Mapimí conserva importantes vestigios de su glorioso pasado minero. A más de 400 años de su fundación, historia y arquitectura se conjugan para hacer de uno de los primeros poblados de La Laguna el destino turístico ideal
El Siglo de Torreón
A más de 400 años de su fundación y tras un periodo de esplendor, hoy Mapimí le apuesta todo al turismo, pues cuenta con el capital suficiente para mostrar a través de edificios de siglos pasados, la gloria añeja, la riqueza histórica, religiosa y fantástica de una zona altamente productiva en la explotación de la minería en el siglo XVII.
Un proyecto complementado con una muestra de la gastronomía local, sazonado con leyendas propias de la región, un viaje por las entrañas de la tierra en la mina de Ojuela, la experiencia de transitar por el puente colgante, disfrutar de extraordinarios paisajes desérticos y para concluir, nada como reactivar la energía y la producción de adrenalina al recorrer las alturas en una tirolesa a 100 metros.
La experiencia obliga a agudizar los sentidos, donde en un lapso de 12 horas se reviven épocas, donde se ocupa el mismo espacio de personajes determinantes en la historia de México como Miguel Hidalgo, Benito Juárez, así como Francisco Villa.
LA CUNA DE LA LAGUNA
Esto forma parte de la primera ruta que pone en marcha la Secretaría de Turismo de Coahuila, a través de la Oficina de Convenciones y Visitantes (OCV) de La Laguna, pues idearon este programa con la finalidad de crear una sinergia entre diversos prestadores de servicio del sector turístico y autoridades municipales.
La experiencia implica un sacrificio, pues el recorrido inicia a las ocho y media de la mañana, partiendo de la ciudad de Torreón, Coahuila, y un trayecto de 45 minutos para arribar al municipio de Mapimí, Durango. La primera escala: el restaurante Lejano Oriente, donde se inicia la experiencia con un desayuno de comida regional: menudo o huevo con frijoles y asado.
?Aquí le vamos a apostar al turismo, a ninguna otra cosa porque quedamos muy lejos de la carretera, pero tenemos 400 años de historia?, dice Luis Iglesias, director de Turismo del Municipio de Mapimí durante el primer recorrido de prueba del llamado Tour La Cuna de La Laguna.
Al terminar el desayuno, comienza la caminata por las calles del ahora llamado Centro Histórico, donde Jorge Yépez Ávila, cronista vitalicio de Mapimí toma el mando y encamina al grupo de visitantes al Callejón de las Flores, precisamente para mostrar la casa que fuera de Margarito Barrera, compadre del general Francisco Villa. La vivienda fue refugio del llamado Centauro del Norte.
?Pancho Villa siempre venía a esconderse a Mapimí, pues allí -en la casa- había túneles que llevaban al arroyo o a Loma Blanca?, explica Yépez Ávila.
Mapimí, que viene del vocablo ?mapeme?, que quiere decir cerro elevado o roca en alto, fue fundado el 23 de julio de 1598 por fray Juan Agustín de Espinoza y el capitán Martín Antón Zapata.
TESTIGOS DE SIGLOS PASADOS
El recorrido sigue por calles y callejones del poblado de 408 años, donde se observan construcciones del siglo XVII y XVIII, algunas de ellos testigos mudos de la historia de México y que aún permanecen en pie, a pesar del tiempo, a pesar del descuido, del olvido.
A un costado de la plaza principal, se localiza el edificio que albergó el Departamento de Comercio, así como el edificio que ocupara el Servicio Postal.
La iglesia del Señor de Mapimí, construida en 1772, con influencia gótica en su arquitectura. Un edificio sobreviviente a hechos históricos de México como la Guerra de Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana, aunque permanecen las cicatrices de los acontecimientos, ya que la torre izquierda de la fachada muestra los impactos de carabinas, rifles y mosquetones.
Y MÉXICO SE REFUGIÓ EN EL DESIERTO
Nos encontramos en contraesquina de la plaza principal y las calles se observan despejadas, con un dejo de abandono, pero el cronista vitalicio advierte la llegada al Museo de Historia de Mapimí y Ojuela. Una casa del siglo XVI, la cual ?se convirtió temporalmente en Palacio Nacional? en 1864, pues allí se hospedó el entonces presidente de México, Benito Juárez, con los Archivos de la Nación.
En dicho lugar se puede conocer la historia documentada de la fundación de Mapimí, con la explotación de oro, plata y otros minerales en la región, así como la participación del pueblo en la Historia de México.
Allí se puede ingresar a la habitación que ocupó Benito Juárez, además de contar con la única fotografía del presidente y su esposa, Margarita Maza de Juárez; un documento con las firmas del Benemérito de las Américas y Manuel Aspiros, juez que condenó a Maximiliano, y un documento que da cuenta de un préstamo por cinco mil reales de cobre y 20 mil pesos en oro al entonces presidente de la República, con fecha del siete de septiembre de 1864.
