Son muchos los jóvenes que destruyen su vida por causa de las drogas. Existen muchas sustancias en el campo de la drogadicción. Unas tienen efectos más peligrosos que otras, y también es diferente su situación legal. Las formas de consumo son variadas y por consiguiente los efectos y consecuencias son distintos: depende de la cantidad consumida, de la pureza de la dosis, de la vía de consumo, de la duración del consumo a lo largo del tiempo, etc. Los expertos hablan de consumos experimentales para calificar a aquéllos que corresponden a situaciones de contacto inicial con una o varias sustancias, que suele producirse entre adolescentes que por lo general desconocen los efectos de la sustancia. A continuación se puede pasar al abandono o a la continuidad en el consumo de las drogas. Otros consumos son ocasionales, intermitentes, sin periodicidad fija y con largos intervalos de abstinencia. El consumo habitual o utilización frecuente de las drogas
lleva al individuo a ir ampliando las situaciones en las que recurre a las drogas sólo o en grupo, conoce los efectos de las mismas y los busca. Se produce así la drogodependencia y el consumo compulsivo; necesita la sustancia cada vez en mayores cantidades y con más frecuencia, y toda su vida gira en torno a ella a pesar de las complicaciones que le ocasiona; es incapaz de controlar su uso y ocupa su tiempo en obtener la droga y consumirla. Como efectos más inmediatos están la intoxicación y el abandono de las actividades estudiantiles, laborales, sociales, recreativas, y el uso continuado de la droga a pesar de conocer los problemas que le causa.
En una encuesta reciente se concluye que el alcohol y el tabaco son las drogas más frecuentes entre jóvenes de catorce a 18 años, que su consumo aumenta los fines de semana, que el cannabis (género de plantas herbáceas, una de cuyas especies, llamada también cáñamo índico, sirve para la elaboración de drogas como el hachís, la marihuana y la grifa) es la droga ilegal más extendida entre los estudiantes, y que su uso ha pasado en los últimos diez años del 18 por ciento al 36 por ciento. La segunda droga más consumida es la cocaína que ha pasado del 1.7 por ciento al 6.8 por ciento. Por otra parte el consumo de anfetaminas, éxtasis, alucinógenos, y drogas de síntesis se ha estabilizado o está en descenso; no obstante los niños y los jóvenes deben estar prevenidos para que cuando tengan que tomar decisiones autónomas las afronten con conocimiento, libertad y responsabilidad.
A través de la prevención, se intenta crear un camino para modificar la tendencia que actualmente destruye a las personas. La prevención requiere un gran esfuerzo personal, constancia y dedicación. ¿Por qué una persona se droga? El mundo joven principalmente se ha incorporado de una forma muy importante a este consumo de sustancias. Se ha incorporado porque ha ido buscando unos determinados valores que producen la satisfacción de determinadas necesidades, en cumplimiento de un estilo de vida que la sociedad de alguna manera ha articulado. Un estilo de vida que reúne principalmente el bienestar y la diversión. Mas del 60 por ciento de los jóvenes reconocen que consumen por diversión las drogas, y ello ha encajado perfectamente con esa sintonía de apoyo a los momentos de diversión, esas salidas de los fines de semana interminables en el tiempo en que las sustancias tienen un protagonismo muy alto porque potencian las posibilidades de diversión que el joven entiende que debe tener porque ha llegado casi a convencerse que la diversión para ellos no es una posibilidad, es casi una obligación De esa manera, el joven siente que tiene que divertirse, y además con una enorme intensidad, convirtiendo esa inmediatez, esa gran intensidad en otro de los valores que la sociedad maneja. El alcohol, el cannabis, las pastillas y la cocaína son sustancias que ayudan a ?potenciar con intensidad la diversión y a pasarla bien?. Existe un binomio: ocio-diversión y drogas, que va muy unido, y al que es difícil enfrentarse, pero es un gran reto para las personas que se comprometen a luchar contra la drogadicción. Un reto que nos atañe a todos a pesar de no tener cerca a una o más personas que son adictas a las drogas, porque las drogas no producen únicamente efectos individuales, sino que dañan gravemente a la sociedad entera.
