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Más Allá de las Palabras / LOS VALORES MORALES

Jacobo Zarzar Gidi

Es bueno saber que todos tenemos una misión importante por desempeñar en este mundo, descubrirla es nuestra obligación. Muchas veces tardamos años en darnos cuenta cuál es la razón de nuestra existencia, y es una verdadera lástima que algunos no alcancen a comprender el motivo que tuvo el Creador para otorgarles el privilegio de poseer un alma que será eterna.

Recibimos en el curso de la vida varias señales que nos indican con claridad cuál es la actividad que hemos venido a desempeñar. Me refiero a un trabajo espiritual que nos ayude a no llegar a la última de las fronteras con las manos vacías. Para algunos, su misión pudiera ser otorgar esperanza a los que la han perdido, porque lo peor que puede sucederle a una persona es no tener ilusiones en la vida. Para otros será tal vez el conseguir que alguien no llegue a perder la fe; para muchos más, consolar al triste, corregir al que yerra, visitar a los enfermos, hablar del amor de Dios a los que se encuentran ignorantes acerca de su presencia en cada uno de nosotros. Podemos ser luz en la oscuridad, tierra buena que hace germinar, apóstoles que lleven el mensaje, sal de la tierra, obreros que acuden presurosos a la viña del Señor, ovejas que se refugian junto al Buen Pastor, higuera que da fruto después de haber permanecido estéril, hijo pródigo que se cobija en los brazos de su Padre.

Quien corresponde a la gracia de Dios se le dará más gracia todavía, pero el que no hace fructificar los dones recibidos, quedará cada vez más empobrecido. Para entender todo esto, debemos reflexionar que la vida es uno de los más importantes dones que hemos recibido. "¡Qué dicha he tenido de nacer!". Éste pudiera ser el grito de alegría que norme nuestra existencia. Si pensamos de esa manera, podemos eliminar todas las depresiones y tristezas que vayan surgiendo en el camino de la vida.

Lo que hagamos, intentemos hacerlo bien. Eduquemos a nuestros hijos en la cultura del esfuerzo, a pesar del cansancio y del desgaste que tengamos, porque el que no hace el intento de superarse todos los días, lleva el riesgo de convertirse en un ser humano vacío y sin ambiciones. Alejémonos de la mediocridad que como grave mal tiende a cundir cada vez más. Subamos a la parte más alta de la cima, no nos quedemos en el camino. Que se nos note la sangre que corre por las venas. El éxito nos espera a la vuelta de la esquina. No nos demos por vencidos, no importa el sacrificio y tampoco el trabajo que nos cueste conseguir el triunfo. Conozco personas que al alcanzar el éxito, sienten un temor muy grande, y renuncian a él; incluso hay gente que se ha suicidado porque les atemoriza obtener lo que tanto han buscado. Para alcanzar el éxito, debemos ser constantes en todas las etapas, porque la vida transcurre mucho muy deprisa. Podemos equivocarnos, no una, sino cientos de veces, pero rectifiquemos con valor para recobrar el tiempo perdido.

No ambicionemos tener mucho, porque tener mucho puede llegar a ser una carga tan pesada, como tener poco. Las personas que heredan abundantes cantidades de dinero, no saben qué hacer con él, se ponen nerviosas, temen perderlo, y la mayoría de ellas se gasta su herencia en muy poco tiempo; de igual manera, la gente que tiene tiempo libre ilimitado, muchas veces se involucra en actividades que arruinan su salud física y su paz espiritual.

No tengamos temor a hacer lo más difícil, porque lo sencillo todos lo hacen. El evitar hacer lo difícil, tarde o temprano nos creará problemas. Hacerle frente a lo más difícil, con el tiempo nos dará grandes satisfacciones.

Debemos ser agradecidos. Jesús tenía un corazón agradecido. Antes de que le ordenara a Lázaro que se levantara, le dio gracias a Dios porque siempre lo escuchaba. La gratitud es un elemento importante, pues significa un corazón abierto, un corazón que escucha, un corazón lleno de fe. Demos gracias a Dios por todo lo que hemos recibido, por lo que nos rodea y por su promesa de una Vida Eterna. Todas las cosas, incluso la vida que ahora disfrutamos, sólo la tenemos en calidad de préstamo.

Jesús, en su oración personal y en sus palabras, pedía cosas nobles. Oremos también nosotros por cosas nobles, tales como "de qué manera podemos irradiar luz en un mundo que atraviesa por tinieblas". Otras cosas que podemos hacer es ayudar otorgando libertad a los cautivos (entre los que se encuentran los prisioneros inocentes de las cárceles y la gente encadenada a la pornografía, al odio contra sus semejantes, a la avaricia, a la gula y a los vicios en general). También podemos consolar a los que lloran y curar las heridas del alma de nuestro prójimo. Alentar a los que desean volar y no tienen alas, suspender los rumores mentirosos que perjudican alguna persona, y dar alegría a los tristes que por sus problemas no pueden sonreír.

Hay cosas que no se compran con dinero, y ésas son las más valiosas. Entre ellas se encuentran: el amor a Dios, a los padres, a los hijos, a la esposa y a los nietos. También se hallan en ese mismo grupo, que no es posible adquirirlos con monetario: un hogar, la felicidad interior y la paz del espíritu. De igual manera, en ciertos casos, la salud no se compra con dinero y eso lo saben muy bien las personas enfermas que poseen una gran cantidad de riquezas materiales y desgraciadamente no existe cura para su mal.

Seamos una bendición para los demás. Jesús lo fue para toda la humanidad. Él vino a bendecir, no a maldecir. Vino para traer vida en abundancia, para enjugar nuestras lágrimas y calmar nuestras angustias. Si siguiéramos el rastro de energía que Dios dejó en la tierra, veríamos que todo floreció, sanó o resucitó con su presencia.

zarzar@prodigy.net.mx

jacobozarzar@yahoo.com

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