El billarista lagunero, Mauro Alberto Ibarra tiene 31 años de grandes esfuerzos.
TORREÓN, COAH.- Para Mauro Alberto Ibarra Montañés, los sueños de convertirse en jugador de billar se remontan 31 años atrás, justo cuando tenía siete años de vida, y en su natal San Pedro de las Colonias su padre era el propietario de los billares Montecarlo y México.
Primero la curiosidad por conocer sobre esta disciplina y poco a poco el desarrollo de su gusto por la misma le permitieron adentrarse en ella hasta convertirse en uno de los mejores jugadores de México, con experiencia ya en un campeonato mundial y varios otros certámenes internacionales efectuados en Argentina, Aruba e Inglaterra, a donde ha llevado en alto el nombre de su patria.
?Muchas veces me levantaba de madrugada, tomaba las llaves de uno de los billares mientras mi familia dormía y me iba a jugar solo, aunque primero hacía la limpieza del lugar para ayudarle a mi padre, y cuando ya de mañana él llegaba, me mandaba a la escuela?.
El tesón de ese niño poco a poco convenció a don Jorge Ibarra de que su interés y gusto por aprender billar era real, de modo que no le quedó de otra, decidió enseñarle los aspectos básicos de juego y poco después también contó con el apoyo de grandes jugadores mexicanos, quienes vieron en él la posibilidad de desarrollar su gran talento.
Así, paso a paso, ese inquieto chiquillo se abrió camino en las mesas de juego hasta convertirse en uno de los baluartes mexicanos de la especialidad, que hoy está en la antesala del Campeonato Panamericano de Billar, a realizarse durante mayo en Mar del Plata, Argentina, donde se dan cita jugadores de prácticamente todo el continente.
?Creo que tengo buenas posibilidades de quedar entre los mejores cinco del certamen y con ello obtener un lugar directo al Campeonato Mundial, que se efectuará durante octubre o noviembre en Filipinas?.
Aunque se prepara como novato para el compromiso de carácter selectivo, este lagunero tiene ya experiencia en un Campeonato Mundial, al haber representado a México durante 2003 en Inglaterra, un certamen que fue una gran experiencia personal, aunque su papel no fue del todo bueno. ?Nunca nos dejaron entrenar, éramos más de 300 jugadores en el certamen y creo que en lo personal sí me afectó bastante?.
Alberto se desempeña como operador de grúa en la autopista Torreón-Saltillo, donde trabaja 24 horas por 72 de descanso, lo que me da tiempo suficiente para entrenar al menos tres o cuatro horas diarias y estar siempre listo para los compromisos de juego.
Luego de que su padre vendiera los billares que por muchos años operó, Alberto entrena en Torreón o San Pedro, donde por ser un elemento ampliamente conocido y reconocido por sus logros, tiene la oportunidad de jugar y prepararse sin pagar cuotas, un gesto que agradece a quienes le facilitan las mesas. ?Jugar billar es un gusto muy personal, no vivo de esto; mantengo a mi familia de mi trabajo y gracias al apoyo de mis amigos y familiares, y es que puedo cubrir gastos de transporte, hospedaje y alimentación para estar en torneos que se realizan en otras ciudades.