Jean Cusset, ateo pero no en la Navidad, dio un nuevo sorbo a su
martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó:
-Si ustedes miran bien la imagen de Adán que pintó Miguel
Ángel en
la Capilla Sixtina advertirán en una de sus piernas la figura de Eva.
La
intuición de artista de Buonarroti le permitió pintar una verdad: en
sus
orígenes el hombre y la mujer fueron un solo ser. Millones de años de
evolución fueron necesarios para separarlos, pero los hombres tenemos
todavía en el cuerpo restos de nuestro ser femenino, y la mujer
conserva
también un rasgo de varón.
-Por eso -siguió diciendo Jean Cusset- el amor es la perpetua
búqueda de esa unidad que se perdió. Sin saberlo, al buscarse
mutuamente el
hombre y la mujer se están buscando a sí mismos.
-Entonces -concluyó Jean Cusset-, cuando seamos felices al
lado de
una mujer no debemos decir: "Me hallo muy bien con ella". Debemos
decir: "Me
hallo muy bien en ella".
¡Hasta mañana!...