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Los políticos y Freud

Alejandro C. Manjarrez

Cuando un periodista político se vale del recurso de la deducción es porque el Gobierno está cerrado o hibernando en los cajones de la burocracia rampante. No suelta nada, pues. Y ello indica que algo raro sucede en las entrañas de lo que Octavio Paz definió como el “ogro filantrópico”.

Una de las posibles razones es que los jefes traten de ocultar lo que podrían ser manejos heterodoxos a cargo de los funcionarios amigos del gobernante o incluso de él mismo (nótese que no dije corrupción).

Otra sería la ineficiencia en el manejo de la cosa pública, incapacidad que (ahora sí lo digo) es una de las variantes de la corrupción. Y la tercera se centra en el resabio, reacción ésta casi siempre producto de los complejos personales.

Cualquiera de las vertientes enunciadas deja en entredicho la solvencia de los mandatarios en turno. Vea usted por qué: malo si es corrupto.

Peor si aparte de ello está baldado por la ineficacia.

Y dramático si sus actos de Gobierno llevan el sello de la megalomanía.

De ahí que el oficio del periodista sea harto apasionante y que esta actividad nos ofrezca la oportunidad de ser los primeros en percibir para denunciar lo que resulta perjudicial para la sociedad.

Por ello resultamos incómodos, ya sea por la necesidad de deducir o bien por la enjundia informativa que produce la impotencia.

Esto es: impotencia para acabar con la corrupción, impotencia contra las manifestaciones de mediocridad política e impotencia para evitar los excesos del poder.

¿Qué diría Sigmund Freud si tuviera que incursionar en la psique de los gobernantes actuales absteniéndose de hurgar en las costumbres o tendencias sexuales del “paciente”? Antes de “inventar” la respuesta aclaro al lector que cuando los periodistas nos topamos con la cerrazón tenemos que deducir e investigar más allá de lo que establece la costumbre. Se trata, pues, de un ejercicio que nos ayuda a descubrir la verdadera personalidad política del mal gobernante, perfil que llega a definir su personalidad.

Puede ser arbitrario o violento, irracional o ignorante, misógino o vengativo, desviado o masoquista, o simplemente criminal; o todo ello junto para desgracia de la sociedad.

Ahora bien, para contestar la pregunta apuntada se me ocurre lo siguiente: que Freud estaría muy divertido (y puede ser que un poco preocupado) debido al comportamiento de algunos políticos, actitudes condicionadas a los efectos de la modernidad que ya produjo cosas insólitas.

Por ejemplo: la obligada transparencia que va de la mano con el trabajo de los medios informativos, combinación ésta que rompió las cadenas del conformismo e indujo la apertura del mundo mediático.

Como el lector sabe, hoy la denuncia y la crítica forman parte de la cultura nacional. Podríamos decir que el diván le dejó su espacio a la televisión, a la radio y a la prensa escrita. Y que el trabajo de los periodistas facilita el diagnóstico psicológico, social y político.

En fin, el caso es que en los políticos no funciona la técnica de Freud debido a que la sociedad actual sabe cómo descubrir las intenciones de los gobernantes sin tener la necesidad de acudir al subconsciente del hombre público.

Basta analizar lo que declaran, en especial aquellos viven encajonados en su pequeño y turbio mundo burocrático. Y de paso observar sus reacciones ante la crítica de los periodistas.

Tenemos, así, que gracias a la inmediatez de la noticia se ha iniciado lo que podría ser la paulatina desaparición de la impunidad, proceso que sin duda irá acotando el ejercicio del poder. ¿Ejemplos? Acudo a la contundencia de los que por recientes todavía no entran a las páginas de la historia:

*El caso Cacho-Marín que ayudó a romper algunos de los nudos que existen en las redes del poder. Gracias a ese “accidente burocrático” ocurrió la tormenta político-periodística que mostró las penumbras donde se mueven los hombres del dinero, los que carecen de escrúpulos.

*Los “machetes de San Salvador Atenco” volvieron a salir para mostrar la inoperancia política del gobierno, limitación que existía antes y que aún prevalece a pesar de la experiencia que supuestamente propicia el conocer las entrañas del poder. De ahí que las decisiones verticales se toparan con la opinión pública que, insisto, ya no tolera la prepotencia y menos aún el menosprecio a la inteligencia, atentado que se forma con las versiones oficiales de las instancias implicadas.

*El fenómeno Marcos también muestra cómo la información acaba con los mitos creados por la manipulación mediática (que también existe). Dejó de ser el “héroe de la emancipación indígena” para convertirse en una más de las expresiones sujetas a la valoración, aceptación o rechazo de una sociedad cada día mejor informada a pesar de los contrastes culturales y de la fragmentación social que persiste en México.

Ahí tiene usted, respetado lector, un leve trazo de cómo el recurso de la deducción se apoya en hechos incontrovertibles que al unirse hacen las veces de la bola de cristal que nos muestra parte del futuro inmediato (en cada uno de los eventos mencionados hubo un diagnóstico periodístico que predijo parte de lo que ocurrió).

También, de qué manera influyen en la política y en el poder los perfiles y las actitudes de sus protagonistas cuyo sustento, por desventura, suele ser la mentira completa o, en el mejor de los casos, las verdades a medias.

Correo electrónico:

acmanjarrez@hotmail.com

alemandelaro@yahoo.com.mx

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