de idioma que representa tal movilización humana para la economía y Gobierno de aquel país.

Tampoco podemos pasar desapercibida esa multietnicidad y multiculturalidad, que son parte importante de los activos de la riqueza de los Estados Unidos de Norteamérica.

La propuesta de este “Diálogo”: súmese para buscar solución -muy difícil de encontrar- al problema, comprometiéndonos con ellos a través de nuestras propias acciones individuales, trabajando y contribuyendo a la creación de fuentes de empleo; buscando generar riqueza con nuestro propio esfuerzo de calidad; reaccionar positivamente al llamado de apoyo y unión solicitados; presionar con nuestra influencia -voto- ante los políticos y gobernantes, obligándolos a ser más eficientes y eficaces en sus acciones; y, desde luego, estar conscientes de la realidad vivida por nuestros compatriotas. ¿Qué piensa?

Correo electrónico:

ydarwich@ual.mx

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