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Los paquetes

Gilberto Serna

Era año de elecciones, los ciudadanos habían sido bombardeados con una propaganda que los invitaba a ejercer su derecho de votar. Después se desataría una gran inconformidad de los candidatos que participaron en el proceso. No se cubrían el rostro para manifestar que hubo fraude e infinidad de irregularidades, indicando a los cuatro vientos haber encontrado cómo se habían alterado los resultados.

El Partido (de) Acción Nacional encabezado por Manuel J. Clouhtier, el Frente Democrático a cuyo frente se encontraba Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Rosario Ibarra de Piedra del PRT, firmaban un convenio para descalificar el virtual triunfo del candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari, convocando a una movilización cívica nacional para obligar a las autoridades a clarificar a fondo el proceso electoral del seis de julio de 1988. Cuauhtémoc, por su lado, pedía que se escuchara la voz del pueblo que no deseaba la imposición de un mandatario federal, requiriendo se hiciesen plantones en todos los rincones del país.

El 16 de agosto se instaló el Colegio Electoral. Los partidos pidieron que se abrieran las urnas que contenían las boletas de 54 mil 642 casillas. Los demás miembros del cuerpo colegiado se opusieron. A las 19.55 horas los panistas enfurruñados por que no hacían caso a su petición, en un número de 50 legisladores abandonaron la sala donde sesionaban, yendo al frente su coordinador Abel Vicencio Tovar, con la clara intención de apoderarse de los paquetes electorales para lo cual bajaron a los sótanos del Palacio Legislativo de San Lázaro, en una de cuyas bodegas se guardaban los bultos con los documentos electorales, a los que no se les daba acceso, a pesar de sus protestas. Se vivió entonces un momento dramático protagonizado por 100 soldados que custodiaban el lugar quienes les impidieron el paso con las armas embrazadas, señalando la crónica de entonces que algunos miembros de las Fuerzas Armadas llegaron a cortar cartucho, esto es, que produjeron el característico corrimiento del cerrojo que permite se introduzca el cartucho a la recámara del fusil, con el inconfundible ruido metálico que infunde pavor a los seres humanos, produciendo escalofrío y espanto a los heroicos civiles que ya no pudieron avanzar.

¿Qué hubiera pasado si se produce un tiroteo? Ni imaginar: una masacre que hubiera cambiado el futuro de este país. He de destacar lo que va de ayer a hoy. Aquéllos eran los mismos de ahora, sólo que en aceras diferentes. Los que en esos días pataleaban demandando que se examinaran una a una las papeletas, atreviéndose a enfrentar a los cancerberos cuyas instrucciones eran que nadie, absolutamente nadie, que no estuviera autorizado para ingresar al lugar en que se almacenaban los envoltorios conteniendo la voluntad ciudadana, tenía permiso para introducirse a esa bóveda subterránea, ahora son Gobierno. ¿Cuándo esta República comprenderá que sus autoridades lo son por que la ciudadanía ha dado su venia? ¿Cómo entender que la tranquilidad del pueblo está por encima de las veleidades temporales de los que mandan?

Acabo de leer, regresando a lo que sucede en los días actuales, que todo el problema se reducía a que los perredistas o coalición Por el Bien de Todos, exigían se abrieran las cajas que contienen las actas, los votos depositados y las listas con el número de sufragantes. El presidente del IFE Luis Carlos Ugalde anticipó que no se abrirán los paquetes porque la Ley electoral sólo lo establece en casos específicos que no comprende el que haya inconformidad en los resultados de parte de alguno de los partidos. O sea que no es posible por que la Ley no lo contempla. Con un criterio sano hemos de recordar que lo que la Ley no prohíbe está permitido. Lo que hace la Ley es enumerar los casos en que procede abrir las urnas, no de manera limitativa sino enunciativa, por lo que es legal contar los votos cuando se considera necesario. La apertura de las cajas requería tan sólo de un simple acuerdo de los integrantes del IFE con apoyo en la inconformidad manifiesta de uno de los partidos políticos. Es más, el IFE debió ser el más interesado en que la elección fuera, en sus resultados, lo más limpia, justa y verídica de todos los tiempos, que no dejara lugar a dudas, al contrario, que diera certeza y tranquilidad a todos los mexicanos. El Trife o sea el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, de una manera u otra, resolverá este asunto.

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