Se ha derramado mucha tinta respecto al atraso del sector agrícola en México, y siendo un tema que involucra aspectos como derechos de propiedad, asimetrías en subsidios a los productores de los países desarrollados, estructuras económicas contradictorias en canales e incentivos comerciales, así como antiguas prácticas, parecería que la puerta hacia la competitividad internacional del sector estaría clausurada. ¿Cierto? Falso, existen empresas en nuestra región, dentro de la cadena agroproductiva que están dando pasos agigantados en innovación, y que con herramientas como las patentes tecnológicas orgánicas, el servicio al productor, y la redefinición de paradigmas obsoletos, están compitiendo, e incluso superando a jugadores globales.
Algunos negocios agrícolas están migrando de un status artesanal, aleatorio, depredador de recursos, antieconómico, y obeso en procesos logísticos, a un negocio de segunda generación: esbelto, previsible en la calidad de los productos para el consumidor, orgánico y sustentable, con un desempeño industrial apoyado en las mejores prácticas internacionales, donde la rentabilidad no es obra de factores casuales, sino de procesos estandarizados de negocio.
¿Como? Atendiendo los factores productivos, evolucionando hacia cultivos cubiertos, desechando elementos ofensivos para el vegetal, y explotadores de la capacidad de los suelos, e implantando sistemas de riego y nutrición inteligente, donde el desperdicio no tiene lugar. Algunos piensan que este escenario es todavía un futuro deseable para el sector agrícola mexicano, no obstante esta visión es riesgosa, el mundo sigue en marcha, y en opinión de muchos agricultores, estamos ante un presente ya urgente.
Bioteksa así lo ha entendido, una coinversión de empresarios laguneros y agricultores del estado de Chihuahua, que desde sus inicios, se enfocó en desarrollar patentes tecnológicas para la nutrición orgánica vegetal, aprobadas directamente en grandes extensiones de cultivos diversos, como el nogalero y de hortalizas; y que después de confirmar resultados en varios ciclos con la certificación de académicos expertos agronómicos, diseña el estándar productivo que disminuye costosas aplicaciones, ?cuellos de botella? logísticos, y entrega usabilidad real de nutrientes activos. Menos incertidumbre, y mayor seguridad en el rendimiento para el productor.
La empresa atiende a más de 200 empresarios agrícolas en las principales regiones productoras, como La Laguna, el Bajío, Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Centro y sur del país, y es un estándar para la industria nogalera, tomatera, y de diversas hortalizas; superando así, aquella dañina historia de trasnacionales voraces, que con mezclas oportunistas, veían al agricultor mexicano como el eterno minusválido competitivo. Los beneficios llegan hasta el consumidor final, quien así tiene acceso a frutas y legumbres de calidad indiscutida, sin elementos químicos ocultos, con mayor consistencia y menor perecibilidad, y sin altibajos en el suministro, debido a la ausencia de un estándar productivo, y a malas cosechas recurrentes.
Casos empresariales como el de Bioteksa nos llevan a confirmar que la innovación es posible, es rentable, y debe ser sustentable. Desde las Escuelas de Negocios hemos resistido las lamentaciones que resultan de subestimar el potencial de cualquier sector productivo. Con la creatividad en la búsqueda de oportunidades, y la toma de riesgos propia del espíritu emprendedor, así como con la agilidad para crear, desarrollar y rentabilizar sistemas tecnológicos, el crecimiento de nuestra economía será más apropiado para encarar los retos de bienestar y equidad que tenemos por delante.
El autor es Profesor en
Ibero Torreón, ITAM,
y Universidad Anáhuac México.
haramos67@hotmail.com