La escena bien podría ser la secuencia de una película que aborda el tema del Apocalipsis o la tercera guerra mundial. Largas filas de carros cuyos dueños poco a poco pierden las casillas ante la posibilidad de no poder conseguir gasolina.
Con desesperación miran el reloj y comprueban que las manecillas no se detienen y que pronto serán las dos de la tarde, la hora maldita anunciada por los empresarios gasolineros para dejar de vender el combustible... la fila es larga y los milagros por desgracia no se realizan todos los días.
El caos, la desesperación y el enojo fueron por un día los sentimientos compartidos por todos los laguneros y lo anterior no se debió a una derrota del Santos, sino a la decisión arbitraria de los empresarios gasolineros de tomar como rehenes de su guerra particular contra la Profeco a los ciudadanos.
Sin medir las consecuencias, los empresarios del sector que se dicen víctimas de la Procuraduría Federal del Consumidor, decidieron dar el servicio con una sola bomba provocando largas filas, caos vehicular y conatos de bronca. Así, estos empresarios “comprometidos con la sociedad” no tuvieron piedad de secuestrar a los ciudadanos que debieron pasar horas en el sol para poder cargar combustible.
Las historias de fraudes al momento de cargar gasolina es cosa de todos los días. El ciudadano paga por un litro y si tiene suerte recibe 800 mililitros, la población por desgracia se ha acostumbrado a convivir con este abuso de algunos gasolineros, no de todos, hay que decirlo.
Para Rodrigo Roque, subprocurador de la Profeco a nivel federal, la actitud de los empresarios sólo demuestra el interés por seguir trabajando sin ninguna regulación estricta, “nosotros lo único que pedimos es que se venda litro por litro”, argumenta el funcionario mientras los empresarios se dicen hostigados. Más allá de quién tiene razón, lo único cierto es que los gasolineros le declararon la guerra no a las autoridades sino a la población.
Los comentarios en contra de los empresarios del sector, fue la constante en las largas filas. Los ciudadanos se unieron en una voz para decir que la medida era injusta y arbitraria. Ante este panorama los gasolineros si buscaban acaso el apoyo de la sociedad civil no lo lograron debido a que la estrategia fue errónea.
En medio de la crisis ninguna autoridad federal se hizo responsable para tratar de poner solución al problema, la secretaría de Economía le echaba la pelotita a la de Energía y ésta a Petróleos Mexicanos que hizo mutis durante el conflicto. La nula respuesta puso nuevamente en evidencia la ausencia del Estado de Derecho en el país, dejando de manifiesto que los intereses particulares están sobre los intereses del grueso de la población, en este tenor algunos toman machetes para impedir la construcción de un aeropuerto y otros simplemente dejan de vender gasolina.
Lo paradójico y surrealista del asunto, es que la gasolina es propiedad de Pemex y por ende de todos los mexicanos. ¿Acaso la paraestatal no es el tema favorito de los candidatos a la Presidencia para enarbolar discursos?, finalmente el sentimiento nacionalista se sustenta en la no privatización de Pemex. Pues bien, ayer los laguneros, dueños de la gasolina, no pudieron acceder a ella con la facilidad acostumbrada, afortunadamente los gasolineros recapacitaron y en punto de las dos de la tarde todo volvió a la normalidad, al menos en La Laguna mientras la amenaza de un paro nacional rondaba al país.
Es necesario que como sociedad aprendamos a dirimir las diferencias a través del diálogo y no asumiendo posturas radicales que sólo afectan al grueso de la población que la mayoría de las veces son ajenos a los conflictos de las cúpulas.
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