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Luis Mandok acepta su destino

El Universal-AEE

MÉXICO, DF.- Siempre lo dijo: ?Fui el primero en cruzar el muro de nopal?. Y Luis Mandoki tiene razón: desde que a principios de los 80 llegó a Hollywood por razones profesionales y de huida adornada por amenazas de muerte, el director ha tenido ahí una carrera sólida.

Érase una vez un joven que quería ser pintor, que nunca supo que se convertiría en director. Cuando empezó a tomar conciencia de que lo segundo era tal vez su destino, pensó al mismo tiempo que sería muy fácil. Y se aventuró, siendo joven, a viajar por Europa.

En viaje de negocios, claro; en el que se puso la misión, a veces suicida, de localizar y presentarse ante figuras como el director español, Carlos Saura (Cría Cuervos; Ana y los Lobos), para decirles una cosa: ?Señor, quiero trabajar con usted?.

No sólo Saura sino muchos otros rechazaban al chico de ascendencia judía. En uno de sus recorridos, cuando Mandoki no tenía más que las ganas de hacer una carrera en los bolsillos, alguien le ofreció una buena suma por hacer de sus rizos rojizos una peluca. Mandoki no lo pensó y con el dinero siguió viajando; comiendo, primero.

Luego de varios rechazos de varios directores, Mandoki consiguió, por fin, un honroso trabajo como jalacables en diversas producciones. Y se metió a estudiar a la escuela de cine en Londres.

En esta etapa tuvo su mejor lección. Se había pedido a los alumnos entregar un proyecto fílmico. Mandoki fue el único que lo hizo completo y fue el seleccionado. Lo sentaron frente a los estudiantes, proyectaron su trabajo, y casi uno por uno, y además con el tono más hiriente del acento británico, comenzaron a criticar su trabajo. Mandoki no tenía derecho de réplica: ?Porque el cine es así; se proyecta frente a un espectador, al final llegan las críticas pero no hay derecho de réplica... porque la película ya está terminada. Es la mejor lección?.

Tiempo después, ya de vuelta en México y luego de dejar en Europa una peluca pelirroja, los ?no? de los directores y las réplicas reprimidas, Mandoki escribe con Abraham Cherem el guión de Motel.

Por diversos problemas, entre ellos la inexperiencia de Cherem para dirigir, este filme de 1983 se convierte en la ópera prima de Mandoki. Pero sobre todo, en una de las razones para cruzar ese muro de nopal, luego de que sus socios, a la larga, le hicieron ?la vida de cuadritos? e incluso le amenazaron de muerte.

Cuando aún no le hacían la vida tan de cuadritos, por la cabeza de Mandoki, por sus rizos también, circulaba la idea de llevar a la pantalla la historia de la escritora Gaby Brimer, víctima de una parálisis cerebral que la mantiene de por vida en una silla de ruedas.

Gaby. Una historia verdadera (1987), sólo se pudo financiar luego de que el pelirrojo produjera ?tres churrotes mexicanos?. En ese momento, el cineasta no tenía dinero ni para gasolina, y estaban atorados con el guión de Gaby.

Entonces el director de Mensaje de Amor, produjo El Rey de la Vecindad (1985), El Tráiler Asesino (1986) y Noche de Califas (1987). ?Todo mundo me dijo: ?Oye, ¿no que ibas a hacer Gaby?, ¿ya te vas a dedicar a ser un Gregorio Walerstein más??. Con mis respetos a don Gregorio, pero eso fue lo que tuve que hacer.

?En aquel tiempo no tenía dinero ni para la renta y mi nana me dejó vivir donde ella trabajaba durante un año. Fue un sacrificio que muchas veces se olvida, pero nunca es fácil conseguir dinero?.

Gaby sería importante porque participa en festivales internacionales como el de San Sebastián, donde conoce al director estadounidense Sam Fuller, presidente del jurado, quien además de introducirlo al mundo hollywoodense, le enseñó otra cosa: Cuando Mandoki le hablaba de la importancia del cine latinoamericano y mexicano, Fuller le dijo: ?Estoy en desacuerdo contigo, pienso que las películas son películas si mueven a la gente. Su nacionalidad es universal. Es lo importante del cine?.

Y así, Luis Mandoki se fue a Hollywood: ?Me fui porque se acabaron las oportunidades?, dijo a la revista Proceso, casi 10 años después de haber hecho ese viaje.

Con lo aprendido de las palabras de Fuller, el mexicano reconocía entonces: ?Si estuviera en México la temática tendría que ver con las situaciones de México. Pero las películas hablan de lo mismo: ¿qué es el ser humano?

?Si me dijeran que en México tendría las mismas oportunidades que acá, yo me iría (de vuelta), porque allí está mi gente y mi corazón. Sin embargo al mismo tiempo yo sé que si hago el cine acá, igual va a tocar al público mexicano, aunque las situaciones son estadounidenses?.

Luego de Gaby vino un contrato con Universal Pictures para dirigir Pasión otoñal/White Palace (1991); Born yesterday (1993); Cuando un hombre ama a una mujer/When a man loves a woman (1994), y Mensaje en una botella/Message in a bottle (1999). Lo que descubrió entonces este director es que hay que tener poder para estar en Hollywood: mientras mejor hagas las cosas, más poder tienes. Eso, también recuerda, le llevó tres películas aprenderlo.

El autoexilio en Hollywood que había durado más de 16 años tuvo una pausa cuando Mandoki decidió regresar a México para hacer Voces inocentes, película mexicana más taquillera del 2005, luego de recaudar 165 millones de pesos.

Se queda por el ?Peje?

Luis Mandoki se quedó en México a filmar el documental de una situación política y de un protagonista que entonces calificó de ?nuevo, una propuesta de cambio, de país... y de la resistencia hacia ello?.

Se refiere a Andrés Manuel López Obrador; a su (entonces) desafuero; y su ahora candidatura presidencial con la coalición Por el Bien de Todos. Cámara en mano, Mandoki será la sombra de Obrador hasta el día de las elecciones presidenciales.

De este trabajo se subraya, además de su regreso, el que retome el género documental que sólo había estado presente en los inicios de su carrera con producciones para el Instituto Nacional Indigenista: El día que vinieron los muertos/Mazatecos; Papaloapan/Mazatecos II; y Campeche, un estado de ánimo.

Además el que se centre en cuestiones políticas cuando su obra ha estado adornada la mayor parte por el melodrama, aunque él mismo nunca se haya considerado ?un sentimentaloide al dirigir, sino alguien que busca la emoción sobre todo?.

Pudiendo comportarse como una superestrella, Luis Mandoki sólo exige en sus filmaciones una cosa: tener siempre cerca a su esposa e hija. Y hoy más que nunca, demuestra una frase que siempre ha tenido presente en su carrera: ?Es importante tener un pie en México, para no perder la raíz?.

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