El País
MADRID, ESPAÑA.- Aparece silenciosa, y pilla desprevenido al periodista que estaba a lo suyo, desplegando los útiles. María Valverde, 18 años, para 19 en marzo, los mira como si la grabadora, la libreta y el bolígrafo mordisqueado también mereciesen su gesto amable.
Luego empieza a hablar, muy bajito y confirma que aquí, el único que debe tener miedo, el único que no tiene experiencia ante jóvenes cargados de semejante temple, es su interlocutor.
Tras seducir a un país entero y parte del extranjero con La Flaqueza del Bolchevique, recibió una llamada de Italia para protagonizar el filme polémico del momento: Melissa P., donde interpreta a una adolescente cuyo diario está repleto de experiencias sexuales con olor a venganza contra el abotargado género masculino.
?Le tengo cierto odio al término ?hombre?. Por eso a lo mejor me gustan tanto?, dice esta chica que acaba de comprarse piso cerca de Vallecas y está esperando las llaves para irse a vivir sola. Cualquiera puede creerse joven. Hasta que conoce a María Valverde.
¿Y no estás un poco harta de ser la Lolita de turno?
Estoy tan aburrida... Me da igual que lo digan pero ya se ha convertido en un adjetivo muy fácil. Yo no creo que sea el término adecuado, pero bueno. Que sigan pensando lo que quieran.
¿Conocías el libro, la polémica que acompaña al filme?
No tenía ni idea de quién era Melissa P. Ni ese libro. Nada. Me llamaron de Italia después de ver en las revistas el cartel de La Flaqueza, y me pasaron el guión en inglés. Lo leí y yo decidí que quería hacerlo fuese lo que fuese.
¿A pesar del contenido sexual?
Me dio exactamente igual. Lo tuve muy claro desde el principio. Incluso con el guión en inglés, en el que había palabras que no entendía y en el que quedaban escenas más duras todavía. Ahí había algo. Algo muy fuerte.
¿Y tus padres, qué pensaron?
Les parecía bastante fuerte como para ver a su hija haciendo eso, pero siempre me han dejado el camino libre. Me han apoyado aunque no estaban muy de acuerdo. ?Eres mayor para decidir lo que quieres hacer con tu carrera?, me dijeron.
El mundo del cine te ha atrapado...
Y también ha perdido magia. Todo comenzó como un juego, pero empiezas a tomar conciencia de que es una profesión y de que también ganas dinero con esto. Te puedes divertir actuando, pero hay también mucha responsabilidad. Y es duro. Actuar conlleva una serie de problemas, y todo el mundo busca lo mejor para uno mismo. Sin embargo, aparece un nuevo proyecto, te pones delante de la cámara y se te olvida todo. El rodaje y la preparación del personaje me dan la vida. Trabajas en uno y quieres hacer más y más. Es como una droga.
¿Te notas diferente del resto de la gente de tu edad?
Sí, me siento diferente, porque a veces me gustaría estar en su papel también. Ir al instituto o a la universidad, juerga, estudiar lo menos posible, divertirse y aprender mil cosas. Pero me ha tocado vivir esto y es una experiencia enorme.
¿Sigues estudiando?
Bachillerato a distancia. He perdido un curso. Ha llegado un momento en el que no sé muy bien qué tengo que estudiar porque yo hacía el Bachillerato artístico y me encantaba. Y al tener que pasarme al bachillerato a distancia, he tenido que escoger Letras Puras y no me gusta nada. Pero bueno, hay cosas que tienes que hacer para conseguir algo en la vida.
¿Tienes algo que ver con el personaje de Melissa?
No he vivido lo que ha vivido ella. Me he tenido que inventar un personaje. Transformarme completamente.
¿Y de pudor, qué tal andas?
El pudor es natural, desnudarse ante la gente es difícil, pero hay que olvidarse y pensar que estás trabajando. Las cosas hay que hacerlas con un porqué y si yo se lo encuentro, pues adelante. Con un porqué yo estaría dispuesta a cualquier cosa.
¿Tienes ídolos?
Mi madre y mi abuela. Poco más. Aunque ahora estoy congeniando con Scarlett Johansson.
¿Y proyectos?
Soy protagonista de Los Borgia, de Antonio Hernández, un director que tiene una pasión por lo que hace que lo transmite, logra un ambiente de trabajo muy divertido, es respetuoso y agradable.
También Ana Caótica...
Era un proyecto con (Julio) Medem, pero nada.
¿Nada?
No pude trabajar con él. Estuvimos un año preparándolo. Él me pidió que fuera yo, pero yo quería que me hiciese un casting para que estuviese seguro. Y me dijo que estaba convencido. A los 15 días de empezar a ensayar, no sé qué pasó con todo lo de la contratación, y se torció. Él es muy obsesivo y yo no pude soportar eso. No pude hablar con él, no existía comunicación entre él y yo, yo no podía trabajar con alguien así. Fue casi como en una relación de pareja rota. No sé si me he equivocado o no, porque quizá me hubiese asegurado un éxito, pero...
¿Te costó rechazar el papel?
No, y eso que estaba enamorada del proyecto y del personaje. Fue duro. Se puede crear, pero el respeto es lo más importante entre las personas. Hay cosas que no se pueden permitir. Siento que he ganado mi dignidad. He sido libre por decir que no.