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Migración sin atole.../Hora Cero

Roberto Orozco Melo

No son unos cuantos, ni siquiera algunos cientos. Los mexicanos que residen en Estados Unidos suman millones de personas y constituyen una de las corrientes migratorias más importantes en dicho país; hoy por hoy podría ser la más numerosa. Sin embargo, los mal llamados “chicanos” -genérico para legales o ilegales- nunca han sido consultados, ni siquiera tomados en cuenta, en la toma de decisiones que pudieran o no afectar su especialísimo estatus jurídico. En USA todo lo resuelven las Cámaras de Representantes y Senadores de acuerdo con los criterios ideológicos, pragmáticos o electorales de los dos partidos políticos hegemónicos: el Republicano y el Demócrata.

Esto podría cambiar en adelante si las multitudinarias movilizaciones realizadas el primero de mayo en varias ciudades de Estados Unidos lograran penetrar la dura coraza de los legisladores estadounidenses y sensibilizar a favor su óptica política. Si esto operase los paisanos con derecho a elegir en la Unión Americana podrían conducir a la Cámara de Representantes y al Senado a un mayor número de personas progresistas capaces de impulsar cambios positivos en la manida reforma migratoria que es, hasta ahora, sólo una ominosa pretensión de los “sensebreners” más radicales del partido Republicano y del presidente Bush.

Anteayer, nada menos, el republicano “number one” nos dio un poquito de atole con el dedo a propósito de la celebración que anualmente hace la Casa Blanca de la victoria de las armas mexicanas contra los invasores franceses, el cinco de mayo de 1862: “La reforma migratoria, dijo en un breve discurso en español, debe ser amplia, porque todos los elementos de este problema se deben atender juntos o ninguno de ellos será solucionado del todo”.

Diría después: “Apoyo el fortalecimiento de nuestras fronteras (muros, inspecciones y detenciones) y apoyo un programa de trabajadores temporales que vincularía a trabajadores dispuestos con empleadores estadounidenses”, pero agregó un poquito más de atole: “Los mexicanos estadounidenses han traído una cultura basada en la fe y en Dios, un profundo amor por la familia y el convencimiento de que el trabajo duro lleva a una vida mejor”. Y luego, abrazado a una guapa cantante mexicana, entonó el himno nacional de Estados Unidos en lengua española. Nos vendió la idea de que está convencido para luchar a favor de leyes migratorias favorables a los mexicanos.

¿Y qué puede suceder en la realidad? Que el Gobierno estadounidense y sus agencias construyan un ignominioso muro entre los dos países a propósito de lo que llaman fortalecimiento de la frontera -de su frontera- de modo que los trabajadores temporales previamente aceptados por los empleadores de Estados Unidos, trabajen varios meses y después regresen a México para volver a aplicar cuando las necesidades del campo laboral lo determinen y les fijen nuevas condiciones. ¿Esto detendrá el flujo ilegal de trabajadores? Más bien lo estimulará, a pesar de todas las prevenciones y amenazas que intenten disuadirlos.

En Washington hace falta la presencia de cabilderos del Gobierno mexicano que tengan la habilidad de convencer a los legisladores opuestos y a sus consejeros para que aprueben una buena reforma. Una de las cualidades del sistema político de los vecinos del Norte es que su Congreso carece de las ataduras que lucían nuestros diputados y senadores; pero quiérase o no el presidente de Estados Unidos usa sus propios interlocutores políticos para sacar adelante el represivo proyecto republicano de Ley migratoria, que bien puede apuntar s ser el clásico atole con el dedo, tan conocido por todos y fácil de escapar a la perspicacia de los asesores del presidente Fox y a su lento discernimiento personal. Si en el Congreso de la Unión, que está a la vista de los diputados de su partido y de la Presidencia de la República, pasan de noche leyes enteras, que luego deben combatirse con el nada fácil recursos del veto o el menos fácil de la Suprema Corte, ¿qué no podría suceder en la ajena, compleja y alejada cancha legislativa estadounidense? Si al jefe del Poder Ejecutivo mexicano le interesa pescar un buen programa migratorio México-Estados Unidos debería colocar en su caña algunos curricanes que atrajeran al Gobierno estadounidense; mas para eso el presidente Fox tendría que cambiar su vieja táctica de palafrenero oficioso y bien dispuesto. Una oportuna interlocución ante Bolivia, Venezuela, Argentina y Brasil a favor de la globalización, hubiera sido más atractiva para el presidente George W. Bush que los escopetazos verbales de 2005 en la junta de presidentes de Buenos Aires.

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