El consumo normalizado de drogas en una sociedad, genera un tipo de sociedad determinada, un tipo de sociedad en la que se instalan comportamientos no deseados por ninguno de los miembros de la sociedad. Las drogas hay que enfrentarlas no sólo como consecuencia del efecto que produce en personas, en individuos, en parejas y en familias, sino que llega a la sociedad y se va extendiendo al mundo entero. No cabe la menor duda que el que más sufre es el que las consume, pero inmediatamente trasciende al entorno más próximo.
En este momento, la sociedad debe de pensar, reflexionar, debatir y decidir cuál es el protagonismo que quiere que las drogas tengan en nuestra vida y en nuestra sociedad, porque desgraciadamente se incrementa su uso con demasiada facilidad. Hemos normalizado la presencia de las drogas de tal manera que mientras antes se asustaban las personas enormemente cuando se hablaba de ellas, ahora nos hemos ido al otro extremo y prácticamente cuando alguien se alarma por su consumo, la gente piensa ?que es un exagerado, y que no es para tanto?. Sin embargo, el problema está allí, con una característica muy especial que tienen esas sustancias modernas que ahora se consumen: aplazan el daño, no tienen un efecto negativo inmediato, lo que producen de inmediato es el efecto buscado en el caso de la potenciación de la diversión, y lo que ocultan es el daño que no se produce de inmediato, sino en un tiempo mucho más largo.
Existe una gran desorientación en la sociedad actual. Los efectos nocivos que ahora se obtienen con las sustancias que actualmente se utilizan, son diferentes a los de los años 80, cuando se consumía la heroína (alcaloide derivado de la morfina). Muchas personas conservan en su mente aquellas imágenes degradantes y terribles de hombres y mujeres tirados en el piso en lugares oscuros inyectándose la heroína con jeringuillas en el brazo. Lo que ahora se consume -dañino también, pero de aspecto diferente, crea un gran fracaso escolar, violencia juvenil, violencia de género, destrucción de familias y ruptura de las parejas. Detrás de todo eso que actualmente se consume, hay sustancias enmascaradas y ocultas que no se ven a primera vista, pero producen efectos inducidos que están haciendo un gran daño en forma por demás silenciosa.
Para contrarrestar el uso de las drogas, es importante trabajar con la educación en valores cuando los niños son pequeños, porque esos problemas se inician desde los trece o catorce años. Hay que prepararlos para que cuando tengan qué decidir, puedan ellos decir: ?NO me interesa?. Se les debe dotar de fundamentos para que puedan decir con toda convicción un NO rotundo a las drogas. Inicialmente la familia tiene esa gran responsabilidad que comparte con los educadores en la escuela. Debemos otorgar todo nuestro apoyo a los maestros para que sigan realizando ese trabajo que se ha vuelto riesgoso e indispensable.
La sociedad tiene valores y además coinciden los valores de los adultos y de los jóvenes, lo que pasa es que los jóvenes los manejan de forma diferente porque por eso son jóvenes y en su mundo los manejan de esa manera. Son valores que han cambiado enormemente de generaciones anteriores a las actuales. Estamos inmersos en una sociedad que protagoniza fundamentalmente el bienestar. Estamos en una época en la cual los valores estrella son: el dinero, la fama, el vivir bien, el éxito, el divertirse, el individualismo, la inmediatez, el no pasar ni un minuto mal. Todos ésos son valores que tienen un protagonismo enorme en la sociedad actual. Como contrapartida están los otros valores que se han manejado siempre y que han sido ejemplo para cambiar comportamientos equivocados: el respeto, el trabajo, la responsabilidad, la solidaridad, la generosidad, el esfuerzo, la disciplina y el control de sí mismo. Enseñando estos valores tradicionales y trascendentales, se logra un equilibrio entre los jóvenes para que obtengan mayores posibilidades de ser felices en compañía de sus semejantes.
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