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Migración y canto

Raúl Muñoz de León

Independientemente de sus causas económicas y su repercusión política, el fenómeno migratorio es típicamente sociológico. Desde que éramos pequeños nos enterábamos que familiares y amigos se habían ido “al otro lado”, no como braceros o trabajadores temporales, sino con la idea de quedarse allá para realizar el llamado sueño americano y así mejorar las condiciones de vida y las de sus familias, ante la falta de oportunidades en su México querido. Se decía que en Chicago, San Antonio y Los Ángeles, había más mexicanos que en muchas ciudades de nuestro país, que se fueron quedando deshabitadas convirtiéndose en pueblos fantasmas, porque todos se habían ido a los “estatites naites” a ganar dólares. Los viejos afirmaban, quizá exageradamente, que de cada diez habitantes de California, cinco eran de Santa Rosa, del Parralito o de “Trincheras”.

Surgió así una expresión cultural que a través del canto relataba el drama, las angustias, las peripecias, las penalidades de quienes se aventuraban a cruzar ilegalmente el río Bravo, en heroico reto a las patrullas fronterizas, para internarse en territorio americano desafiando a las autoridades migratorias estadounidenses con tal de hacer realidad su sueño, que en la mayoría de los casos se convirtió en terrible pesadilla por las condiciones de desigualdad, injusticia y explotación que allá encontraron. No era lo que habían imaginado, muchos se arrepintieron de haberse ido y quisieron regresar a casa, pero ¿a qué?

Fue el canto, pues, un escape emocional, la forma sociológica en que los migrantes fuesen legales o indocumentados, comunicaron al pueblo su dura situación; pero fue también un canto festivo, alegre, optimista que refleja la manera de ser del mexicano pues si le canta a la muerte, “en qué quedamos pelona, me llevas o no me llevas”, con más ganas le canta a su condición migratoria para relatar como burla los cercos levantados que quieren impedirle el paso.

Referimos aquí algunas de esas composiciones folclóricas y populares, aclarando que nuestro propósito no tiene de ninguna manera la pretensión del rigorismo histórico, es decir, no las mencionamos en estricto orden cronológico pues no se trata de eso. Temas como el de Canción Mixteca del dominio público, “qué lejos estoy del suelo donde he nacido, inmensa nostalgia invade mi pensamiento y al verme tan solo y triste cual hoja al viento, quisiera llorar, quisiera morir de sentimiento”, que igual puede reflejar la nostalgia y melancolía de un migrante en Estados Unidos como de cualquier mexicano que se encuentre en otro país.

Escucharíamos también “Paso del Norte” popularizado por Antonio Aguilar, canto que proyecta la tristeza de quien está por dejar la patria para ir a probar fortuna en el vecino país: “Paso del Norte que lejos te vas quedando, tus divisiones de mí se están alejando. Mis padres y mis hermanos de mí se están acordando, ¡ay qué destino, para sentarme a llorar!”.

Tal vez el más expresivo, sentimental y rico en vivencias sea “Canto del Bracero”, interpretado en los años cincuenta por Pedro Infante y recientemente por Eugenia León:

“Cuando yo me fui p’al norte,/ me colé por California. /Yo no tenía cartilla ni pasaporte/ ni amigos ni palancas en Migración/ pero me colé con resolución.

Recorrí varios estados/ de la Unión Americana/ por Arizona, Texas y por Loussiana/ siempre sentí la falta de estimación/ que’s que dicen que´s “descriminación”.

¡Ay qué triste es la vida, la vida triste/ la del bracero/ lejos de la familia y de la novia/ y del compañero,/ dan ganas de llorar, de sólo recordar!”

Vendría luego Lalo González “El Piporro” con un corrido alegre, ingenioso, festivo: “Chulas Fronteras” que describe en versos musicalizados la historia de quien primero fue ilegal y después documentado, que prefiere las ciudades fronterizas mexicanas para residir y gozar la vida, aconsejando a los migrantes que mejor se vengan a la frontera: “...de Tijuana a Ciudad Juárez, de Ciudad Juárez Laredo, de Laredo a Matamoros, sin olvidar a Reynosa...”. Antes iba al otro lado a escondidas de la gente, pues pasaba de mojado. Ahora tengo mis papeles ya estoy dentro de la Ley, tomo el wisky o la tequila hasta en medio del “jaig wey...”. Yo les digo a mis amigos cuando vengan a las “pizcas”, no se dejen engañar; con los güeros ganan lana pero no la han de gastar, vénganse pa’ la frontera donde sí van a gozar!”

Vicente Fernández con “Los Mandados” narra en un corrido cómo la astucia, la habilidad, el arrojo y “lo aventado” del mexicano le permiten eludir la vigilancia migratoria y aunque lo regresen, insiste una y otra vez en meterse en suelo americano hasta lograr su propósito: “A mí la “migra” me echó/, doscientas veces digamos/, pero jamás me dobló/, a mí me hizo los mandados/, los golpes que a mí me dio/, se los cobré a sus paisanos”.

Más cerca todavía, Los Tigres del Norte hicieron popular “La Jaula de Oro”. Este corrido relata otro tipo de situación de los migrantes mexicanos: el desarraigo y la transculturación de los que se quedan allá. De algún modo logran cierta estabilidad y comodidades dentro del “american way of life”; añoran la patria, sus hijos que se fueron chicos son residentes y adquieren ciudadanía, no se consideran mexicanos, no sienten a la patria porque como no la han vivido, la desconocen. Es un drama familiar, choque de culturas , de padres con hijos: “Aquí estoy establecido en los Estados Unidos, diez años pasaron ya, en que crucé de mojado, y papeles no he arreglado, sigo siendo un ilegal...”. Tengo mi esposa y mis hijos, que me los traje muy chicos, y se ha olvidado ya, de mi México querido del que yo nunca me olvido, y no puedo regresar...”.

Hoy se escucha en las radiodifusoras como tema de moda “Mojado...Indocumentado” de Arjona e Intocable. Canción de protesta con mensaje subliminal. Es otro modo de ver el fenómeno, pero igualmente descriptivo y aleccionador: “...el mojado tiene ganas de secarse, el mojado está mojado por las lágrimas que bota de nostalgia. El mojado, el indocumentado carga el bulto que legal no cargaría, ni obligado. El suplicio de un papel lo ha convertido en fugitivo, y no es de aquí porque su nombre no aparece en los archivos...”.

Los temas musicales aquí referidos no son todos ni los más destacados, pero han servido al propósito que nos planteamos: la migración y su canto o el Canto de los Migrantes.

r_munozdeleon@

yahoo.com.mx

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