Hu-Ssong, filósofo oriental, oía a sus discípulos discutir las obligaciones que los hijos tienen con sus padres.
Uno creía no tener ninguna obligación.
-Después de todo -señalaba-, yo no les pedí que me dieran la vida.
-Tampoco pediste a Dios el sol -le respondió Hu-Ssong-, y lo has gozado.
Otro indicó que los hijos deberían cuidar de sus padres el mismo número de años que recibieron sus cuidados. Opinó otro que el deber hacia los padres acaba ahí donde empieza el deber hacia los hijos.
Y contestó Hu-Ssong:
-La obligación es mayor con aquel de quien hemos recibido que con aquel a quien debemos dar. Yo os digo que podríamos llevar cien años a nuestro padre y a nuestra madre en los hombros para evitar que se fatigaran al caminar y que se mancharan los pies con el polvo del camino, y ni siquiera así pagaríamos una centésima parte de lo que ellos nos dieron.
Tal dijo Hu-Ssong. Y sus discípulos supieron que decía la verdad.
¡Hasta mañana!...
