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Los protestantes

Adela Celorio

Quizá debido a que precisamente inicia rindiendo homenaje a lo que ya no es ni está: a todos los santos y a todos los muertos, noviembre es tierra de nadie, mes-viernes en el que nada empieza y nada acaba.

Estamos atorados ante un montón de asuntos definitorios que sin resolverse, nos impiden aventarnos en caída libre hacia las fiestas navideñas que vestidas de luces y provocadoras, desde los centros comerciales nos están urgiendo a consumir. Pero no señor, estamos atrapados en este noviembre que hace agua por todas partes y ni manera de movernos, porque salir a la calle en estos días no tiene garantía de regreso dado que a toda hora y en cualquier lugar, corremos el riesgo de quedar atrapados en alguna protesta de las que porque sí o porque no, toman al ciudadano de rehén.

Tal parece que esta capital se ha convertido en la sede de un congreso nacional de protestantes. Todo aquel que tiene una queja se siente con derecho a exponerla aquí públicamente: los taxistas legales y también los ilegales ?Panteras?, protestan en el Centro Histórico. Los vecinos de Ixtapalapa bloquean el Circuito Interior porque no tienen agua. Los ambulantes del Centro Histórico se plantan para exigir más calles donde instalarse durante la temporada navideña, mientras los comerciantes instalados protestan porque se las dan.

Exhiben pancartas frente al Congreso los que apoyan la recién aprobada ?Ley de convivencia? y un poco más adelante gritan los que la desaprueban.

Protestan los comerciantes de Polanco porque la Policía nunca aparece cuando se necesita y protestan los vecinos porque la Policía ?siempre en vigilia?, de pronto se cambia de bando y extorsiona, secuestra, delinque.

Protestan quienes quieren que se realice el desfile del 20 de Noviembre, y también quienes afirman que es un ritual muy rebasado. Flavio Sosa, -alias Pitecántropo Erectus- toma las calles para protestar en nombre del pueblo de Oaxaca; aunque nadie sabe quién lo nombró representante de los oaxaqueños ni está claro el origen de su protesta.

Los perredistas en todas sus versiones, protestan a todas horas y amenazan en todo lugar con pulverizar la paz, las instituciones, y la economía, empobreciendo más aún al pueblo; amenaza que por cierto están cumpliendo cabalmente.

El cardenal Rivera protesta porque las huestes de Masquenadie, (quien hasta hace poco era su cuate y uno de sus gallos, el otro era Madrazo) les ha dado por irrumpir los domingos en la Catedral Metropolitana para protestar en plena misa de doce.

Demasiado pronto para que Calderón asuma el poder y demasiado tarde para que Fox aprenda que la palabra más elocuente es la que sirve para callarse; este noviembre se nos está como cuajando.

Nosotros contra nosotros mismos, boicoteándonos, empedrando el camino, hundiendo la nave en la que viajamos todos. ¿Qué acaso no habíamos pasado ya por ahí? Da la impresión de que, acostumbrados como estábamos a las turbulencias de fin de sexenio, necesitamos provocar nuevas crisis y volver a sentir el golpe de adrenalina y la paranoia que nos provocan, para evitar el síndrome de abstinencia. Ojalá que todo se quede en este fastidioso noviembre, y que diciembre con su energía y su buena voluntad, desenrede o al menos afloje los nudos que hemos hecho y nos encamine hacia un año con mejores modos; porque ¿a quién le sirve el caos y la barbarie? ¿A quién le sirve que sigamos engrosando el ejército de pobres? ¿A quién puede servirle que el país caiga nuevamente en la cuneta en lugar de que ruede por el pavimento hacia el futuro?

adelace2@prodigy.com.mx

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