(Segunda parte)
Hay un virus que casi siempre es fatal, se trata del virus de Inmuno Deficiencia Adquirida, llamado también SIDA. Nunca en la historia del mundo se ha podido curar un virus. Si alguien está pensando en los preservativos para evitar esta enfermedad, se encuentra equivocado, porque también pueden fallar. La confianza excesiva, y el deseo de un mayor placer sexual, pueden impulsar erróneamente al que lo usa a prescindir de él en un momento determinado. En México, el costo anual para atender un enfermo de SIDA en el Seguro Social es de diez mil a 15 mil dólares. 42 mil enfermos han sido detectados en la República Mexicana, y de ellos el 60 por ciento se atienden en el Seguro Social. Sin embargo, se sabe que la cantidad registrada no corresponde a la realidad porque son más de 500 mil los enfermos de SIDA en México. En los próximos días, el gobierno de Brasil repartirá entre la población 25 millones de preservativos para intentar frenar un poco las enfermedades de transmisión sexual durante las fiestas de carnaval que se aproximan.
El espermatozoide, que es uno de los agentes que producen el embarazo, es 450 veces más grande que el virus de Inmuno Deficiencia Adquirida. Es como la diferencia entre una pelota de basquet ball y una pequeña munición. En el espacio de un punto gramatical que se encuentra al final de una oración caben 300 millones de virus de Inmuno Deficiencia Adquirida (SIDA). Tan sólo unos cuantos se necesitan para provocar esta enfermedad que no tiene cura, que es mortal y que puede ser contraída por el 100 por ciento de las personas. Es por eso que ni siquiera los preservativos son seguros al encontrarnos frente a una bomba de tiempo que puede llegar a explotar por el inadecuado uso que se hace de los mismos. Estamos perdiendo la cabeza y no es posible que miles de jóvenes sigan pensando que con un preservativo, el sexo es seguro. Sin embargo, sí existe el sexo seguro, pero no tiene nada que ver con los preservativos. Tiene que ver con NO tener sexo antes de casarse, y al casarse, hacerlo con alguien que nunca ha tenido relaciones sexuales con otra persona o que nunca ha sido infectado, y posteriormente, manteniéndose fieles mutuamente durante toda la vida. Ésa es la única forma que se tiene para estar completamente seguros de que no se contraerá una enfermedad sexual que nos puede llevar a la muerte.
Si no existiera para las jovencitas el riesgo de quedar embarazadas, y tampoco tuvieran el peligro de contraer todas esas enfermedades sexuales que se han mencionado, hay otras razones fundamentales para decidir esperar. El sexo es más que un acto biológico para satisfacer una necesidad y más que una hormona que no se puede controlar, es mucho más que eso, involucra a las personas. Dios llamó al sexo una experiencia de una sola carne, la unión de dos personas, física, emocional y espiritualmente para toda la vida. Tiene una enorme capacidad para unir a dos personas, y cuando abusamos del sexo, no solamente dañamos nuestro cuerpo, sino que nos dañamos a nosotros mismos. ¿Cómo es posible que muchos adolescentes y aún personas mayores, tienen relaciones sexuales ocasionales con personas que acaban de conocer y únicamente lo hacen para satisfacer un deseo carnal, dejándolas posteriormente para irse en busca de una nueva perspectiva? Se acostumbran a tener ese tipo de relaciones y después fingen que nada ha pasado. El sexo está destinado para llevarse a cabo únicamente dentro del matrimonio, tiene una fuerte habilidad para unir a la gente, para eso es, para hacer que ambos cuerpos se unan entre ellos y con nadie más. Eso es lo que hace esa relación absolutamente única y espiritual. Cuando abusamos, existe un precio que tarde o temprano habremos de pagar.
Para muchos, el sexo se ha convertido en un juego, y la verdad es que no fue creado para ello. Entre los adolescentes de ambos sexos, brillan como una luz resplandeciente, todos aquellos jóvenes que han tomado la firme determinación de no tener relaciones sexuales hasta que contraigan matrimonio, porque el verdadero amor sabe esperar. Sabemos que ellos y ellas han soportado durante mucho tiempo las burlas de sus compañeros, pero su decisión, entereza, rectitud e integridad, los hace grandes ante los ojos de Dios.
