?Los tiempos han cambiado mucho. Antes todo era mejor, no había tantos vicios, la gente era más respetuosa. Ahora la juventud está muy perdida, hay un degenere espantoso. ¡Cuándo iba a andar uno besándose en la calle!?¡Nunca !?. ¿Suena familiar?
Estas palabras no sólo han sido pronunciadas en nuestra época. Generación tras generación se han repetido con sus debidas variaciones.
Hace poco fui invitado a la celebración del cumpleaños del padre de un querido amigo. En esta reunión se leyó una pequeña carta dedicada a quienes tienen 60 años o más. El texto dice así:
?Nacimos antes que la televisión, la penicilina, los alimentos congelados, el fax, la computadora, los lentes de contacto, la bomba atómica y las tarjetas de crédito. Ya vivíamos antes de las pantimedias, de los hornos de microondas y los teléfonos celulares.
?En nuestros tiempos, las conejitas eran simplemente animalitos y los escarabajos no eran Volkswagen. Jeans se les decía a las Juanitas y tener una relación íntima significaba una gran amistad, sin ninguna implicación de otra índole. No se viajaba en jet, ni se soñaba con la guerra de las galaxias y sólo en las novelas de Julio Verne el hombre había llegado a la luna.
?Papá no cambiaba pañales, sólo cocinaba por afición y no por obligación, ni lavaba y secaba platos. No había mujeres peluqueras ni estéticas unisex. No se hacían citas ni se concertaban matrimonios por computadora; ni tampoco había terapias de grupo, ni estrés, traumas prenatales, ni smog. No había corazones artificiales, ni se veían hombres con el pelo largo y usando aretes.
?En nuestros días fumar era elegante. La hierba se podaba, no se fumaba. La coca se bebía, no se inhalaba. Conocíamos las diferencias entre los sexos, a nadie se le ocurría cambiarse al opuesto, nos conformábamos con el que teníamos. Nosotros nos casábamos primero y después vivíamos juntos?.
Es cierto que las cosas han cambiado, y qué bueno. Ahora tenemos algunas costumbres que en otros tiempos hubieran sido escandalosas. Tuteamos a nuestros padres y no se ofenden. Bromeamos con ellos y nos responden con su cariño.
Otra de las cosas que han cambiado es el papel de la mujer dentro de la sociedad. Las oportunidades para ellas eran antes muy reducidas: o trabajaban como maestras o como secretarias comerciales. No había destacadas ingenieras, licenciadas brillantes, doctoras, presidentas municipales, ni mucho menos policías. La mujer vivía exclusivamente para su hogar y para atender a su marido y a sus hijos. ¡Qué desperdicio!
Yo nací en la era de la información. Crecí en una casa con televisión. Cuando de niño me bañaba - confieso que no era algo muy común - no tenía que echarle leña al boiler. Mi madre guardaba los alimentos en el refrigerador y no era necesario comprar barras de hielo. Uno de mis juguetes favoritos era el Atari. En la escuela me enseñaron inglés y computación. Cuando no queríamos ir al cine, mi papá rentaba una película.
Doy gracias a Dios por haber nacido en este tiempo. Soy completamente feliz en este mundo loco, en este mundo de contrastes, en este mundo repleto de nuevos inventos. No creo que en otra época hubiese sido más dichoso, sin embargo, no niego tal posibilidad.
Lo importante es aprender a vivir, disfrutar la época a la que pertenecemos. Es bonito recordar y compartir esos recuerdos, pero es malo aferrarse a un pasado que nunca podrá volver, así como añorar costumbres que por fuerza tuvieron que transformarse. Debemos gozar nuestro presente y aceptar los cambios que se den en el futuro.
Todas las épocas tienes algo de positivo y algo de negativo, por eso jamás estaré de acuerdo cuando dicen que los viejos tiempos eran mejores a los actuales. Simplemente son diferentes. Aprendamos pues a disfrutar la vida que nos tocó vivir. De no hacerlo, estaremos desperdiciando la oportunidad más valiosa que jamás nadie podrá ofrecernos.
javier_fuentes@hotmail.com