Lo único que entiendo de las marchas es que existe una llamada “La marcha de Zacatecas”. De ahí en fuera, no me pidan por favor que me aventure a expresar una definición de este vocablo.
El Diccionario de la Lengua Española de la Academia, ofrece múltiples definiciones de la palabra “marcha”: “Acción de marchar”; “Grado de celeridad en el andar de un buque, locomotora, etc”; “Modo de caminar del hombre y algunos animales”; “Desarrollo de un proyecto o empresa”; “Desplazamiento de personas para un fin determinado”.
De todas estas definiciones, la última es quizás la que más se ajusta a lo que hemos vivido en los últimos días, principalmente ayer.
A mi entender, existen dos tipos de marchas: aquellas fundadas en una causa irrefutable y encuentra motor en un afán de justicia; y las que son llevadas a cabo por la instigación de líderes negativos con el fin de alcanzar metas personales muy alejadas del beneficio de la ciudadanía.
Aunque parezca increíble, ayer se llevaron a cabo estos dos tipos de manifestaciones.
El 1 de mayo del 2006, será una fecha recordada en la historia como ahora se rememoran los actos de líderes como Martín Luther King, quien dedicó su vida a luchar por la libertad del pueblo afroamericano.
En 1936 se llevó a cabo una histórica manifestación en Washington, gracias a la cual los negros comenzaron a tener una vida más digna en Estados Unidos. En esa ocasión Luther King dijo:
“Estoy orgulloso de reunirme con ustedes hoy, en la que será ante la historia la mayor manifestación por la libertad en la historia de nuestro país. Hace cien años, un gran estadounidense, cuya simbólica sombra nos cobija hoy, firmó la Proclama de la emancipación. Este trascendental decreto significó como un gran rayo de luz y de esperanza para millones de esclavos negros, chamuscados en las llamas de una marchita injusticia. Llegó como un precioso amanecer al final de una larga noche de cautiverio. Pero, cien años después, el negro aún no es libre; cien años después, la vida del negro es aún tristemente lacerada por las esposas de la segregación y las cadenas de la discriminación; cien años después, el negro vive en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de prosperidad material; cien años después, el negro todavía languidece en las esquinas de la sociedad estadounidense y se encuentra desterrado en su propia tierra”.
El día de ayer sucedió algo muy similar, pues millones de mexicanos y latinoamericanos llevaron a cabo una lucha silenciosa al no asistir a trabajar, ni a las escuelas, ni a realizar compras. Además, se realizaron manifestaciones en todo el país para luchar por algo que pertenece a todos los seres humanos: la dignidad.
Al igual que aquellas manifestaciones del siglo pasado para luchar por la libertad del pueblo afroamericano, los latinos buscan ahora por culminar con esa discriminación que sufren día con día, y demandan regularizar a millones de indocumentados, no castigar con cárcel la presencia de inmigrantes y no reprimir más los intentos por tener una vida más digna.
Pero mientras en Estados Unidos nuestros compatriotas hicieron una marcha por la libertad, en nuestro territorio se hicieron manifestaciones para continuar con la esclavitud.
Llama la atención el problema que le ha significado al Gobierno Federal el haber depuesto a un líder sindical que aprovechó su posición para enriquecerse. Ahora, cientos de trabajadores de distintos sindicatos exigen un respeto a la independencia de esas fuerzas laborales y exigen la renuncia del Secretario del Trabajo.
Si México se encuentra estancado, es en gran parte a líderes sindicales corruptos que se aprovechan de los trabajadores a quienes supuestamente representan para privilegiar sus propios intereses.
Es una ironía que los vientos de la democracia corran con fuerza por todo el País y, sin embargo, no puedan llegar a los distintos gremios. En éstos reinan las más antiguas prácticas y, por su causa, decenas de empresas prefieren fijar sus inversiones en otras naciones.
En las organizaciones sindicales de México se desconoce lo que es la democracia, y por tanto, los agremiados viven esclavizados al no poder elegir a las personas que supuestamente lucharán por sus intereses.
Aplaudo toda manifestación que defienda la dignidad de los seres humanos. En cambio, repudio todo movimiento que busca la persistencia de prácticas corruptas, las cuales son generadoras de un subdesarrollo lacerante en México.
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