Un comerciante invitó a Hu-Ssong a comer.
-Irá también mi hijo -le informó-. Quiero que lo observes y me digas si está maduro ya para entregarle mis negocios.
Al término de la comida el filósofo le indicó al comerciante que a su hijo le faltaba madurez.
-¿Cómo lo sabes? -preguntó el hombre.
-Le puso sal a la comida antes de probarla -respondió Hu-Ssong-. No sabía si necesitaba sal o no, y sin embargo se la puso. Eso quiere decir que actúa sin saber. Quien así actúa se puede equivocar.
El comerciante supo que el maestro tenía la razón, y alabó su perspicacia. Pero Hu-Song lo interrumpió. Le dijo sonriendo:
-También tú me estás poniendo sal sin conocerme.
¡Hasta mañana!...