Con gran fortuna nos toca vivir en esta celebración de Navidad 2006, es sin duda la época más bonita del año si la analiza uno desde el punto de vista personal. ¡Grandes recuerdos de la infancia! ¡Grandes momentos con los padres! ¡Grandes vivencias con las gentes del barrio con quienes le tocó a uno convivir! Grabadas para siempre en la memoria permanecen la alegría familiar y la convivencia con los parientes, aún los más lejanos; las pastorelas, los nacimientos y las posadas del templo y de los vecindarios de nuestra comunidad eran gran parte del sabor de esos tiempos idos.
Siendo lo anterior sólo la fiesta, el regocijo actual que antecede la llegada del ?Salvador?, para cuyos padres fue una penuria aquel peregrinaje para cumplir con el empadronamiento solicitado por las autoridades de ese tiempo, hasta llegar al alumbramiento anunciado con gran alegría por los Ángeles.
En el mundo como en nuestra región también la gente se transforma para ser más amigable, más benevolente, más dadivosa, no importa si sean cristianos o no, musulmanes o ateos, en todos la influencia de Nuestro Señor Jesucristo es innegable.
La Navidad es la natividad de ese gran hombre-Dios, ese gran profeta que sería el Mesías esperado de todos los tiempos. Llega al mundo esperando redimir a la humanidad del pecado, viene a sacrificar su vida y la de sus padres para que alcancemos un estado superior, sobrenatural, después de esta vida (?Mi Reino no es de este mundo?). Miles de actos y ejemplos que conocemos por la historia, por los Santos Evangelios nos evidenciaron cuál debería ser el camino para llegar a esa salvación, y sin embargo podemos decir que sus seguidores fieles y leales son muy pocos, casi ninguno en las circunstancias actuales.
Al año 2006 de su nacimiento, el mundo sigue con desigualdades muy fuertes que causan hambre, pobreza, enfermedad y muerte. Las guerras se han extendido por gran parte del orbe, son cada vez más sofisticadas, pueden arrasar con poblaciones enteras incluyendo mujeres y niños inocentes sin importarle mucho a la clase política mundial. Los niños se han vuelto soldados prematuramente muriendo en cantidades extraordinarias sin haber conocido la dicha de un hogar o la estabilidad de una familia que cuide por sus intereses.
Hay por otra parte un terrorismo creciente que amenaza con extenderse aún a los países más neutrales en esa oleada de odio y revanchismo de los países más fuertes, con respuestas similares y de consecuencias trágicas para su población de los países invadidos en acuerdos unilaterales, haciendo a un lado toda posibilidad de diálogo e inteligencia que deberían privar en los altos jerarcas del planeta.
En el anverso, vemos una gran superficialidad en la visión del desarrollo de las comunidades, especialmente las occidentales y un consumismo desmedido de algunos estratos de la sociedad que no se sienten inmersos en estos graves problemas, hay poco compromiso de nuestra juventud y no por falta de conocimiento de estas amenazas, sino por evasión para vivir en un mundo más hedonista y con poca templanza, todo lo anterior totalmente contrario a las enseñanzas del ?Salvador?.
Luego, estamos viviendo una sociedad olvidada del ?Señor?, en donde no nos hace falta el ?Redentor? a pesar de que celebremos con grades festines y regocijo su llegada, estamos ausentes de sus valores, de su doctrina -el mandamiento más grande que nos deja ?Amaos los unos a los otros como yo los he amado?- es la antítesis de lo que nos está sucediendo día con día en nuestro mundo, en nuestro mismo México, los intereses económicos y políticos prevalecen en las decisiones de nuestros mejores ciudadanos, es una sociedad en donde no hay un lugar para el ?Gran Maestro?.
Ciertamente, Nuestro Señor Jesucristo, el gran profeta, ese pequeño cuyo nacimiento ahora celebramos, ahora exaltamos, trajo un mensaje que ha sido de gran utilidad para todo el mundo cristiano, pero también para toda la humanidad que será muy importante revisar y reflexionar con algún tipo de acción tan ingente en estos tiempos.
?SEÑALEMOS EL RUMBO?.
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