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Más Allá de las Palabras / PEREGRINACIÓN A TIERRA SANTA

Jacobo Zarzar Gidi

(Doceava parte)

En el Huerto de Getsemaní, testigo del sufrimiento de nuestro Salvador y guardado con cariño por los franciscanos, existen ocho venerados olivos -retoños de los que presenciaron en la noche del Jueves Santo la agonía de Jesús. Sus hojas son hoy un estimado recuerdo para los peregrinos. Hace siete siglos que los franciscanos, en nombre de la iglesia, son los guardianes de los Santos Lugares de nuestra Redención. Los franciscanos reemplazaron a los cruzados en Palestina y, con las armas poderosas de la oración, del sacrificio, caridad y misericordia, pudieron establecer fuertes posiciones que se localizan en: Tierra Santa, Siria, Líbano, Egipto y Chipre.

La ?Vía Dolorosa? o ?Camino del Dolor?, serpentea a través de las callejuelas sinuosas de la Ciudad Vieja de Jerusalén que se encuentra totalmente amurallada. Ésta Vía parte del convento del ?Ecce Homo? (He aquí el Hombre) y acaba en la Basílica del Santo Sepulcro. Es la ruta tradicional que siguió Jesús, llevando a cuestas su madero. Se inicia en el Pretorio (sala del tribunal de Poncio Pilato), en la Antonia, y continúa hasta ?la colina del Cráneo o Gólgota?, lugar de la crucifixión. A lo largo de este recorrido se escalonan las ?14 estaciones? del Vía Crucis. Cada estación recuerda un episodio. Capillas, conventos, monasterios, ayudan al recogimiento del peregrino, y es para él la Vía más sagrada. En todo el recorrido nos encontramos con vendedores ambulantes y fijos que distraen con su ruido a los visitantes, pero al final comprendimos que Nuestro Señor Jesucristo, horas antes de morir, también pasó por este lugar que estaba repleto de comerciantes, y muchos -con toda seguridad, ni siquiera voltearon a ver su dolor, porque en esos momentos estaban tratando el precio de alguna mercancía. Al inicio, se puede rentar una enorme cruz de madera para cargarla en las diferentes Estaciones, pero de ninguna manera se parece en sus dimensiones y en su peso a la que cargó nuestro querido Maestro.

En la Primera Estación, Jesús es condenado a muerte. ?De Caifás llevaron a Jesús al Pretorio? (Juan 18, 28). El minarete que allí se encuentra, llamado ?la Torre Antonia?, recuerda el lugar tradicional de la fortaleza romana, la Antonia, donde Jesús fue condenado.

En la Segunda Estación, Jesús carga con la cruz a cuestas. ?Entonces Pilato tomó a Jesús y lo azotó (Juan 19,1)... Y después se lo entregó (a los judíos) para que le crucificasen" (Juan 19,16). Capillas franciscanas de la Condenación y de la Flagelación están construidas, en parte, sobre el Litóstrotos (en hebreo ?gabbata?), donde según la tradición, fue condenado. ?Y los soldados lo condujeron al Pretorio... y Pilato se sentó en el tribunal, en el lugar llamado Litóstrotos? (Juan 19,13). En lo que ahora es el arco llamado del ?Ecce Homo?, ?Pilato les dijo: He aquí el Hombre (en latín: ECCE HOMO) (Juan 19,5)?.

En la Tercera Estación, Jesús cae por primera vez. ?Y se alejó de mí todo consuelo que aliviase mi alma?. (1ª. Lamentación, 16) En la esquina de la calle (El Wadi) hay una capilla polaca. Un relieve, encima de la entrada, del escultor Thaddeus Zkielinsky muestra a Jesús caído bajo el peso de la cruz. Como fondo de la escultura, aparece una hermosa pintura en la que se ve a un ejército de ángeles sufriendo y orando al ver a Jesucristo caer por el peso de la cruz, algunos de ellos se tocan la cabeza por la mortificación ante la impotencia de no poder hacer algo para evitarlo.

En la Cuarta Estación, Jesús encuentra a María, su Madre. ?¡Oh vosotros, cuantos por aquí pasáis. Mirad y ved si hay dolor comparable a mi dolor!? (1ª. Lamentación 16) Dice la tradición que la Virgen estaba en el camino que llevaba al Calvario, para ver pasar allí a su Hijo. En una capilla armenio católica localizada en ese punto, se recuerda su sufrimiento, porque no hay dolor más grande para una madre que perder a su hijo.

