EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

México prehistórico

Javier Fuentes de la Peña

Hace algunos años el hombre vivía en la oscuridad. Por las noches sólo el fuego guiaba su camino y, por el día, la sinrazón lo cegaba y lo reducía a seguir su instinto de supervivencia.

Cuando tenía frío mataba a un animal para cubrirse con su piel. Cuando tenía hambre cortaba los frutos de los árboles silvestres o le arrancaba la vida a un ciervo a garrotazos para alimentarse con su carne.

Ese hombre vivía en tribus que seguían a los animales. Cada tribu tenía como jefe al cazador más hábil. Había también en las tribus un hechicero que se encargaba de formular presagios y aplacar a los malos espíritus.

Para estas tribus poseer una cueva cercana a donde se encontraba un rico cazadero significaba una garantía de subsistencia. Sin embargo, para subsistir no sólo tenían que sortear los obstáculos de la naturaleza, tenían también que enfrentarse a los hombres de otras tribus en batallas donde lo único que quedaba era sangre, un vencedor y un vencido.

Cuando leí la historia de estos hombres nunca imaginé que era de unas personas que existieron hace decenas de miles de años, pues, para ser sincero, no encontré demasiadas diferencias con nuestra forma de vivir.

Nosotros, al igual que el hombre de las cavernas, vemos reducidos nuestros intereses al mero afán de la supervivencia. En la actualidad también hay tribus que se enfrentan. Estados Unidos lucha contra Irak, el globalifóbico contra el globalifílico, el oprimido contra el poderoso, el pez grande sigue comiéndose al chico, en fin, la destrucción entre los humanos parece estar garantizada.

Habrá quien afirme que el ser humano ha progresado a lo largo de la historia, pues ahora es capaz de amar, de crear obras de gran valor artístico e intelectual y de lograr impresionantes avances tecnológicos, sin embargo, nadie puede negar que con la civilización hemos pasado del problema del hombre de las cavernas al problema de las cavernas del hombre.

Después de tantos miles de años no hemos logrado encontrar una forma de Gobierno superior a la existente en épocas prehistóricas. En ese tiempo el jefe era quien demostraba ser el mejor cazador. Ahora ocurre lo contrario, pues los gobernantes no se caracterizan por reunir el mayor número de virtudes. En nuestra época la capacidad del gobernante es algo secundario. Si tuviéramos al mejor de los hombres en el poder, habría menos rasgos que nos hicieran semejantes al hombre de las cavernas. Nuestros gobernantes, lejos de ser virtuosos, se entregan a prácticas que despojan al hombre de su condición como tal. Corrupción, abuso de poder, robo, engaño, son algunas de las prácticas que no faltan en los hombres que ocupan algún cargo público importante.

Ahora la Ley de la selva busca apoderarse de nuestro destino. Ignorante de leyes, López Obrador busca obtener con presiones lo que no le pertenece.

En la supuesta asamblea informativa celebrada hace unos días, López Obrador aprovechó la tribuna para enardecer el ánimo de sus partidarios que ya se ha traducido incluso en ataques físicos contra Felipe Calderón. ¿Acaso así debe actuar alguien que pretendía convertirse en nuestro presidente?

La incapacidad de López Obrador de emprender una batalla legal queda manifiesta al entablar una lucha social basada en descalificaciones, acusaciones infundadas y en el engaño a una masa que se cree portavoz de los deseos ciudadanos.

Las manifestaciones políticas no deben estar nunca por encima de las disposiciones legales. Político populista al fin y al cabo, López Obrador no entiende el verdadero sentido de la Ley, pues él y sus colaboradores la han violado en múltiples ocasiones.

Hay quienes piensan que si el Trife declara ganador a Felipe Calderón se despertaría una enorme indignación ciudadana, al grado que el país se vería sumido en un completo caos. De ninguna manera creo que esto sucederá, pues México no es el millón de personas que supuestamente asistieron a la movilización perredista.

Existen múltiples motivos para desconfiar de López Obrador. Quien se rodea de pillos, no puede ser muy distinto a ellos. Ahora Camacho Solís, antes comisionado para la paz en Chiapas, nos dice que la sonrisa perredista podría convertirse en un puño y López Obrador amenaza al candidato panista al recomendarle que cuide a su familia.

El político tabasqueño representa lo peor de nuestro pasado. Por fortuna, millones de mexicanos decidimos dejar atrás la oscuridad de la caverna populista.

javier_fuentes@hotmail.com

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 226087

elsiglo.mx