También frente a la plaza principal y a unos cuantos metros de la iglesia de Nuestro Señor de Mapimí se localiza el Recinto Hidalgo, un edificio que sirvió de cárcel y donde Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez, hombres que participaron en la Independencia de México, permanecieron detenidos del nueve al 18 de abril de 1811, tras su detención en las Norias de Baján. Posteriormente al encierro fueron separados y ejecutados. Miguel Hidalgo y Costilla fue fusilado el 30 de julio de ese mismo año. Durante su estancia en Mapimí, el Padre de la Patria escribió un poema.
EL ESPLENDOR DE LA MINERÍA
Pasa del mediodía y es hora de regresar al camión para acudir al panteón municipal y conocer las tumbas de aquéllos que hoy perduran en la mente de la población en canciones como Los Cuatro de a Caballo y leyendas como la de Los Ladrones de Ojuela; además las distintas etnias que poblaron Mapimí.
Luego emprendemos el camino hacia el puente y la mina de Ojuela. Allí descansamos unos instantes para disfrutar de unas tradicionales gorditas a la leña de harina y maíz echas a mano por mujeres de la localidad con vestidos ?de época?.
Después inicia la travesía por el puente colgante de Ojuela, construido en 1892 por el ingeniero Santiago Minhguin, una estructura de 336 metros de longitud y 1.83 metros de ancho, cuyo peso se estima en 112 toneladas y permite atravesar una cañada de 100 metros de profundidad, convirtiéndolo en su época en el segundo puente más importante del mundo, después del de Brooklyn.
Al llegar al otro extremo, la entrada de la mina, fuertes detonaciones llaman la atención, pues se escenifica uno de los tantos asaltos perpetrados al tren y en particular por un personaje llamado ?Dientes Podridos?, según informan Yépez Ávila y Salvador Montenegro, encargado de la recreación.
Recuperado de la sorpresa y tras la tradicional fotografía del recuerdo con los actores, inicia un viaje por el interior de la Mina de Ojuela y la historia de la misma. Al final del recorrido se encuentra el Museo de la Mula Momia, donde se aprecia un ejemplar momificado de ese animal, junto con objetos y herramientas de hace más de cien años.
También hay un recorrido hacia una salida lateral de la mina, desde donde se puede apreciar el inicio del Bolsón de Mapimí, así como la infraestructura que formaba parte del esplendor de la minería en aquella localidad, además de la convivencia con la vegetación local del semidesierto.
LO ÚLTIMO Y NOS VAMOS
Aunque el recorrido ha terminado, aún hay cosas por realizar en Ojuela, pues en dicho lugar se ha instalado una tirolesa, que consiste en un cable de acero que atraviesa, de forma paralela al puente, el cañón de 100 metros. Y el visitante que así lo desee puede acceder a cruzar la cañada colgado de dicho cable en cuestión de segundos.
Para quienes gustan del deporte extremo, ésta es una oportunidad de sentir la adrenalina, al momento de saltar de un extremo de la cañada y dejar caer el peso en un arnés ajustado a la cintura y las piernas, el cual sirve como asiento y permite observar el panorama, mientras el viento golpea el rostro. La sensación dura apenas un instante pero deja honda huella en la memoria.
Una vez concluido el recorrido, también se puede contemplar el paisaje del lugar, además de visitar los puestos de recuerdos que se localizan a la entrada de la mina, otros metros antes de la base del puente y otros más en el acceso al cerro donde se localiza la Mina de Ojuela.
Leyendas
Las leyendas forman parte de todo pueblo y Mapimí no podía ser la excepción, pues en dicho lugar se cuenta con una historia popular, que cuenta precisamente con el elemento principal de amor incondicional de dos indígenas de pueblos diferentes ?Tobosos y Tepehuanos- y la muestra visible de tal acontecimiento que permanece a través del tiempo en las montañas de la zona.
?La leyenda es que en aquella época la india bonita era tobosa y el indio era un tepehuano natural, se casaron, pero cuando iban a tener el primer hijo se soltó una epidemia y una sequía muy especial y como sacrificio para terminar con este mal, pues a la población le gustó la india bonita, que así se le conocía?, explica Jorge Yépez Ávila, cronista vitalicio de Mapimí.
La historia detalla que el indio tepehuano se ofreció en sacrificio para poder salvar a su esposa y a su retoño, pero los pobladores se pusieron de acuerdo y no hubo salvación para ninguno de los dos. Sin embargo, al día siguiente apareció la sierra con la esfinge de la India Bonita, así como el cerro del muerto o del tepehuano. Los cuales se observan mejor en las inmediaciones del Panteón Municipal.