En el sueño se me aparece el Terry, mi amado perro cocker. Me pregunto si yo me le aparezco en el sueño que duerme desde que nos dejó.
Vamos el Terry yo en el sueño por el camino que sube al Coahuilón, el alto monte que está frente al Potrero. Se detiene de pronto y asume su elegante actitud de cazador: el cuerpo tenso como de flecha en arco, la nariz alargada, la patita delantera en flexión para avisar la pieza. Y luego el súbito estallido de alas y el vocerío de loros que escapan de los pinos con piñones.
Me despiertan las alas y las voces, y el Terry ya no está. Pero llamo al recuerdo, y el Terry está otra vez. En el recuerdo todo está, porque el recuerdo es otra forma de la vida eterna. Ojalá tú hayas recordado, Terry, y sueñes el mismo sueño mío, pues si sueñas tendré en ti la eterna vida que tú tienes en mí.
¡Hasta mañana!...