El tratar a las mujeres sin respeto, no es de hombres, y el no hacerse respetar, no es de mujeres. Pero, si hablamos de hombres que se sienten muy hombres cuando violan, engañan y realizan maquinaciones para hacer caer a una joven, debemos aclarar que hasta un perro puede tener sexo, y el tener sexo no los convierte en hombres. La firmeza moral y el respeto hacia las mujeres, eso sí los hace verdaderos hombres. Muchas jovencitas esperaban ser amadas cuando aceptaron ofrecer su cuerpo a un hombre, y lo que consiguieron únicamente fue ser usadas. El amor verdadero no abusa, no engaña, no toma algo que no le corresponde.
Es conveniente que las jóvenes no salgan a solas con muchachos hasta los 16 años, y es mejor acudir a las fiestas en grupo, para que llegado el momento puedan seleccionar entre los amigos el mejor que les convenga para casarse. Que sea un joven que verdaderamente las quiera, que tenga valores morales bien firmes, que sea respetuoso, honrado y trabajador, que no ingiera bebidas alcohólicas y que no se drogue. Muchos padres de familia permiten que sus hijos menores salgan en automóvil con otros de sus hijos mayores que tienen la costumbre de emborracharse. Tarde o temprano los pequeños imitarán ese mal ejemplo.
En los últimos años han proliferado los programas televisivos llamados ?talk show?, que exhiben públicamente todas las miserias que brotan de los seres humanos por haberle dado la espalda a Dios. Los televidentes observan desde su propia casa, como si se tratara de un palco en el circo romano, a varias familias autodestruidas moralmente. Allí aparecen padres que violan a sus propias hijas, nietos que le compran un ataúd a su abuela que aún vive y lo colocan junto a su cama esperando que muera lo antes posible, esposos que tienen varias mujeres, mujeres que tienen dos o tres amantes, desviaciones sexuales, odios, insultos, golpes, falta de respeto y cariño, atrocidades que afloran por doquier, y todo ello porque se nos ha olvidado incluir a Jesucristo en nuestra propia vida.
El Nuevo Testamento nos dice con claridad en la Primera Epístola de San Pablo a los Corintios (Capítulo seis, versículos 18 y 19) que ?debemos huir de la inmoralidad sexual. Los otros pecados que podamos cometer están fuera de nuestro cuerpo, pero el que peca sexualmente, peca contra su propio cuerpo que es templo vivo del Espíritu Santo?. No nos pertenecemos a nosotros mismos (a pesar de que muchas jovencitas las he oído repetir hasta el cansancio ?que ellas pueden hacer lo que les plazca con su propio cuerpo, porque a ellas les pertenece?) fuimos adquiridos a un precio muy alto, honremos pues a Dios con nuestro cuerpo.
Dios nos ama, pero el libre albedrío que nos ha dado nos permite tomar una elección. Podemos seguir pecando, pero como todo tiene un precio, desconocemos si el día de mañana estaremos infectados por alguna enfermedad venérea de graves consecuencias; no sabemos si tal o cual jovencita no podrá jamás salir embarazada; no sabemos si finalmente hemos arruinado nuestra propia vida. Es conveniente desarrollar disciplina, integridad y carácter, porque desconocemos si la próxima vez que nos pongamos una pistola en la cabeza, se disparará irremediablemente. Pidamos a Jesús -que es la Perla Preciosa, todo el perdón necesario, y procuremos cambiar nuestra forma de ser y de actuar para llegar a tener lo más pronto posible una vida nueva.
Las personas que jamás han tenido relaciones sexuales por haber tomado esa firme determinación en bien de su futuro matrimonio, poseen un tesoro muy valioso en su corazón y en su alma que vale la pena conservar. No se sientan menos y no se desanimen, dense cuenta que han conseguido una importante relación de respeto hacia su propia persona para vivir sin pasado, sin temores y sin fantasmas. Cueste lo que cueste, y a pesar de que sus compañeros se burlen, ustedes son superiores a ellos, porque son un modelo, son un verdadero ejemplo, y no deben de dar marcha atrás. (Cualquier mal día, ustedes podrán elegir ser como ellos, pero ellos jamás podrán volver a ser como ustedes). Las presiones serán cada vez mayores, pero sus padres, si son buenos padres, los auxiliarán espiritualmente para que lleguen triunfantes a la meta. Los sacramentos y la oración serán también de una gran ayuda a la que deberán acudir en los momentos más conflictivos, porque ¡qué hermoso es llegar al matrimonio con la mirada limpia y la frente en alto...!
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