EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Miedo/Diálogo

Yamil Darwich

Los seres humanos nos manejamos con sentimientos y sensaciones; los primeros generados como respuesta al contacto del medio, tanto sociales y ambientales, en relación a la dependencia que tengamos o sea generada hacia ellos; las segundas, son el resultado de nuestra propia valuación interna a lo observado y la decisión de si es malo o amenazante para nosotros; luego, actuamos en consecuencia.

Así podemos amar u odiar; temer o desear; sentir agrado o desagrado, miedo o alegría; en fin, valorar al medio que nos rodea y decidir, ejerciendo acciones más allá del simple instinto o el condicionamiento; evaluar si es bueno, seguro, deseable, atrayente para nosotros, o todo lo contrario.

Estos principios, descritos en forma muy general, son conocimientos del dominio profesional de médicos, sicólogos, siquiatras y de otros, incluidos los sociólogos y los mercadólogos. Unos los utilizan para atender la salud de los seres humanos; los otros buscando provocar nuestras respuestas, cuando les interesa vendernos, convencernos, animarnos y hasta asustarnos con algo o alguien a fin de inducirnos a tomar una decisión.

La Academia de la Lengua da dos definiciones de la palabra: “Miedo. (del latín Metus) 1.- m. Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo real o imaginario. 2.- m. Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda lo contrario a lo que desea”.

El miedo es un arma poderosa, únicamente menor al sentimiento amor, aunque usado con mayor frecuencia; así, los brujos y chamanes de la antigüedad se apoyaban en él buscando mantener bajo control a los integrantes de sus grupos sociales primitivos -el infierno visto desde distintas ópticas religiosas-; los guerreros lo conocen como recurso para amedrentar, no sólo a los soldados enemigos, sino a poblaciones civiles enteras -recuerde al conquistador Atila, o Hitler-; también es un recurso valioso de los líderes sociales, lo usan para convencer e imponer ideas; los religiosos, amenazan a los creyentes sobre lo malo a suceder, de no tener la forma de vida por ellos indicada; también lo utilizamos los padres de familia, ayudándonos del temor generado a los hijos, con los castigos a recibir, si desobedecen; y hasta los políticos -tema de hoy- tratando de asustarnos, buscando que votemos por ellos.

La mercadotecnia en la política social tiene lo suyo, no de ahora, desde siempre; así han logrado que las masas hagan lo deseado por algunos individuos, conforme a su propios intereses y esto no es privativo de México; tan sólo piense en el manejo dado por George W. Bush a los trágicos sucesos del 11 de septiembre; o la manipulación política del temor, practicada por los líderes de la Europa Occidental, buscando la aprobación de los ciudadanos y participar en la guerra contra Irak.

Los candidatos a la Presidencia de México han utilizado este conocimiento, de la sicología de las masas, para bien de ellos y susto de todos nosotros; sus asesores saben cómo distraer y lograr atraer el voto de los ciudadanos, no por estar convencidos de sus propuestas, sino atemorizados con supuestas acciones de sus oponentes, si es que llegan al poder.

Roberto Madrazo nos advierte de la inseguridad y la pobreza a vivir, si acaso no es electo; previene de las malas políticas económicas que nos hundirán; dice tener la fórmula para gobernar, habiéndolo demostrado en Tabasco.

Manuel López Obrador afirma que sin él, la derecha y los ricos continuarán abusando de los débiles económicamente; conoce muy bien las estadísticas económicas y sociales de México y espera, con el mensaje populista, llegar a sensibilizar cerca del 60 por ciento de los electores catalogados pobres o míseros. Hace acusaciones sobre nepotismo, abuso de autoridad, manejo de influencias y da nombres con datos y cifras que no todos podemos interpretar adecuadamente. En el camino siembra sensaciones y sentimientos negativos contra su oposición.

Felipe Calderón también hace lo propio; nos asegura que de no ser electo, tendremos un Gobierno integrado con mentirosos y represivos; seremos dominados por caudillos comunistas, semejantes a los dictadores latinoamericanos de la actualidad.

Ese manejo del miedo no es nuevo en la política mexicana, ha sido utilizado como argucia; recuerde a Labastida, en su campaña presidencial aseguraba que de ganar la entonces oposición perderíamos el avance económico, se privatizaría Pemex y la CFE, tendríamos un Gobierno de ultraderecha y se violarían nuestras garantías individuales. Las historias sobre presos políticos, después del movimiento del 68, nos mantuvieron temerosos a los estudiantes universitarios y aún ahora son tema de pláticas entre los de más edad; las amenazas “del comunismo” en tiempos del Gobierno de Lázaro Cárdenas; o la caída directa al infierno, de aquellos que participaron en la guerra cristera apoyando al “infiel”.

El miedo lo mezclan maliciosamente con la desinformación y el agravio; todos los candidatos usan esos malos argumentos para distraernos. Ninguno ha hecho una exposición satisfactoria del cómo logrará sus propósitos enunciados; a cambio, los tres contendientes con mayores adeptos se “han puesto la verde” y se dejan ver en lugares públicos, frente a pantallas panorámicas, gritando porras a la Selección Mexicana de Futbol en auténtico “baño de pueblo”, tratando de envolvernos en sentimientos y sensaciones que nos confunden a la hora de decidir por quién votar.

Los expertos en el manejo del miedo ofrecen algunas alternativas para contrarrestarlo: el primer término, identificar cuál es la causa y después de encontrarla, analizarla y discutirla; ver qué tan factible es que se haga realidad ese temor. Haga el ejercicio, con cualquier tema y le aseguro descubrirá cómo alteramos la percepción de la realidad en esas circunstancias.

En esa metodología se develan muchos engaños introducidos al subconsciente; como ejemplo la real posibilidad de AMLO ejerciendo un Gobierno de izquierda radical; analícelo a la luz de la política internacional y de los antecedentes históricos del área latinoamericana, que en generalmente han incumplido la mayor parte de los compromisos “anti-imperialistas” declarados en las campañas electorales. O revise la factibilidad del posible “abandono” a los pobres y sus causas por Calderón; o la actitud dictatorial de Madrazo, en caso de ganar. Todos esos mensajes generan miedo y distorsionan la visión del elector; tienen poco fundamento de verdad. ¿no le parece?

Algunos politólogos, editorialistas y comentaristas, insisten en la falta de una verdadera motivación para votar el dos de julio; temen pueda ganar el abstencionismo, el peor de todos los candidatos. Otros, sostienen “no hay uno bueno” y habremos de decidirnos por el “menos malo”, fomentando la apatía entre los ciudadanos. Votar, más que un derecho, es una responsabilidad ciudadana ineludible.

Vote por quien usted desee, o si quiere se lo escribo en esos términos negatiivos: por el menos malo, pero ejerza su derecho; hagamos avanzar a la democracia. Nos vemos en las urnas.

ydarwich@ual.mx

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 220826

elsiglo.mx