En la Quinta Estación, el Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz. ?Y obligaron a llevar la cruz de Jesús a uno que pasaba por allí, llamado Simón de Cirene, padre de Alejandro y Rufo, que venía del campo? (Marcos 15, 21). Una capilla franciscana señala la quinta estación del Vía Crucis, desde donde la Vía Dolorosa sube, gradualmente, hacia el Gólgota. Simón de Cirene reniega en un principio cuando lo obligan a cargar la cruz, pero posteriormente la acepta cargándola por Jesús. Dios nos pide a nosotros también ?un extra? para ayudar a nuestro prójimo.

En la Sexta Estación, la Verónica enjuaga el rostro de Jesús. ?Que el Señor haga resplandecer su faz sobre ti? (Números, 6, 25). Un altar sobre la Vía Dolorosa con candelabro de siete brazos, junto al oratorio del convento de las ?Pequeñas Hermanas de Jesús? es el lugar donde la tradición sitúa la casa de la Verónica.

En la Séptima Estación, Jesús cae por segunda vez. ?En su amor y su misericordia Él mismo nos rescató y cargó con nuestros pecados y los ha llevado? (Isaías 63, 9). Una gran columna romana se alza en la capilla franciscana. Aquí recordamos la segunda caída de Jesús, a la salida de la ciudad. La tradición refiere que aquí fue colocada la tablilla en la que figuraba la causa de la condena. De aquí el nombre cristiano del lugar: ?Puerta de la Sentencia?. No hay camino sin cruz para llegar a la Vida Eterna. Intentemos hacer siempre la voluntad de Dios, conociendo, amando e imitando a Cristo.

En la Octava Estación, Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén. ?Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí. Llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos; porque si esto hacen al leño verde, ¿qué será al seco??. (Lucas 23, 28, 31). La Octava Estación está indicada por una cruz latina gravada sobre una de las paredes del monasterio griego. Muy cerca se alza el ábside y el techo de la Basílica del Santo Sepulcro, a la vista del lugar de la muerte de Jesús.

En la Novena Estación, Jesús cae por tercera vez. ?He venido, oh Dios mío, para hacer tu voluntad? (Salmo 40, 6). Una columna romana señala la Novena Estación. Al lado, el ábside y el techo del Santo Sepulcro.

Décima Estación. ?Desde la planta de los pies hasta la cabeza, no hay en Él nada sano, sino heridas, hinchazones, llagas abiertas?. (Isaías 1, 6). Las cinco últimas estaciones se veneran dentro de la Basílica de la Resurrección. Una escalera conduce a la capilla del despojamiento de Jesús.

Undécima Estación. Jesús es clavado en la cruz. ?Han taladrado mis manos y mis pies. Han contado todos mis huesos? (Salmo 21). Jesús salió al sitio llamado Cráneo (Gólgota), donde lo crucificaron (Juan 19, 17). Éste es un ?Lugar Santo? venerado por los latinos. Renovado y decorado con estupendos mosaicos en 1938, señala el lugar donde Jesús fue clavado en la cruz, bajo la mirada de su Madre. (?Lugar Santo? es un lugar donde la iglesia venera un misterio de la vida de Cristo, y es también un lugar santificado por la oración de los creyentes).

Duodécima Estación. Jesús muere en la cruz. ?Jesús gritó con fuerte voz: ?Eli, Eli, lema sabachtani??, (que quiere decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado??) (Mateo 27, 45). Un altar griego se alza sobre la roca del Calvario, donde fue levantada la cruz de Jesús y las de los dos ladrones. Al lado, en la roca, se muestra una hendidura, debida a un terremoto.

Décima tercera Estación. Jesús es bajado de la cruz. ?Después de esto, José de Arimatea, miembro del Consejo y discípulo del Maestro, se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Entonces bajaron el cuerpo de Jesús de la Cruz. La Madre de Jesús estaba allí? (Lucas 23, 53). En la llamada Piedra del ungüento fue depositado su cuerpo.

Décima cuarta Estación. Jesús es sepultado. ?José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en un sepulcro nuevo que había hecho cavar en la roca. Después hizo rodar una piedra grande a la puerta del sepulcro? (Mateo 27, 59).

En la Basílica de la Resurrección, junto al Santo Sepulcro, se observa un bajorrelieve de Cristo saliendo glorioso del sepulcro. ?El ángel dijo a las mujeres: No os turbéis: El que buscáis, Jesús Nazareno, el crucificado, resucitó, no está aquí? (Marcos 16, 6).

CONTINUARÁ EL PRÓXIMO DOMINGO...

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