BELLEZA| LA SUSTANCIA AYUDA A DESAPARECER IMPERFECCIONES DEL CUTIS.
La toxina botulínica tiene un efecto tóxico porque es producida por una bacteria, pero gracias a los avances ahora tiene un uso terapéutico.
EL UNIVERSAL-AEE
Cada año cientos de miles de personas en el mundo acuden a clínicas especializadas para recibir inyecciones de Botox, que les ayuda a desaparecer ciertas imperfecciones del cutis, por lo que consideran que se trata de un elemento maravilloso, y lo es, pero porque ayuda a muchos niños que sufren parálisis cerebral a tener movimiento y mejorar su calidad de vida.
El neurocirujano Armando Guerrero explica que al aplicar la toxina botulínica, el nombre científico del producto, a niños con parálisis cerebral, se logra darles movilidad en sus brazos, piernas y/o de otras partes del cuerpo, ya que ese elemento biológico favorece la relajación de los músculos y disminuye las deformaciones óseas, por lo cual hace posible que el pequeño tenga una vida independiente.
Este experto, médico en pediatría del Hospital General del Centro Médico Nacional La Raza del IMSS, dice que con la introducción terapéutica clínica del Botox en estos casos se ha logrado disminuir el número de cirugías que se realizaban para ayudar a los infantes a tener movilidad.
Pero advierte que no se trata de una panacea, pues no funciona en todos los casos, por lo que es necesario seleccionar muy bien a los candidatos al tratamiento.
El objetivo final es mejorar las áreas más contraídas, principalmente las de brazos, piernas o cuello, de tal manera que junto con su rehabilitación física se logre fortalecer los músculos más débiles, señala.
¿Qué hace la toxina?
Guerrero dice que la enfermedad produce una parálisis muscular espástica, "los niños se quedan tiesos y rígidos". Lo que hace la toxina botulínica es debilitar el músculo para que, poco a poco, se relaje a fin de obtener movilidad hasta que el paciente pueda extender brazos o piernas.
La toxina debe ser aplicada en grupos musculares, no en todo el cuerpo; el médico selecciona los tejidos más fuertes para inyectarla en dosis precisas, de acuerdo a la edad y al peso del niño.
Explica que hay dos causas de parálisis cerebral en los niños: la congénita, al sufrir hipoxia perinatal -falta de oxígeno en el periodo inmediatamente anterior o posterior al nacimiento-, y la que se adquiere por procesos infecciosos en los primeros meses o años de vida por una meningitis, la cual daña el cerebro.
En la muscular espástica se aplica la toxina periódicamente, hasta cuatro o cinco años, de acuerdo a la respuesta del niño, que depende mucho de los avances que tenga en su rehabilitación física. Aclara que esta sustancia es un apoyo al tratamiento integral que recibe el niño con parálisis cerebral.
El especialista apunta que en el caso de la parálisis espástica lo que hace es bloquear o disminuir la salida de una sustancia que se llama acetilcolina, la cual da el impulso para la contracción muscular; por ello, al inyectarse la toxina, esta
sustancia no se libera y el músculo se relaja.
La toxina botulínica tiene un efecto tóxico porque es producida por una bacteria, pero gracias a los avances ahora tiene un uso terapéutico.