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MILAGROSO

Arturo Brizio Carter

Hace un par de días se dio a conocer la lista definitiva de árbitros para la Copa del Mundo de Alemania y la gran noticia fue que México estará representado por dos silbantes, Armando Archundia Téllez y Marco Antonio Rodríguez Moreno.

La designación de Marco se da en el marco de lo imprevisto y de la desgracia, pues habiendo sido colocado como suplente, accede a la justa mundialista por la lesión del guatemalteco Carlos Batres quien no pudo recuperarse de una rotura de ligamento cruzado en la rodilla.

Marco Antonio es un hombre de fe, prácticamente exhaustivo de la religión e hizo mención reiterada que si iba al Mundial sería por la voluntad de Dios; pues mire usted, se le concedió el milagro aunque creo que nuestro Padre Celestial sería incapaz de reventar la ilusión de Batres para cumplir la de Rodríguez.

De cualquier manera, me da gusto que Marco vaya a realizar su sueño mundialista pues creo que es, en este momento, el mejor árbitro de México. Su condición física, su compromiso irrestricto con la regla de juego y su capacidad para aplicar la Ley lo convierten en el mejor representante o prototipo de lo que la Comisión de Árbitros de FIFA busca para el torneo en Alemania.

Pero lo realmente milagroso del hecho que México tenga dos representantes es el deplorable nivel de arbitraje en nuestro país. Ahora resulta, y lo salen a decir tanto el presidente de la Federación Mexicana de Futbol, como el mandamás de los jueces nacionales, que el nombramiento de Armando y Marco se debe a la calidad del arbitraje mexicano; a otra zorra con ese mink.

Este par de silbantes son fruto del trabajo individual, que no colectivo, de lo que se hace en México. Marco Rodríguez tuvo que emigrar de su natal Tepic, primero a Guadalajara y luego a la Capital de la República en busca de trascender en su pasión. La pregunta sería, ¿qué hubiera pasado si no sale de su lugar de origen? Pues nada ni nadie lo hubiera detectado y mucho menos otorgado una oportunidad, pues los visores sólo asisten a los estadios profesionales, y a mayor nivel o experiencia menos compromiso con la búsqueda de talento, lo que lleva a que se pierda gran cantidad de ?Marco Antonios? que arbitran en las ligas llaneras del interior del país.

El torneo mexicano muestra cada semana la ausencia de capacitación de sus árbitros, pues dos o tres partidos se definen por error del juez; si eso sucede en la Primera División imagínese usted lo que pasa en Primera A, Segunda o Tercera, o en el Sector Aficionado, mejor conocido como el llano.

No señores, no engañen a la gente, México tiene dos árbitros en el Mundial por la capacidad individual de ellos mismos. Los demás jueces con gafete internacional son meras comparsas que arbitran por dinero. Les deseo suerte y éxito a ambos, aunque me identifico más con la forma de dirigir de Marco Rodríguez. Desgraciadamente, por su forma comodina de arbitrar y falta de compromiso reglamentario, el más preocupado en este momento debe ser Armando Archundia.

No sólo le hace sombra el nombramiento de Marco sino que si no se aplica le puede comer el mandado en pleno Mundial. Ojalá el milagro se hiciera también en el trabajo de la Comisión de Arbitraje.

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