Los ataques suicidas contra las Torres Gemelas mostraron el daño que pueden llegar a hacer los terroristas. Nueva York, cinco años después del fatídico 11-S, es una ciudad con vida frenética, aunque con algunas cicatrices.
Por eso, los familiares de las víctimas del World Trade Center y los supervivientes del cataclismo quieren que este quinto aniversario sirva para recordar que ese día fue algo más que un trágico evento que quedó marcado en el calendario, y que las vulnerabilidades y el dolor siguen latentes. Es por ello que piden al público no olvidar, para que no vuelva a suceder lo mismo.
Anthony Gardner comenta que no sabía que su hijo estaba en el edificio hasta que llamaron sus compañeros. ?Nos llevamos un mes esperando, rezando para que estuviera bien?, recuerda. Cinco años después, afirma, hace falta muy poco para que aflore el dolor. ?Se dice que el tiempo cura las heridas. Pero cuando pierdes a alguien que quieres, no es como una gripe, es como una amputación?. Y es que el 11-S es una fecha marcada. ?Me basta un olor para recordar ese día?, añade Mary Fetchet, de Voices of September 11.
El hijo de Fetchet murió en la misma torre de la que Tom Canavan logró escapar con vida, antes de que se derrumbara. Canavan se encontraba en el piso 47 cuando impactó el avión. Hoy cuenta que cada vez que pasa cerca de una obra o siente la vibración del tren, le recuerda lo peor. En un coloquio organizado por New York Magazine con ocho de los que sobrevivieron, este sobreviviente de los 18 mil que se calcula estaban en las Torres Gemelas explicó que el 11-S es para él una adicción. ?Es como si tuviera un proyector en mi cabeza repitiendo la misma película continuamente?.
Earlyne Johnson, sin embargo, dice sentirse una persona nueva. Perdió el ascensor que subía a la planta 65 en el momento del impacto. ?Antes del 11-S solía irritarme con facilidad, pero ahora me dejo llevar?, comenta. Y explica la razón por la que no murió ese día: ?Dios no quiso acabar conmigo en ese momento?. (El País)