(Décima parte)
Haciendo un paréntesis en nuestro viaje a Tierra Santa, cruzamos la frontera de Israel para dirigirnos a Jordania que se encuentra al Este del Mar Muerto. Una parte del Antiguo Testamento se llevó a cabo en este país, y por lo tanto era importante conocerlo. El turismo que visita Israel puede sin problemas visitar Jordania por una de las tres entradas que comunican sus fronteras. A pesar de todo, al cruzar uno de los puestos militares, los soldados judíos revisaron minuciosamente la parte baja de nuestro autobús con espejos especiales que permiten ver la carrocería y las llantas sin tener que agacharse. Jordania es un país pobre que ha subsistido gracias a la ayuda económica de varias naciones que desean tenerlo como aliado en una zona que permanece siempre en conflicto.
Al llegar a este lugar, recordé que Jordania se forma como país en el año 1922 cuando salen los otomanos y se crea el Emirato de Jordania que luego se convierte en el Reino Hachemita (1946). El 95 por ciento de sus habitantes son musulmanes y el cinco por ciento restante son cristianos, divididos en varias ramas: católicos, griego ortodoxos, armenios, coptos, melquitas, evangélicos y anglicanos. Al entrar a territorio jordano, Emilio -nuestro guía en Tierra Santa, nos presentó a María del Pilar, activa e inquieta mujer española que nos conduciría paso a paso por las benditas tierras del Antiguo Testamento. Ella habla perfectamente el idioma árabe y es una persona muy inteligente que conoce al revés y al derecho la historia del país. Jordania tiene seis millones de habitantes, de los cuales el 60 por ciento son palestinos. Desde la formación del Estado de Israel, emigraron cientos de miles a territorio Jordano, y formaron enormes campos de refugiados. El rey Hussein asumió el poder en 1953, tras la muerte de su padre el rey Abdala, asesinado por un refugiado resentido. Para gobernar, el rey Hussein se apoyó en las tribus beduinas del desierto -tradicionalmente ligadas a la dinastía hachemita, y en la ayuda de los gobiernos británicos y estadounidenses, ejerciendo el poder en forma autocrática. Los refugiados árabes, deseosos de recuperar sus hogares en el actual territorio de Israel y heredando su odio legítimo de generación en generación, se mantuvieron siempre hostiles al rey Hussein, al que acusaron de sometimiento a los intereses anglosajones e israelitas. En la actualidad gobiernan Jordania el rey Abdala II y su esposa Rania, que viste muy bien y es bastante caritativa con los pobres.
Por la carretera vimos grandes plantaciones de almendra, manzana, olivo y durazno, y nos enteramos que durante la dominación de los turcos, ellos cortaron muchos árboles para utilizar la madera y despejar la vista. Pasamos por la ciudad de Jerasa (Jerash) en donde Jesús estuvo predicando (Mateo 8, 28-34), y que en la actualidad es un lugar donde se venden muchos artículos chinos e indúes. Pasamos también por uno de los 12 campos de refugiados palestinos que viven en la mayor de las pobrezas. La O.N.U. paga mensualmente al gobierno de Jordania cierta cantidad de dinero para el sostenimiento de los refugiados palestinos, pero no por eso dejan de ser pobres. Por las calles se observa a las mujeres caminar llevando canastas en la cabeza como lo hicieron también en tiempos de Jesucristo. Horas después pasamos por Ammán -la capital de Jordania, que tiene un millón y medio de habitantes con un 30 por ciento de personas que no encuentran empleo. A los judíos que desean invertir aquí, no
les permiten ser totalmente dueños de las propiedades, solamente pueden adquirir el 49 por ciento. A lo lejos vimos el hospital en el cual ingresaron muerto al rey Hussein, después de estar internado en los Estados Unidos, enfermó de cáncer.
500 mil egipcios muy pobres trabajan en Jordania para recoger la basura en las ciudades y en el campo. Ellos tienen la piel quemada por el sol. La moneda es "el Dinar jordano", el idioma es el árabe y sus habitantes son islámicos sunitas. El rey desciende del profeta Mahoma.
