(Primera parte)
Con motivo de la celebración en el rotarismo internacional en este mes de octubre de las ocupaciones, tratando de cerrar con broche de oro esta fecha, solicitamos a nuestro compañero Luis Carlos Reyes García, compartiera con el Club Rotario de Torreón, su pensamiento como ideólogo empresarial y aceptando con gusto, él disertó esta magnífica pieza que en seguida reproduzco en dos secciones.
?Ha llamado la atención la hostilidad que a veces los políticos muestran en contra de los empresarios debido tal vez a entre tanta empresa emprendida a diario por tantos emprendedores empresarios hemos empezado a confundir la esencia misma de lo que es un empresario, señalándolo incluso como casta aparte, con criterios similares a los que usamos cuando decimos que unos hombres son de raza amarilla mientras otros o son blancos o son negros.
Y es que, por muchas vueltas que le demos, si verdaderamente es cierto que empresario es el que emprende, se quiera o no, todos en este mundo somos más o menos empresarios, simplemente porque todos tenemos la eterna manía de emprender cosas.
Sencillamente, no sabemos estarnos quietos. Sea con las manos o con la imaginación, tenemos que mover, transformar, inventar, reacomodar o adornar el mundo que nos rodea, de acuerdo a la inclinación, a la voluntad y a la pericia que cada quien posea.
Y ¿Han observado que esto es algo que nos ocurre desde que somos niños? ¡Simplemente denle a un infante de tres años algunos cubos de madera y le descubrirán de inmediato su madera de empresario cuando emprende sus imaginativos y espontáneos proyectos de arquitectura! No se requiere pues ciencia alguna para entender que ser empresario es algo que corresponde a uno de nuestros más básicos instintos, casi tan poderoso como los instintos de comer, de dormir o de respirar.
Han sido empresarios tanto aquéllos que emprendieron la construcción de un imperio, como los que instalaron una fábrica, los que sembraron un campo, los que escribieron un libro, los que plantaron un árbol o los que tuvieron un hijo. Las empresas que emprendieron todos ellos tuvieron un inicio que se proyectó a lo largo de un camino que condujo a algún destino en el que luego se cosecharon frutos. Guardadas las debidas proporciones, todo esto es algo creativo en lo que tú y yo nos parecemos un poquito a Colón, a Edison o a Einsten.
Y si observamos con cuidado cualquier instante de la vida de quien sea, invariablemente encontraremos que todas las acciones que emprende dicha persona buscan siempre transformar una cosa dada en alguna otra mejorada, de acuerdo a ese eterno impulso, tan exclusivo del hombre, por superar lo que ya existe. Y al ritmo de esta perpetua y universal empresa va la humanidad subiendo la más de las veces y bajando sin remedio algunas otras, pero promediando ascensos tan espectaculares como los que nos han dejado boquiabiertos durante todo lo que va del siglo.
Y siendo así las cosas, ¿quién osaría criticar esa tendencia tan natural y espontánea que todos los hombres tenemos? Ni con todos los decretos de un tirano podría impedirse que la gente, toda, emprenda de continuo acciones en busca de transformaciones. Por eso, tratándose de empresarios el problema parece que no es encontrar quién es y quién no es empresario pues a fin de cuentas todo mundo lo es por su propia esencia.
Más bien se trata de descubrir cómo es que cada quien vive en su vida diaria tan elemental instinto.
Algunos empresarios, definidos así con amplitud de criterios, actúan y participan principalmente en pequeños círculos cerrados, emprendiendo acciones enfocadas a su entorno más cercano, pero no crearán ni fábricas, ni escuelas, ni tiendas, ni bibliotecas, ni iglesias, ni teatros, ni restaurantes, ni ninguna de esas empresas que como tales conocemos. Su empresa, en su más básico concepto, será organizar su casa, su familia, su empleo, sus distracciones.
Algunos otros serán empresarios soñadores pero de ?tiro corto y de corto plazo?, pues parece que les dura poco la cuerda cuando se enfrascan en cualquier empresa, por pequeña que sea. Rara vez concluyen lo que emprenden y los oímos con frecuencia decir, con un dejo de desdén, a propósito de algo nuevo,... ?eso a cualquiera se le hubiera ocurrido?.
Pero otros empresarios, en cambio de que la emprenden, la emprenden, y parece que ya no hay quién los pare, pues aun cuando tropiezan y parece que fracasan, de inmediato se levantan y, tras sólo ajustar el rumbo, prosiguen de nueva cuenta el camino. Diríase que, como las hormigas, han de ir siempre adelante, sin hacer valer excusa ni aceptar pretexto alguno, aunque sabiendo, eso sí, que no basta seguir caminando si no alcanzan un destino. Éstos son los que, entre empresas grandes o empresas pequeñas, que de los dos calibres se compone el todo, están transformando el mundo. Éstos son los empresarios que, para organizar su empresa, requieren por fuerza de rodearse del talento de más gente y por tanto, lo buscan, lo promueven, lo cultivan y lo premian.
?SEÑALEMOS EL RUMBO?.
Nacho1948@hotmail.com