El cajón de mi escritorio está revuelto.
Hay en él desorden, desarreglo, confusión...
El país está revuelto.
Hay en él desarreglo, confusión, desorden...
El mundo está revuelto.
Hay en él confusión, desorden, desarreglo...
Y vino a mí una idea: no puedo quejarme de que el país y el mundo estén revueltos si yo mismo tengo revuelto mi cajón.
Y vino a mí otra idea: quizá si pongo en orden mi cajón ese será el principio para que algún día -algún día- el país y el mundo estén en orden, como mi cajón.
¡Hasta mañana!...