En las calles vimos caminar a varias mujeres completamente tapadas, ni siquiera los ojos les pudimos ver. Me pregunté varias veces ¿cómo podría seleccionarlas algún pretendiente para casarse con ellas? El secreto está en que las madres de los jóvenes solteros y las amigas de ellos, sí las pueden ver destapadas de la cara en su casa, y de esa manera las recomiendan. Los pretendientes solamente las conocen después de la boda. En Egipto, en la zona de beduinos (Bédewy), el hombre cría camellos para darlos como dote a la novia. En el resto de los países árabes, el trato se realiza en oro o en alfombras. Si la pareja se divorcia, ella devuelve el oro (o los camellos o las alfombras); si él se divorcia, ella se queda con la dote, (ya sea oro o camellos o alfombras). La mujer que se divorcia puede volver a casarse, pero sale más barata en cuanto a la dote. Los beduinos viven en el desierto y son sus mujeres quienes tejen las carpas que dan forma a la casa.
Por la carretera observamos a varios pastores -descendientes de aquellos hombres de campo en los que se inspirara Nuestro Señor Jesucristo para hablarnos del Buen Pastor. Sorpresivamente y sin esperarlo, en pocos momentos vimos caer lluvia, niebla, granizo y viento con granos de arena. Es una zona muy interesante por los cambios bruscos que tiene la naturaleza. En algunas ciudades de Jordania se observan las casas construidas a distancia una de la otra. Esto lo hacen por celos infundados, para que el vecino de al lado no pueda ver a la esposa.
Uno de los lugares más hermosos de Jordania es sin lugar a dudas Petra -la ciudad de piedra, que fue descubierta por un ciudadano suizo de origen alemán llamado Búrjal. Se trata de una ciudad de gran belleza esculpida en la roca que aparece sorpresivamente ante los ojos del visitante. En este lugar se filmaron algunos episodios de la interesante película Indiana Jones. Las paredes rocosas dan la impresión de haber sido esculpidas por un artista. Sus colores son bellísimos, y cuando llueve, resaltan el rosa, el café y los grises. Entre una pared y la otra, un camino de piedra marca el sendero donde pasaron a caballo hace miles de años los soberbios ejércitos de Roma.
Al caer la tarde, la guía nos platicó que en Jordania los prisioneros cultivan árboles de olivo dentro de las cárceles. Pero, lo que yo no quería escuchar es que existe la pena de muerte por ahorcamiento (en esa semana, cinco prisioneros se encontraban en espera de ser ejecutados). ¡Venía yo tan contento...!
Cuando el Papa Juan Pablo II visitó Ammán en el año 2000, 70 mil personas acudieron de los países árabes vecinos para participar en la visita pastoral. Muchos tuvieron que vender las puertas y ventanas de sus casas para pagar lo que les cobraron por llevarlos a Jordania. Al final de la misa, dos niños jordanos pasaron a saludar al Santo Padre y le pidieron oraciones para tener paz, amor y bienestar en sus casas. En esos momentos los pequeños levantaron su túnica o "shilaba" que llevaban puesta, y todos los asistentes miraron con horror que ambos tenían sus extremidades mutiladas, las cuales habían sido reemplazadas por dos prótesis.
Cuando el sol se empezó a ocultar, emprendimos el regreso. En el cerebro llevábamos un baúl de emociones y de imágenes que no podríamos borrar aunque pasaran muchos años. En la parte delantera del autobús, nuestra guía comenzó a cantar con una gran ternura -micrófono en mano, una canción que yo no había escuchado, pero que me agradó bastante y me hizo reflexionar. Es la canción de los esclavos negros africanos que se les escuchaba al volver a sus chozas cuando el día se estaba muriendo. Posiblemente regresaban encadenados, tal vez con huellas de latigazos en el cuerpo, y sin embargo le daban gracias a Dios por tener el don de la vida: "Junto a Ti, al caer la tarde, y cansados de nuestra labor, te ofrecemos al igual que todos los hombres, el trabajo, el descanso, el amor. Con la noche la sombra nos cerca y regresa la alondra a su hogar. Nuestro amor son tus brazos, oh Padre, y tu amor nuestro nido será. Cuando al fin nos recojan tus manos, para hacernos gozar de tu paz, reunidos en torno a tu mesa, formarás la perfecta hermandad". Esta hermosa canción nos motiva a no quejarnos cuando algo sale mal, y a dar gracias a Dios cuando algo sale bien. Es importante puntualizar que al que Dios le dio mayores dones, el Señor le exigirá más, como a los laicos comprometidos, a las personas consagradas, a los religiosos, a los sacerdotes, a los obispos, arzobispos y Papas. Su responsabilidad es muy grande, tienen una obligación enorme. Dios los va a juzgar según su luz.
CONTINUARÁ EL PRÓXIMO DOMINGO.
zarzar@prodigy.net.mx
jacobozarzar@yahoo.com