Dice el proverbio popular: "Dios no da alas a los escorpiones".
Pues bien: yo supe de un escorpión a quien Dios sí dio alas. Voló el escorpión -para eso son las alas-, y se elevó por encima de los demás escorpiones. Ya separado de ellos, en lo alto, el escorpión dejó de ser escorpión: se volvió ave.
Lo que quiero decir es que no todo es cuestión de alas. Dios nos da alas a todos. Pero debemos usarlas. Los escorpiones que vuelan pueden llegar a ser aves. Las aves que tienen alas y no alzan el vuelo se pueden convertir en escorpiones.