Hoy es San Isidro patrón de Madrid, quien se hizo santo sin dar golpe ya ve usté. Hoy sólo tocan toros y pradera. Nos informó el conserje del hotel, y después de asegurar las entradas para los toros, tomamos el Metro y fluimos con el río de gente hacia La Pradera que es una especie de Chapultepec pero en Madrid, donde festejan al santo chulapas con clavel reventón en la cabeza y envueltas en floridos mantones de Manila, y chulapos de boina, chaleco y el infaltable puro en el bolsillo: ¿recuerdan el Pichi de la zarzuela “La Verbena de la Paloma”? pues hagan de cuenta.
Canastas de merienda, puestos de churros y chocolate, de cerveza, vino y desde luego, de rosquillas del santo. Música en los prados y ¡hala! a bailar: Niñas con sus abuelas, mujeres con los maridos, mujeres con otras mujeres y hombres con otros hombres. Muy atrás han quedado los tiempos de austeridad en que España era considerada la reserva espiritual de Europa.
Ahora, primermundistas y liberales, todo se lo permiten y cualquier motivo es bueno para echar la casa por la ventana.
-Oiga usted ¿Dónde puedo comprar una boina como la suya?- Preguntó mi Querubín a un hombretón, quien con actitud de perdonavidas le respondió: -Mirusté, de comprarla la puede usté comprar en cualquier parte, ahora que llevarla como la llevo yo, eso ya es otra cosa-.
El Querubín compró la boina y bastó que se la pusiera para que se sintiera perdonavidas también. Con varios vinillos y unos pasos dobles más tarde, emprendimos el camino hacia los toros donde la corrida prometía ser magnífica.
La plaza de Las Ventas, majestuosa construcción estilo morisco, estaba a tope y el señor que ocupaba el lugar arriba del mío, me acogió entre sus piernas con toda naturalidad. Entre las del Querubín quedó la tersa espalda desnuda de una jovencita, y sólo yo sentía cierto escrúpulo de abrir las rodillas para que se acomodara el señor del asiento bajo el mío. Finalmente acabé por olvidarme el escrúpulo y me entregué al disfrute de la fiesta torera en la que la presencia del Rey de España y la infanta Elena quienes -sin escoltas ni parafernalia visible- que ocupaban sus lugares muy abajo de nosotros, me hacían sentir como personaje de esos que aparecen en la revista ¡Hola!
“El July” menos afortunado que siempre, apenas consiguió algunos aplausos, un toro revolcó a Miguel Ángel Perera, y a Finito de Córdoba lo abuchearon mientras consumían bocadillos, cerveza, vino y puros que eventualmente nos ofrecían de ambos lados.
Las fiestas del San Isidro en Madrid, son intensas y duran toda la semana pero nosotros no duramos tanto, y antes de desarmarnos por completo, salimos hacia Barcelona donde encontramos la ciudad con taquicardia.
Enormes pantallas en las calles, en bares y restaurantes se preparaban para transmitir desde el estadio parisino de San Denis el juego del Barca de Barcelona contra el Arsenal de Inglaterra. Había tensión en el ambiente, cuadrillas de jóvenes ondeaban banderolas por el tradicional Paseo de Las Ramblas, y todos estábamos pendientes de la transmisión.
Entre la concurrencia que abarrotaba el estadio San Denis, se encontraba el Rey de España quien por lo visto no la pasa nada mal.
Finalmente, el juego terminó con el triunfo del equipo de Barcelona; y hasta yo que odio el futbol lloré de emoción. Supongo que fue por no ser menos, ya que a mi alrededor todos se abrazaban y moqueaban.
Instantes después, las calles de Barcelona estallaron en triunfo y todavía ayer por la mañana los jóvenes trasnochados seguían celebrando aunque -A Dios lo que es de Dios- se puede transitar por la ciudad sin mayor sobresalto.
Ahora, por negarme a cargar con mi pequeña y joven computadora, además de cruda y trasnochada me encuentro nuevamente en trabajo de parto con una computadora callejera que alquilo a precio de oro en un Café Internet. Todo por no perder el contacto con ustedes. Sigo informando y mientras tanto mando besitos. adelace@prodigy.net.mx
